El artículo ‘El retorno del patriarcado’ (abril/mayo de
2006), de Phillip Longman, es un persuasivo argumento sobre las ventajas de
un sistema social que recompensa por la inversión paternal en la familia
y los hijos. Sin embargo, el autor se precipita al sugerir que éste
es ineludiblemente patriarcal.

Hay sistemas alternativos. Ofrezco mi propia familia como ejemplo: me considero
feminista y soy profesora a tiempo completo. Mi marido y yo tenemos seis hijos
y seríamos felices con más. Nuestro matrimonio es equitativo: él
cocina, yo lavo y ambos cuidamos de los niños. Sin un indicio de dominación
o abuso. ¿Por qué no podría formar una familia numerosa
con un hombre que se compromete conmigo, nuestros hijos y el matrimonio? El
patriarcado o la sumisión de la mujer no tiene por qué aumentar
la natalidad. Nosotros queremos fomentar una cultura de igualdad de género
y amor. Ésta es la receta más efectiva para la enfermedad demográfica
del mundo.

  • Valerie Hudson
    Profesora de Ciencias Políticas
    Brigham Young University
    Utah, Estados Unidos

Longman afirma que los valores de la mujer liberal morirán, ya que
no se está reproduciendo. Esto es asumir que ésta no tiene otro
papel en la sociedad más que el de madre. Ignora la influencia social
de las mujeres que no tienen niños, pero que han llegado a ser abogadas,
doctoras, políticas, periodistas y activistas.

El autor sostiene que las sociedades patriarcales tienen una ventaja porque
producen hijos mejor criados. Esta idea ignora la literatura académica
que sugiere que los niños de las mujeres trabajadoras son más
sanos. Mientras que los padres de un sistema patriarcal, que educan a sus hijos
para que perpetúen su rango y honor, someten a sus hijos a una carga
insana y poco realista.

Longman equipara un gran número de patrióticos soldados con
una fuerte defensa nacional. Y si una gran población todavía
equivale a poder, los estadounidenses deberíamos hablar mandarín.
Hoy, la seguridad de un Estado también se alcanza con la integración
económica, las alianzas internacionales, la opinión pública
y la tecnología. Todo ello requiere los valores femeninos de cooperación
y respeto a la diversidad. Las sociedades que educan a sus mujeres son más
prósperas.

  • Darlene Damm
    Maryland, Estados Unidos

Phillip Longman responde:

Un estereotipo sobre los progresistas dice que tienen pocos hijos porque son
egoístas. Quizá algunos sean así. Otros son muy conscientes
de los problemas del mundo y se desesperan con la idea de traer niños
a este planeta. Pero la verdad es que ellos, que tienden a estar mejor educados
y preparados profesionalmente, se enfrentan a un mayor coste de oportunidad
al tener niños.

Las sociedades ilustradas deben por eso encontrar modos de compensar los sacrificios
que los padres tienen que hacer y que aumentan cuanto los individuos poseen
más libertad y oportunidades. Un modo de hacerlo es ampliando las ayudas
económicas para padres que trabajan a tiempo completo y ofrecer más
flexibilidad laboral para equilibrar el trabajo con la familia. La historia
y las actuales tendencias demográficas sugieren que la vuelta al patriarcado
y la reproducción forzada es más probable, sobre todo, si los
progresistas siguen ciegos ante la amenaza que supone una tasa de fertilidad
por debajo del nivel de sustitución.

El artículo ‘El retorno del patriarcado’ (abril/mayo de
2006), de Phillip Longman, es un persuasivo argumento sobre las ventajas de
un sistema social que recompensa por la inversión paternal en la familia
y los hijos. Sin embargo, el autor se precipita al sugerir que éste
es ineludiblemente patriarcal.

Hay sistemas alternativos. Ofrezco mi propia familia como ejemplo: me considero
feminista y soy profesora a tiempo completo. Mi marido y yo tenemos seis hijos
y seríamos felices con más. Nuestro matrimonio es equitativo: él
cocina, yo lavo y ambos cuidamos de los niños. Sin un indicio de dominación
o abuso. ¿Por qué no podría formar una familia numerosa
con un hombre que se compromete conmigo, nuestros hijos y el matrimonio? El
patriarcado o la sumisión de la mujer no tiene por qué aumentar
la natalidad. Nosotros queremos fomentar una cultura de igualdad de género
y amor. Ésta es la receta más efectiva para la enfermedad demográfica
del mundo.

  • Valerie Hudson
    Profesora de Ciencias Políticas
    Brigham Young University
    Utah, Estados Unidos

Longman afirma que los valores de la mujer liberal morirán, ya que
no se está reproduciendo. Esto es asumir que ésta no tiene otro
papel en la sociedad más que el de madre. Ignora la influencia social
de las mujeres que no tienen niños, pero que han llegado a ser abogadas,
doctoras, políticas, periodistas y activistas.

El autor sostiene que las sociedades patriarcales tienen una ventaja porque
producen hijos mejor criados. Esta idea ignora la literatura académica
que sugiere que los niños de las mujeres trabajadoras son más
sanos. Mientras que los padres de un sistema patriarcal, que educan a sus hijos
para que perpetúen su rango y honor, someten a sus hijos a una carga
insana y poco realista.

Longman equipara un gran número de patrióticos soldados con
una fuerte defensa nacional. Y si una gran población todavía
equivale a poder, los estadounidenses deberíamos hablar mandarín.
Hoy, la seguridad de un Estado también se alcanza con la integración
económica, las alianzas internacionales, la opinión pública
y la tecnología. Todo ello requiere los valores femeninos de cooperación
y respeto a la diversidad. Las sociedades que educan a sus mujeres son más
prósperas.

  • Darlene Damm
    Maryland, Estados Unidos

Phillip Longman responde:

Un estereotipo sobre los progresistas dice que tienen pocos hijos porque son
egoístas. Quizá algunos sean así. Otros son muy conscientes
de los problemas del mundo y se desesperan con la idea de traer niños
a este planeta. Pero la verdad es que ellos, que tienden a estar mejor educados
y preparados profesionalmente, se enfrentan a un mayor coste de oportunidad
al tener niños.

Las sociedades ilustradas deben por eso encontrar modos de compensar los sacrificios
que los padres tienen que hacer y que aumentan cuanto los individuos poseen
más libertad y oportunidades. Un modo de hacerlo es ampliando las ayudas
económicas para padres que trabajan a tiempo completo y ofrecer más
flexibilidad laboral para equilibrar el trabajo con la familia. La historia
y las actuales tendencias demográficas sugieren que la vuelta al patriarcado
y la reproducción forzada es más probable, sobre todo, si los
progresistas siguen ciegos ante la amenaza que supone una tasa de fertilidad
por debajo del nivel de sustitución.