Membongkar Jamaah Islamiyah:
Pengakuan Mantan Anggota JI
(La Yemaa Islamiya al descubierto:
confesiones de un ex miembro)

Nasir Abas, 332 págs.,
Grafindo Khazanah, Ilmu,
Yakarta, Indonesia, 2005,
(en bahasa indonesio)


Antes de entrevistar a Abú Bakar Bashir, el clérigo islámico
radical, en la prisión de Cipinang, de Yakarta, el pasado verano, pensé que
iba a encontrarme con un furioso activista sometido a una fuerte vigilancia.
Pero, por el contrario, me encontré con un sonriente conferenciante
universitario con gafas comiendo dátiles y rodeado de acólitos
que le adoraban. "Es cierto que existe un choque de civilizaciones entre
el islam y Occidente", afirma, "porque el islam y los infieles,
el bueno y los malos, no pueden vivir juntos en paz".

Bashir, el supuesto líder espiritual de la organización terrorista
del sureste asiático Yemaa Islamiya (JI), acababa de saber que el ministro
de Justicia indonesio iba a reducir cuatro meses y medio su condena de 30 meses
de prisión por inspirar los atentados de Bali en 2002, en los que murieron
202 personas. Pero cuando la conversación se desvió hacia el
que fuera comandante en jefe de JI, Mohammed Nasir Abas, Bashir gritó furioso: "¡Es
un traidor, un traidor!".

Abas testificó contra el hombre al que aún llama "maestro",
en 2004, le describió como el "emir de JI" y aseguró que
Bashir se había reunido con Bin Laden y que había dado su visto
bueno al asesinato de no musulmanes. Ahora ha redactado su propia confesión
terrorista, La Yemaa Islamiya al descubierto: confesiones
de un ex miembro
,
publicado en bahasa indonesio en julio de 2005 y que ha convertido a su autor
en una especie de celebridad en su país. El libro ofrece una visión
de la más rara de las sociedades secretas: describe la estructura, la
estrategia y la ideología de la Yemaa Islamiya.
El autor no ha dado del todo la espalda a JI. Sigue defendiendo que esta organización
no debería ilegalizarse porque, según él, muchos de sus
integrantes rechazan la visión de Al Qaeda sobre una yihad (guerra santa)
global. De hecho, cuando me reuní con él el pasado verano, seguía
evitando condenar a su antiguo líder. "No puedo decir que [Bashir]
mintió u ordenó los atentados", comenta Abas, "pero…
no hizo nada para evitar que Hambali (un veterano de la guerra entre la URSS
y Afganistán, ahora detenido por EE UU) planificara los ataques suicidas
y los asesinatos de civiles, incluso de musulmanes inocentes. Ésa es
una de las razones por las que abandoné JI".


Cuando los líderes de Yemaa
Islamiya empezaron a confundir a la comunidad de creyentes, tergiversando
las enseñanzas islámicas, Abas dice que tuvo que retirarse


Cuando se creó a mediados de 1990, le pidieron que jurara lealtad a
la nueva organización y a los principios contenidos en su Guía
general para la lucha de la Yemaa Islamiya
. Abas sostiene que, con ese compendio
de normas, JI puede funcionar como una "organización secreta" ocultando
a la opinión pública su doctrina, sus miembros y sus operaciones.
Pero afirma que la guía no permite mentir a los musulmanes. Cuando Bashir,
Hambali, Imam Samudra (el cerebro de los atentados de Bali) y otros empezaron
a confundir a la comunidad de creyentes, tergiversando las enseñanzas
islámicas, Abas dice que tuvo que dejar JI.

Aunque se opone a la justificación de la violencia contra los no musulmanes
y los musulmanes laicos, el libro de Abas se queda corto en cuanto a otros
aspectos clave de la organización, como la manera en que llegó a
compartir el sueño de Al Qaeda de una yihad global, los atentados suicidas
y la admisión de los asesinatos de otros musulmanes y de civiles no
combatientes. Habla de su propia iniciación en la yihad, después
de una educación laica en Malaisia, una epifanía religiosa a
los 16 y la posterior llamada de un mentor carismático instándole
a acudir a los campos de entrenamiento de Afganistán para convertirse
en instructor de armas y maestro religioso, y su designación por Bashir
como uno de los líderes regionales de JI.

Su libro puede ofrecer a las autoridades antiterroristas una visión
de cómo jóvenes brillantes y serios abrazan la yihad violenta.
Y en este punto reside la verdadera utilidad de esta obra, en la narración
arrepentida de cómo pueden secuestrarse jóvenes idealistas para
convertirlos en terroristas. Pero todas las enseñanzas que puedan extraerse
no servirán de nada si los gobiernos se niegan a plantar cara a los
terroristas nacionales. En Indonesia, el presidente Yudhoyono sostiene que
no puede someter a la aprobación del Parlamento una ley para ilegalizar
JI por falta de pruebas de su existencia. El portavoz de dicha cámara
y muchos líderes musulmanes del país incluso han ido a la prisión
a visitar a Bashir para demostrar su solidaridad con esta víctima de
la presión y la injerencia de EE UU y Australia. Irónicamente,
el aumento de la democratización de la política del archipiélago
ha debilitado la determinación de abordar el problema del terrorismo.
Ciertos grupos yihadistas militantes, así como ciertos partidos islámicos
de la corriente dominante, fueron ilegalizados hasta la caída de Suharto,
pero en estos momentos su apoyo es fundamental para un Gobierno en el que ningún
partido posee el control de más del 25% del Parlamento.

