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El senador Bernie Sanders en una conferencia sobre el Nuevo pacto verde, Washington, 2019. Chip Somodevilla/Getty Images

¿Qué importancia le dan los estadounidenses a la protección medioambiental? ¿Qué política defiende los candidatos demócratas respecto al clima? ¿Puede el cambio climático jugar un papel clave en las elecciones presidenciales del próximo noviembre?

A los demócratas en general, les preocupa profundamente el cambio climático pero, a la hora de designar a un candidato para la batalla que se avecina contra el presidente Donald Trump, hay un aspecto que predomina sobre todos los demás: la elegibilidad. Los demócratas de todo el país están enloquecidos tratando de decidir quién va a ser capaz de acabar con esta presidencia tan nociva. Y esa es una forma equivocada de escoger a un candidato. En lugar de escuchar a los aspirantes con sus programas y decidir quién les convence y, sobre todo, quien les apasiona más, los votantes están intentando hacer una predicción imposible. Los demócratas necesitan enamorarse de sus candidatos; el que haga vibrar suficientemente sus corazones será el más adecuado para enfrentarse a Trump.

Dicho esto, sea quien sea el candidato demócrata, derrotar al actual Presidente será la mejor forma de luchar contra la crisis climática. Trump expresa abiertamente sus dudas sobre los consensos científicos relacionados con el clima, no ha tenido reparo en eliminar protecciones ambientales en todo el país y, sobre todo, ha hecho que Estados Unidos se retirase del acuerdo de París. No sigo porque la lista es interminable. Si no me creen, echen un vistazo a la serie de medidas que National Geographic actualiza regularmente o a esta otra lista, más breve y más organizada, que resulta igual de desoladora.

La crisis climática es una amenaza existencial que nos afecta a todos, pero EE UU tiene un papel inmensamente importante en el calentamiento global, como contribuyente y como motor (o boicoteador) de la política transnacional diseñada para ponerle fin. Ningún otro país se acerca a las emisiones históricas de CO2 de Estados Unidos, y, si a eso se une un presidente que no cree en el cambio climático, sino que piensa que es una artimaña para frenar el crecimiento económico, la combinación es muy peligrosa para el mundo entero. Por ese motivo, lo que suceda en EE UU en noviembre preocupa a todos, aunque los ciudadanos estadounidenses sean los únicos que pueden tomar parte en esa decisión tan trascendental.

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Activistas medioambientales en Estados Unidos, 2019. Erik McGregor/LightRocket via Getty Images

Dejando aparte la posibilidad de ser elegidos, ¿qué temas preocupan a los votantes demócratas en estas primarias? Según una encuesta de FiveThirtyEight/Ipsos, realizada en septiembre, los temas que más interesan a los demócratas son: la capacidad de derrotar a Trump (39,6%), la sanidad (9,9%), la economía (8%), la riqueza y la desigualdad de rentas (7,9%) y el cambio climático (7,4%). Otro sondeo llevado a cabo en diciembre también ponía el cambio climático en quinto lugar, por detrás de la sanidad, la inmigración, el terrorismo y la seguridad nacional y la economía y el empleo.

Las cifras pueden parecer decepcionantes pero, en realidad, constituyen un avance para el cambio climático: por fin está empezando a ser uno de los temas que más preocupan a los estadounidenses. Una encuesta del Pew Research Center en enero revela que, por primera vez, hay casi tantos estadounidenses para los que proteger el medio ambiente debe ser una de las máximas prioridades políticas (64%) como los que piensan que debe serlo la economía (67%). Ahora bien, la protección medioambiental no es lo mismo que el cambio climático, que obtiene unos resultados ligeramente inferiores, puesto que solo el 52% opina que es una prioridad. Lo importante es que esos dos porcentajes, 64% y 52%, representan un gran avance en comparación con las cifras que en 2016 opinaban que estos temas eran prioritarios, 47% y 38%, respectivamente.

Los porcentajes muestran una profunda discrepancia si desagregamos por partidos. La protección medioambiental y el cambio climático están entre los temas menos importantes para los republicanos y entre los más importantes para los demócratas. En la última encuesta, los demócratas dan prioridad a la protección medioambiental, los costes sanitarios, la educación y el cambio climático, en este orden. Por supuesto, el sondeo no daba la opción de fijar como prioridad el propio cambio de presidente, pero los intereses quedan claros.

