
A las 11:00 am, ni ella ni sus cinco niños han desayunado. En algunas ocasiones comen dos veces al día. “Yo a veces compro arroz picado y verduras y les hago a los muchachos ensopado. Yo tengo la tarjeta Hogares de la Patria, la que da el gobierno. El último mes nos dieron 140.000 bolívares, pero eso solo alcanza para comprar comida para una semana”. Luisa Liendo, de 29 años de edad, tuvo su primer hijo a los 17 y con el que lleva en el vientre suma seis.
Con ayuda de su madre, Luisa construyó la precaria vivienda donde vive, en la parte alta del barrio Negro Primero, en El Valle, al sur de Caracas. Con pedazos de zinc dividió un área de aproximadamente 30 metros cuadrados para disponer de dos dormitorios, una cocina, una sala comedor y un baño. Todos los espacios son muy reducidos, pero están ordenados y pulcros, excepto el baño porque escasea el agua. A pesar de la precariedad, la mujer adornó su casa con motivos navideños: un pequeño arbolito sin bambalinas ni luces está en el centro de la mesa del comedor y una guirnalda verde enmarca la puerta de entrada al rancho.
Sus cinco hijos son de tres padres distintos y el que está por nacer de un cuarto hombre: “Solo el papá del que va a nacer, me da algo para alimentar a mis hijos, aunque no vive con nosotros. Y mi mamá, que me ayuda. Los otros papás no me dan nada… A veces me voy para el mercado (el Mercado Mayor de Coche) a buscar cualquier cosa; allí tengo algunos amigos que me regalan frutas y hortalizas”.
En el barrio Negro Primero no hay consultorios populares ni comités de salud o de mujeres que atiendan a las embarazadas. Luisa cuenta que ha ido tres veces a control prenatal en el Hospital Materno Infantil Hugo Chávez, donde no le ofrecen los suplementos alimenticios ni todos los exámenes que necesita: “Me dieron cita para hacerme la hematología completa, pero los otros exámenes, como el del VIH y el VDRL los he tenido que pagar yo. Solo una vez me dieron calcio, volví en octubre pero ya no había calcio. Nunca me han dado hierro, ni ácido fólico. Una vez en el Materno Infantil me regañaron, porque yo no me había podido hacer los exámenes por mi cuenta. La médico me dijo que a qué iba para allá sin los exámenes, que si iba para que me vieran la cara. Si las mujeres no llevan los exámenes las regañan. Yo creo que eso es como ignorancia, porque ella sabe cómo está la situación y que uno no tiene, porque esos exámenes están caros. Hay muchas mujeres como yo que no tenemos para pagar los exámenes”.
La madre tiene ronchas en los brazos y en las ...
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