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Olvide las negociaciones de paz. No hay ningún acuerdo final a la vista entre israelíes y palestinos. Con las conversaciones como música de fondo, Barack Obama debería ponerse serio. El resto de su mandato debería invertirse en construir las instituciones de un Estado palestino en Cisjordania, no en perseguir un sueño.

Durante las dos últimas administraciones, Washington ha otorgado ayudas sustanciales a la Autoridad Palestina. Se ha creado un cuerpo de policía de la AP que cada vez es más fiable y está mejor entrenado, en lugar de las bandas criminales de Yaser Arafat disfrazadas de fuerzas policiales, y la cooperación antiterrorista entre Israel y la Autoridad Palestina está creciendo. Estados Unidos ha apoyado los esfuerzos del primer ministro Salam Fayyad para impedir que la corrupción, endémica en Al Fatah, el estancado partido político de Arafat, infectara la AP de nuevo. El PIB de Cisjordania creció un impresionante 7% durante 2009, incluso en medio de una recesión global. Pero aunque se han hecho grandes avances, la economía palestina depende aún mucho de la ayuda internacional, y los grupos extremistas han demostrado que conservan la capacidad de lanzar ataques contra Israel desde Cisjordania.

Si se construye, ellos lo firmarán. La única forma de asegurar a los palestinos que un Estado es posible consiste en hacer uno, y la única manera de asegurar a los israelíes que su seguridad saldrá reforzada y no debilitada es que lo vean con sus propios ojos. Eso no sucederá en Camp David u Oslo o Annápolis; sólo se producirá allí, en el territorio de Cisjordania.