Con Kosovo declarando unilateralmente su independencia y unos cuantos aspirantes a Estado intentando seguir su estela, quizá piense que ha llegado el momento de montar su propio país. Ya ha elegido una bandera, ha compuesto un himno nacional y hasta ha impreso billetes con tu cara. Pero, ¿cuál es el siguiente paso? Crear una nueva nación no es tan sencillo como piensa.

 

Paso 1: Asegurese de cumplir los requisitos para poder ser seleccionado
 
Por muy tentador que pueda resultar declarar su parcela país soberano, lo cierto es que las costumbres del derecho internacional establecen requisitos mínimos para tener rango de Estado.

    1. Tener un territorio definido.
    2. Poseer una población permanente.
    3. Contar con un gobierno.
    4. Debe ser capaz de interaccionar con otros Estados. (Este punto es algo discutido. Se incluyó como requisito en la Convención de Montevideo de 1933, que implantó en Latinoamérica la política estadounidense de “buena vecindad” basada en la no intervención, pero en general no está reconocido como parte del derecho internacional).

 

Paso 2: Declare la independencia

Enhorabuena por unirse a Transdniéster, Somaliland y un montón de países que no desfilarán en las Olimpiadas en un futuro cercano. El simple hecho de cumplir los requisitos y declararse independiente no significa que le vayan a tomar en serio. El Principado de Sealand —situado sobre una plataforma petrolífera de 1.000 metros cuadrados en el Mar del Norte— ha intentado, con éxito desigual, que se le reconozca como Estado soberano apoyándose en estos requisitos.

En cualquier caso, ahora que su país está establecido, puedes esperar gozar de ciertos beneficios, aunque nadie te haya reconocido. “Una vez que una entidad es un Estado de facto, gozará de integridad territorial y ciertas garantías de soberanía”, explica Stefan Talmon, profesor de Derecho Público Internacional en la Universidad de Oxford y autor de Recognition in Internacional Law (Reconocimiento en Derecho Internacional). “Por ejemplo, ahora que Kosovo se ha establecido como Estado, Serbia ya no puede atacarlo abiertamente para reintegrarlo bajo su soberanía. Se beneficia de la prohibición del uso de la fuerza que recoge la carta de Naciones Unidas”. Estas normas se crearon durante la guerra fría para proteger a nuevos Estados que aún no hubiesen sido reconocidos por uno de los dos bloques.  

 

Paso 3: Consiga que le reconozcan

No tiene mucho sentido tener su propio país si no hay otros que acepten su existencia. El reconocimiento internacional es lo que legitima a un país ante la comunidad internacional y lo que, en último término, diferencia a una Nueva Zelanda de un Alto Karabaj. Pero, evidentemente, convencer a los ya existentes no es tarea fácil. “El proceso de reconocimiento es bastante complicado porque mezcla derecho internacional y política internacional”, dice Talmon. “Hay quien afirma que el reconocimiento es un acto puramente político. Los Estados existentes son libres de decidir si reconocen o no, así que no existe un derecho a ser reconocido”.

Esto se puso especialmente de manifiesto durante la guerra fría, cuando la legitimidad internacional de Vietnam del Sur y del Norte, Corea del Sur y del Norte y la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana dependía de a qué bando preguntases. Todavía en la actualidad, ciertos entes son reconocidos como Estados por algunos países y no por otros. Palestina, Taiwan y el norte de Chipre pertenecen a esta categoría.

EE UU no tiene una política oficial sobre qué es necesario para ser reconocido, según su Departamento de Estado. Esta potestad la posee su presidente [en el caso de España, la tiene el Gobierno], que es quien decide si se establecen relaciones diplomáticas con dicho país, en función de sus intereses nacionales. No existe ningún procedimiento preestablecido, así que cuando solicites que te reconozcan otras naciones, asegúrate de explicar por qué tu independencia les beneficiará. En los viejos tiempos, para Estados Unidos solía ser suficiente con demostrar que eras anticomunista. En la actualidad, las prioridades estratégicas de Washington son un poco más complejas pero, como ha demostrado Kosovo, fastidiar a los rusos aún sirve de ayuda.

 

Paso 4: Únase al club

Desde su fundación en 1945, la pertenencia a la Organización de las Naciones Unidas se ha convertido en el máximo símbolo de legitimidad internacional. “Ser admitido en la ONU es una forma de aprobación”, dice Talmon. “Es como un sello donde pone que ahora eres miembro de pleno derecho de la comunidad internacional”.

Solicitar la admisión en Naciones Unidas es sencillísimo. Según las normas de la organización, basta con que envíes una carta al Secretario General pidiendo que te admitan. Éstas son bastante breves y simples. Si quiere un modelo fácil de conseguir, eche un vistazo a la solicitud de Montenegro, el miembro más reciente en incorporarse a la ONU.

Puede enviar tu solicitud a:

Ban Ki Moon
Secretario General
Naciones Unidas
Primera Avenida esquina con C/ 46
Nueva York, NY 10017

Ahora viene lo difícil. El Consejo de Seguridad debe remitirse a la Asamblea General, que, por mayoría de dos tercios, deberá aprobar que es un “Estado pacífico” que puede cumplir los deberes de la Carta de Naciones Unidas.

Seguramente no merece la pena ni que lo intente, salvo que haya superado el paso tres. Varios Estados no reconocidos, incluyendo tribus de indios americanos, han pedido la admisión en la ONU pero, sin la credibilidad que confiere el reconocimiento bilateral, estas solicitudes suelen archivarse.

El mayor obstáculo para entrar es el pulso de poder entre las potencias. Ninguna de las dos Coreas fue aceptada en la organización hasta 1971, debido al veto de uno u otro bloque durante la guerra fría. Aún hoy, la negativa de Rusia en el Consejo de Seguridad probablemente impedirá que Kosovo logre ingresar en un futuro cercano. Taiwan, fue uno de los miembros fundadores de Naciones Unidas y tenía un puesto “permanente” en el Consejo de Seguridad. Pero en 1971 la pusieron de patitas en la calle para meter a la República Popular China, después de que el presidente Nixon decidiera tratar de hacer la pelota al régimen de Pekín. El Gobierno de Taipei lleva desde 1993 solicitando año tras año que lo vuelvan a aceptar como miembro, sin éxito. En la ONU ni siquiera se molestaron en abrir su última carta de solicitud.

Como verá, el punto a partir del cual un territorio se convierte oficialmente en país depende en gran medida del cristal con que se mire. El reconocimiento internacional puede transformarse en una meta difícil de alcanzar. ¿La buena noticia? Cuanto más espere, más posibilidades tendrá. En el derecho internacional, que a menudo se basa en la costumbre, cuanto más tiempo pueda mantener tu independencia de facto, más probable es que acaben por aceptarle (salvo, claro está, que sea Taiwan).

La solidez de la apuesta de Kosovo por la independencia se basa fundamentalmente en el hecho de que, a todos los efectos, lleva casi una década siendo independiente. Un caso aún más extremo es el de la Orden de Malta, que tras 900 años de independencia, mantiene relaciones diplomáticas con 100 países y tiene estatus de observador en Naciones Unidas, a pesar de que su territorio se reduce a unos pocos edificios en Roma. Así que no se desanime. Montar tu propio Estado no es imposible. Simplemente va a requerir mucha paciencia y los amigos adecuados.