Confesiones de un terrorista.
Scott Atran


Membongkar Jamaah Islamiyah:
Pengakuan Mantan Anggota JI
(La Yemaa Islamiya al descubierto:
confesiones de un ex miembro)

Nasir Abas, 332 págs.,
Grafindo Khazanah, Ilmu,
Yakarta, Indonesia, 2005,
(en bahasa indonesio)


Antes de entrevistar a Abú Bakar Bashir, el clérigo islámico
radical, en la prisión de Cipinang, de Yakarta, el pasado verano, pensé que
iba a encontrarme con un furioso activista sometido a una fuerte vigilancia.
Pero, por el contrario, me encontré con un sonriente conferenciante
universitario con gafas comiendo dátiles y rodeado de acólitos
que le adoraban. "Es cierto que existe un choque de civilizaciones entre
el islam y Occidente", afirma, "porque el islam y los infieles,
el bueno y los malos, no pueden vivir juntos en paz".

Bashir, el supuesto líder espiritual de la organización terrorista
del sureste asiático Yemaa Islamiya (JI), acababa de saber que el ministro
de Justicia indonesio iba a reducir cuatro meses y medio su condena de 30 meses
de prisión por inspirar los atentados de Bali en 2002, en los que murieron
202 personas. Pero cuando la conversación se desvió hacia el
que fuera comandante en jefe de JI, Mohammed Nasir Abas, Bashir gritó furioso: "¡Es
un traidor, un traidor!".

Abas testificó contra el hombre al que aún llama "maestro",
en 2004, le describió como el "emir de JI" y aseguró que
Bashir se había reunido con Bin Laden y que había dado su visto
bueno al asesinato de no musulmanes. Ahora ha redactado su propia confesión
terrorista, La Yemaa Islamiya al descubierto: confesiones
de un ex miembro
,
publicado en bahasa indonesio en julio de 2005 y que ha convertido a su autor
en una especie de celebridad en su país. El libro ofrece una visión
de la más rara de las sociedades secretas: describe la estructura, la
estrategia y la ideología de la Yemaa Islamiya.
El autor no ha dado del todo la espalda a JI. Sigue defendiendo que esta organización
no debería ilegalizarse porque, según él, muchos de sus
integrantes rechazan la visión de Al Qaeda sobre una yihad (guerra santa)
global. De hecho, cuando me reuní con él el pasado verano, seguía
evitando condenar a su antiguo líder. "No puedo decir que [Bashir]
mintió u ordenó los atentados", comenta Abas, "pero…
no hizo nada para evitar que Hambali (un veterano de la guerra entre la URSS
y Afganistán, ahora detenido por EE UU) planificara los ataques suicidas
y los asesinatos de civiles, incluso de musulmanes inocentes. Ésa es
una de las razones por las que abandoné JI".


Cuando los líderes de Yemaa Islamiya empezaron a confundir a la comunidad de creyentes, tergiversando las enseñanzas islámicas, Abas dice que tuvo que retirarse


Cuando se creó a mediados de 1990, le pidieron que jurara lealtad a
la nueva organización y a los principios contenidos en su Guía
general para la lucha de la Yemaa Islamiya
. Abas sostiene que, con ese compendio
de normas, JI puede funcionar como una "organización secreta" ocultando
a la opinión pública su doctrina, sus miembros y sus operaciones.
Pero afirma que la guía no permite mentir a los musulmanes. Cuando Bashir,
Hambali, Imam Samudra (el cerebro de los atentados de Bali) y otros empezaron
a confundir a la comunidad de creyentes, tergiversando las enseñanzas
islámicas, Abas dice que tuvo que dejar JI.

Aunque se opone a la justificación de la violencia contra los no musulmanes
y los musulmanes laicos, el libro de Abas se queda corto en cuanto a otros
aspectos clave de la organización, como la manera en que llegó a
compartir el sueño de Al Qaeda de una yihad global, los atentados suicidas
y la admisión de los asesinatos de otros musulmanes y de civiles no
combatientes. Habla de su propia iniciación en la yihad, después
de una educación laica en Malaisia, una epifanía religiosa a
los 16 y la posterior llamada de un mentor carismático instándole
a acudir a los campos de entrenamiento de Afganistán para convertirse
en instructor de armas y maestro religioso, y su designación por Bashir
como uno de los líderes regionales de JI.

Su libro puede ofrecer a las autoridades antiterroristas una visión
de cómo jóvenes brillantes y serios abrazan la yihad violenta.
Y en este punto reside la verdadera utilidad de esta obra, en la narración
arrepentida de cómo pueden secuestrarse jóvenes idealistas para
convertirlos en terroristas. Pero todas las enseñanzas que puedan extraerse
no servirán de nada si los gobiernos se niegan a plantar cara a los
terroristas nacionales. En Indonesia, el presidente Yudhoyono sostiene que
no puede someter a la aprobación del Parlamento una ley para ilegalizar
JI por falta de pruebas de su existencia. El portavoz de dicha cámara
y muchos líderes musulmanes del país incluso han ido a la prisión
a visitar a Bashir para demostrar su solidaridad con esta víctima de
la presión y la injerencia de EE UU y Australia. Irónicamente,
el aumento de la democratización de la política del archipiélago
ha debilitado la determinación de abordar el problema del terrorismo.
Ciertos grupos yihadistas militantes, así como ciertos partidos islámicos
de la corriente dominante, fueron ilegalizados hasta la caída de Suharto,
pero en estos momentos su apoyo es fundamental para un Gobierno en el que ningún
partido posee el control de más del 25% del Parlamento.

Scott Atran es jefe de investigaciones
antropológicas del Centro Nacional de Investigaciones Científicas
de París (CNRS) y profesor adjunto de Psicología en la Universidad
de Michigan (EE UU).