Gallup también dispone de datos extraídos de encuestas y los ha utilizado para dividir a los estadounidenses en tres subgrupos en relación con el cambio climático: los creyentes preocupados, los que tienen opiniones encontradas y los escépticos e indiferentes. En 2015, los creyentes preocupados superaron a los del grupo intermedio como primer sector de la opinión pública; en 2019, ese grupo representaba el 51%, seguido de lejos por el grupo intermedio, el 30%, y por los escépticos, solo el 20%. Como es natural, al desagregar los datos, volvemos a encontrar una enorme brecha entre los demócratas —77% de ellos son creyentes preocupados— y los republicanos, de los que solo son creyentes preocupados el 16%.

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El alcalde Mayor Pete Buttigieg en una escuela con dibujos sobre el cambio climático hecho por los estudiantes, Iowa, 2020. JIM WATSON/AFP via Getty Images

Aunque no es precisamente comparable porque las preguntas y las metodologías son diferentes, resulta interesante ver la importancia de la política climática para los ciudadanos de la Unión Europea. Los recientes datos de Bertelsmann Stiftung muestran que, en los 27 países de la UE, el 40% de la población cree que el medio ambiente es la principal prioridad de la nueva Comisión Europea, seguida del empleo, que lo es para el 34%. En España, estos porcentajes se invierten, con el empleo prioritario para el 40% de la gente y el medio ambiente para el 32%, empatado con la seguridad social. Es de suponer que, si se desagregan los datos, aparecerán ciertas diferencias entre izquierda y derecha.

Como en casi todos los aspectos que suponen transformaciones, primero evoluciona la opinión pública y después siguen los líderes, de una u otra forma. Uno de los debates más complejos al hablar de relaciones internacionales es si la opinión pública importa o incluso debe importar en la política exterior. La política climática se encuentra a caballo de las agendas nacionales y las internacionales, lo que quizá le da cierta ventaja en la política electoral.

Sin embargo, una cosa es que a los votantes les preocupen más el medio ambiente y el cambio climático y otra, que los candidatos hablen de ello. Empecemos con los debates, en los que ya hemos visto unas discusiones sin precedentes sobre la crisis del clima, lo que indica que los aspirantes son muy conscientes de que este es un tema importante para los electores. En el debate celebrado en noviembre, el ex vicepresidente Joe Biden dijo que el cambio climático era la amenaza existencial que se cierne sobre la humanidad, el alcalde Pete Buttigieg defendió la idea de la agricultura “con emisiones de carbono negativas” y el multimillonario inversor y activista del clima Tom Steyer prometió proclamar el estado de emergencia climática el primer día de su mandato en caso de ser elegido.

Incluso cuando no les preguntan por el cambio climático, los candidatos lo sacan a relucir. En enero, uno de los moderadores pidió al senador Bernie Sanders que no se desviara del tema: “Tocaremos el cambio climático, pero ahora quiero seguir hablando de las relaciones comerciales”. Su respuesta fue: “Son la misma cosa”. En febrero, la senadora Elizabeth Warren y Pete Buttigieg incluyeron el cambio climático en sus respuestas sobre la seguridad nacional. Prácticamente todos los candidatos han encontrado formas de vincular el comercio con el cambio climático para hacer que otros países asuman sus responsabilidades. Warren está a favor de un impuesto fronterizo sobre el carbono. La senadora Amy Klobuchar alegó que, si bien el nuevo acuerdo comercial entre EE UU, México y Canadá no aborda el cambio climático, los futuros pactos si lo harán, y este es crucial para tener una situación más firme frente a China y poder exigirle que tome más medidas.

El debate de febrero en Las Vegas, Nevada, ofreció un telón de fondo especialmente duro a la hora de hablar del clima y una animada discusión sobre las políticas relacionadas con el cambio climático. Uno de los moderadores, un periodista del periódico The Nevada Independent, destacó que Las Vegas es “una de las ciudades del país en las que más está acelerándose el calentamiento” y pidió propuestas políticas concretas para hacer que el estado tuviera un clima habitable sin perjudicar los intereses económicos. Biden repitió su frase sobre cómo el clima es una amenaza existencial que se cierne sobre la humanidad. El antiguo alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, en su primera aparición en un debate y blanco de todos los ataques, habló de su labor para detener la expansión del uso del carbón y repitió algo en lo que están de acuerdo todos los candidatos: que, el primer día de su presidencia, volvería a adherirse al acuerdo de París.

