Hemos pasado de la gran moderación a la gran turbulencia en el que continúa sin regir un sistema de equilibrio.

 












THOMAS LOHNES/AFP/Getty Images

Lea también:


Cómo salvar la economía: invertir en infraestructuras


Cómo salvar la economía: ciudades verdes


Cómo salvar la economía: tómese unas vacaciones


Cómo salvar la economía: contratar a todos



 

La crisis de 2008 no fue solo el comienzo de una recesión; representó el fin de lo que los economistas James Stock y Mark Watson llamaron la gran moderación, un periodo de 20 años de escasa volatilidad en el ciclo de negocio, inflación moderada, desempleo moderado y producción industrial estable. La gran moderación hizo que las empresas se confiaran y redujeran sus reservas y empujó a algunos economistas a sugerir que quizá habíamos superado los ciclos de alzas y bajas de una vez por todas. El premio Nobel Robert Lucas proclamó en la asamblea de la Asociación Económica Americana de 2003: “El problema fundamental de la prevención de depresiones ha quedado resuelto a todos los efectos prácticos”.

La crisis acalló todo triunfalismo. Hoy, la gran moderación es un recuerdo que se desvanece, pero todavía no está claro cómo será el nuevo orden económico. Una depresión parece improbable y la vuelta a un sólido crecimiento mundial más improbable todavía, aunque se encuentran defensores de todas las posibilidades en la línea que va desde el derrumbe hasta la expansión.

Lo que caracteriza a este momento es la incertidumbre, que ofrece pistas sobre cómo será la nueva normalidad. Hemos entrado en la gran turbulencia, un periodo de grandes variaciones, rápidas oscilaciones y escaso equilibrio. El panorama estará salpicado de acontecimientos de corto ciclo, sucesos como la crisis repentina de mayo de 2010, cuando el índice industrial Dow Jones industrial cayó, y rebotó, casi 1.000 puntos en unos minutos. En otros tiempos, hacían falta meses o años para recuperarse de un desplome; ahora, la caída y la recuperación pueden producirse en nanosegundos.

La gran moderación no fue casualidad; fue consecuencia de la construcción de instituciones financieras que se inició en Bretton Woods en 1944. Con el propósito de evitar las devastadoras conmociones económicas del periodo de entreguerras, aquella generación de líderes diseñó un marco de instituciones fuertes, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, capaces de intervenir cuando las fuerzas del mercado, por sí solas, no pudieran mantener el equilibrio. No faltó la controversia, pero pareció que el sistema funcionaba y podía acabar con las imprevisibles oscilaciones económicas. El resultado: la gran moderación, un periodo económico lleno de sol, interrumpido con alguna tormenta ocasional.

Sin embargo, bajo la calma, la complejidad creciente de la economía mundial hizo que, con el tiempo, la magnitud y la frecuencia de las intervenciones institucionales aumentaran. John Maynard Keynes, el economista británico cuyas ideas dieron forma al orden económico de posguerra, ...