En los últimos 130 años, esta expresión ha sido empleada por Rockefeller, Carnegie o Ford, o por los yuppies. Usada como eufemismo de “proteccionismo” en los 80, fue utilizada por primera vez por los grandes señores británicos del comercio y los titanes americanos de la industria manufacturera, desesperados por defenderse de la amenaza de un planeta que se globalizaba. En los 60, adquirió un nuevo sentido, con el activismo de los consumidores. Hoy, es un estilo de vida con marca registrada, un conjunto de productos disponibles en Starbucks que prometen virtud moral junto con el chocolate.