Warren dio detalles concretos de su propuesta para detener las perforaciones y las extracciones en todas las tierras públicas, una medida que afectaría directamente al estado de Nevada, y destacó que se podrían hacer excepciones para determinados minerales estudiando cada caso. Sanders, con la postura más controvertida, está a favor de la prohibición total de la fracturación hidráulica (fracking) y, cuando le preguntaron: “¿Qué les dirá a los trabajadores que perderían su empleo?”, respondió: “Esta es una cuestión moral, amigos míos”. En cambio, para Klobuchar, la fracturación hidráulica es un “combustible de transición” que no puede prohibirse sin más, aunque reconoce que “esta es una crisis”. Warren dijo que “podemos tener un nuevo pacto verde y crear empleo” y pasó a analizar con más detalle por qué los demócratas no consiguen que se aprueben leyes sobre el clima. En su opinión, el problema está en la corrupción (contra la que tiene un plan) y el bloqueo parlamentario, que, en la práctica, proporciona al sector de los combustibles fósiles la capacidad de vetar todas las leyes.

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La senadora Elizabeth Warren en la conferencia "Good Jobs, Green Jobs", Washington. Chip Somodevilla/Getty Images

Todos los candidatos tienen propuestas sobre el cambio climático en sus páginas web a disposición de los votantes. Y hay bastantes sitios a los que pueden acudir para comparar las distintas posiciones, como la excelente guía de Vox.com de qué proponen los demócratas para luchar contra el cambio climático. Los problemas del clima son amplios y profundos, pero algunas políticas específicas están siendo objeto de la máxima atención, empezando con el nuevo Pacto Verde impulsado por la congresista Alexandria Ocasio-Cortez (demócrata por Nueva York) y el senador Ed Markey (demócrata por Massachusetts). Sanders, Warren y Klobuchar patrocinan la propuesta, y Biden y Buttigieg, que no son miembros del Congreso, también la apoyan. Bloomberg se opone porque cree que es imposible que el Senado la apruebe.

Hay más divisiones al hablar de aspectos más específicos, como la energía nuclear, el impuesto sobre el carbono, la persecución penal de los contaminantes y la fracturación hidráulica. También es importante que entre los aspirantes ha habido dos candidatos centrados en la crisis climática: el inversor multimillonario Tom Steyer, que continúa en la campaña, y el antiguo gobernador del estado de Washington Jay Inslee. Los candidatos que se centran en un solo tema suelen lograr que ese asunto despierte más interés, como en el caso de Andrew Yang y su defensa de la renta básica universal.

¿Los votantes apoyan verdaderamente a los candidatos que proponen grandes ideas para luchar contra el cambio climático? Las conclusiones de las encuestas son ambiguas. Aunque Sanders tiene quizá las propuestas más radicales al respecto, los datos del Pew Research Center muestran una ligera preferencia por Warren, que tiene la mayor proporción de partidarios (91%) convencidos de que el cambio climático es una cuestión fundamental, seguida de Buttigieg (87%) y, tercero, Sanders, con el 84%.

Quizá lo más importante es saber si el cambio climático es un tema que puede ayudar a ganar a quienquiera que sea el candidato demócrata en noviembre. Hay pocas pruebas de que sigan existiendo tantos votantes indecisos como antes, lo que significa que es fundamental entusiasmar a las bases. Por consiguiente, el clima debería movilizar a los votantes y darles otro motivo para acudir a las urnas, además de acabar con la pesadilla de Trump. Por otra parte, los datos parecen indicar que los auténticos independientes o los escasos republicanos que nunca han apoyado el actual presidente podrían estar de acuerdo con un candidato demócrata en relación con el clima, pero es discutible que eso baste para que le voten, incluso con las posiciones tan extremas de Trump. Esta será una cuestión importante en el enfrentamiento del candidato demócrata y Trump en otoño y, aunque no sea el tema central de las elecciones generales, esperemos que la base del partido y otros activistas se mantengan firmes y exijan a cualquier demócrata que llegue a la Casa Blanca que cumpla las promesas hechas ahora.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia