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Matteo Renzi
durante una entrevista en televisión con la imagen de Giuseppe Conte detrás. (Massimo Di Vita/Mondadori Portfolio via Getty Images)

Cuáles son los escenarios posibles en Italia con los enfrentamientos entre Renzi y Conte abiertos. Será posible formar gobierno en el país.  

En los dos últimos meses hemos asistido al abierto enfrentamiento entre el primer ministro que ha tenido Italia desde junio de 2018 (el jurista apuliano Giuseppe Conte) y el senador por Toscana y exprimer ministro Matteo Renzi. La consecuencia de este enfrentamiento ha sido la entrada en barrena de la actual coalición de gobierno; la retirada de los representantes del partido de Renzi en el gobierno (dos ministras y un subsecretario); y, finalmente, la dimisión de Conte. En realidad, se trataba de algo que tarde o temprano sucedería: cuando Conte, dos semanas después de formarse el segundo gobierno presidido por él, supo que Renzi se escindía del Partido Democrático (PD) y formaba su propio grupo parlamentario (conocido como Italia Viva), dijo de manera lacónica un “nos podía haber avisado de lo que iba a hacer”. Y es que Conte sabía el problema que representaba tener a Renzi campando a sus anchas y yendo por libre. Menos de año y medio después, este profesor de Derecho Privado no ha tenido más remedio que presentar su dimisión a la espera de que pueda presidir un tercer gobierno consecutivo. Y lo peor para él es que precisa en este momento de su principal antagonista, que no es otro que Matteo Renzi, para lograr ese fin.

Pocos saben que la relación de Conte y Renzi viene de bastante tiempo atrás. Los caminos de ambos se cruzaron cuando Renzi entró en la Universidad de Florencia para cursar la carrera de Derecho, allá por el año 1994, una titulación en la que, por aquel entonces, Conte impartía clases de Derecho Privado. No obstante, ambos no comenzaron realmente a tratarse hasta quince años después, cuando Renzi se convirtió en el alcalde de Florencia. Debe tenerse en cuenta que el paso de Renzi por la universidad fue poco o nada relevante: como él mismo ha confesado, era un estudiante de aprobado raso, con su vista puesta en dar el salto a la política. Afiliado a la democraciacristiana, en 2004 Renzi ya era presidente de la provincia de Florencia y cinco años después lograba la alcaldía de la histórica ciudad y emblema del Renacimiento italiano.

Las relaciones entre Renzi y Conte durante los años 2009-14 fueron cordiales. Conte, a diferencia de Renzi, no era toscano de origen, sino apuliano, oriundo de la pequeña localidad de Volturara Apulia. Es más, Conte ni siquiera había estudiado la carrera de Derecho en Florencia, sino en Roma, pero luego había logrado plaza de profesor en la principal universidad de la Toscana. Así que Renzi, muy conocido en Florencia por la intensa actividad que desarrolló como alcalde, trató de que aquel profesor, al que apenas había tratado en la universidad, se introdujera aún más en la sociedad florentina. Todo ello sin saber que unos años después sus caminos no solo se cruzarían, sino que incluso llegarían a convertirse en rivales encarnizados.

Y es que Renzi nunca pudo llegar a pensar que Conte daría el salto a la política, ya que no había militado en ningún partido político (y sigue sin hacerlo). Pero todo cambió para Conte cuando otro alumno suyo en Florencia, el siciliano Alfonso Bonafede, que con el tiempo se convertiría en uno de los puntales del Movimiento Cinco Estrellas, le convenció para comenzar a participar en la actividad pública. Finalmente, el 2 de marzo de 2018, solo dos días antes de que se celebraran las últimas elecciones generales que ha habido en el país, Conte fue dado a conocer a la opinión pública italiana. Y es que Di Maio, cabeza de cartel por Cinco Estrellas para aquellas elecciones, decidió por sorpresa hacer algo nunca visto: presentar la lista de su futuro gobierno en caso de ganar los comicios y ser nombrado primer ministro. En aquella lista uno de los nombres que figuraban eran precisamente el de Conte, al que se le asignaba la cartera de Función Pública.

En aquel momento, resultaba sencillamente impensable que Conte pudiera convertirse un día en rival directo de Renzi, que tenía como bagaje el haber sido primer ministro más joven de la Historia de la I República italiana; el haber presidido uno de los gobiernos más longevos desde que se fundara esa misma república (más de 1.000 días entre febrero de 2014 y diciembre de 2016); y el haber ganado hasta en dos ocasiones las primarias del Partido Democrático (la primera vez en diciembre de 2013, la segunda en mayo de 2017). Pero la realidad es que, mientras el PD encabezado por Renzi sufría un auténtico descalabro en las elecciones de marzo de 2018, el Movimiento Cinco Estrellas no sólo resultaba el partido más votado, sino que se hacía con uno de cada tres votos (32,6% de los sufragios emitidos) y sacaba catorce puntos de ventaja al segundo partido más votado (precisamente el PD de Renzi).

Una vez que, tras tortuosas negociaciones (¡nada más y nada menos que tres meses!), la Lega de Matteo Salvini y el Movimiento Cinco Estrellas de Di Maio, alcanzaron un pacto de legislatura (el pomposamente llamado “contrato de gobierno”), Di Maio se encontró con que el presidente Mattarella se negaba en redondo a encargarle formar gobierno: además de ser demasiado joven (32 años en ese momento), Di Maio ni siquiera poseía titulación universitaria. Y se daba la circunstancia de que todos los primeros ministros nombrados hasta ese momento (cerca de 30 en setenta y dos años de vida republicana) habían tenido su “laurea” universitaria. Así que Di Maio no tuvo más remedio que dar el nombre de alguien que no fuera él y el elegido fue… precisamente Conte.

A pesar de ello, a Renzi nada le preocupaba que Conte fuera el primer ministro. Durante el gobierno formado entre Lega y Cinco Estrellas (junio de 2018-septiembre de 2019), Conte dio la imagen de auténtica marioneta en manos de Salvini y Di Maio. Hasta el punto de que Renzi se refería públicamente a Conte como “la piu clamorosa fake news”, mostrando el mayor de sus desdenes. Viendo cómo había funcionado en ese primer gobierno, Renzi no tuvo mayor inconveniente en, una vez que se nombró el Segundo Gobierno Conte, apoyar que éste siguiera al frente de la presidencia del Consejo de Ministros.

Pero todo cambió a partir del cierre del país (10 de marzo de 2020). Renzi se iba hundiendo en las encuestas (del 6% que obtuvo en octubre de 2019 pasó a menos del 3% en abril-mayo de 2020), mientras Conte emergía con fuerza ante una población italiana sorprendida de que aquel primer ministro sin apenas trayectoria política estuviera sabiendo gestionar con tanta eficacia la llamada “emergencia sanitaria”. Renzi comenzó entonces a asumir que era mejor esperar a mejores tiempos y cambió por completo su discurso: de pensar en hacer caer a Conte, pasó, en cuestión de meses, a afirmar constantemente “reconstruyamos el país entre todos”. Y el cambio de discurso acabó reportándole beneficios: en las elecciones para el gobierno de siete regiones, celebradas en la tercera semana de septiembre pasado: el partido de Renzi logró una media de 5,1% de voto directo, doblando lo que afirmaban casi todos los sondeos.

Parecía que ambos habían llegado a un entendimiento. Es más, Renzi elogió a Conte en sede parlamentaria cuando este volvió de la cumbre europea con la mayor cantidad destinada a un país del conjunto del Fondo de Reconstrucción Europea: nada más y nada menos que 209.000 de los 750.000 millones que había en juego fueron a parar a las arcas italianas. Cierto es que se percibía en el ambiente que el reconocimiento de la labor de Conte por parte de Renzi sería algo limitado, pero también que el joven político toscano iba a abandonar las posturas críticas de solo unos meses antes.

Lo cierto es que todo cambió en la primera quincena de diciembre. Había que diseñar la estructura del llamado “Recovery fund” (la administración de los fondos europeos, en esencia) y entonces a Conte no se le ocurrió mejor idea, con el apoyo de Cinco Estrellas y PD, de excluir de este diseño a la Italia Viva de Renzi: en otras palabras, quería los votos del partido del ahora senador por Toscana para poder gobernar, pero sin permitir a estos tener el más mínimo protagonismo. Y, claro está, a Renzi le faltó tiempo para reaccionar. Comenzó a criticar muy duramente a Conte, a quien calificaba en todos los medios de comunicación de ser éste un auténtico incompetente y, para concluir, le retó a encontrar a una mayoría alternativa a él. Al retirarse el partido de Renzi de la coalición de gobierno, Conte no tuvo más remedio que someterse a una moción de confianza en el Parlamento. La salvó en ambas cámaras, pero en el Senado se evidenció que no había sido capaz de encontrar una mayoría alternativa a la de Italia Viva.

La consecuencia de ello fue, como es sabido, la dimisión de Conte, que finalmente ha buscado sus relaciones con Renzi. Sin embargo, sus visiones son claramente contrapuestas: Conte está condicionado por el partido que le apoya (el Movimiento Cinco Estrellas), una formación que se mueve entre el europeísmo y el euroescepticismo, frente a un Renzi que es el mayor partidario, dentro de la clase política actual, de que Italia participe de la construcción europea. Consecuencia de ello es que mientras Conte se ha negado siempre a aceptar el MES o “mecanismo salva-Estados” (porque ello deja al país a merced de los bancos alemanes y franceses), Renzi no hace más que exigir el inmediato “sí” a éste porque el MES forma parte de la Unión Bancaria y Monetaria y porque supondría una inyección automática de 36.000 millones para las maltrechas arcas italianas.

Pero, por encima de esto, se observa una clara incompatibilidad entre ambos: los dos con muchas personalidad y carácter muy fuerte; los dos muy líderes y, en suma, la incapacidad real de convivir ambos en una misma coalición, porque el uno no acepta órdenes del otro y viceversa. Dos auténticos “gallos” en un mismo corral que ha puesto en riesgo la gobernabilidad del país. Puede haber pacto final entre ambos porque los dos temen unas elecciones anticipadas, pero lo que se evidencia es que Conte hará todo lo posible por buscar un grupo parlamentario que pueda servir de alternativa al de Renzi, mientras que éste, a su vez, sugerirá todos los nombres que sean posible con tal de evitar que Conte repita como primer ministro en el que sería su tercer gobierno consecutivo. El problema de ese grupo parlamentario alternativo es que, fuera de los tres partidos que siguen integrando la coalición de gobierno, y de los otros tres que conforman la centroderecha, apenas hay donde buscar. En efecto, más allá del grupo Por la Autonomía (en esencia, los diputados del Partido Popular de Tirol del Sur, representantes del Alto Adige, zona fronteriza con Austria), que por lo general se suelen mantener al margen de la gobernabilidad del país, solo queda el pobladísimo Grupo Mixto, con casi treinta senadores.

El problema de dicho Grupo Mixto es que está repleto de parlamentarios que, o bien se marcharon del Movimiento Cinco Estrellas dando un portazo, o bien fueron expulsados del mismo. Y, claro está, ahora no van a salvar a la única persona (precisamente Conte) que puede revitalizar esta maltrecha formación. Realmente, solo pueden sumarse a la “maggioranza” los “tránsfugas” natos, pero, como tales, tan pronto pueden estar con la centroizquierda como en cualquier momento marcharse a la centroderecha, y eso el presidente Mattarella lo sabe. Renzi, en cambio, solo dispone de 18 parlamentarios, pero a día de hoy de completa fidelidad a su persona, entre otras razones porque muchos de ellos entraron en el Parlamento de su mano.

Más de uno se preguntará: ¿realmente le compensa a Renzi abrir el “melón” de la gobernabilidad con un partido fundado hace menos de un año y con elecciones generales cada vez más cercanas? ¿No está arriesgando quedarse sin posible acomodo para estos parlamentarios en los siguientes comicios? La respuesta es sencilla: si Renzi no hubiera entrado en conflicto con Conte y los dos principales partidos de la coalición (Cinco Estrellas y PD), su grupo parlamentario se hubiera visto en la tesitura de votar a favor del Ejecutivo, pero sin poder significarse dentro de éste. Y ello hubiera diluido la relevancia de la formación, con lo que sus parlamentarios habrían tenido muy difícil revalidar escaño.

Además, Renzi tiene la vista puesta realmente en la centroderecha, y en que los suyos acaben formando parte de una amplia coalición de centro y europeísta: con la ley electoral actual en mano (la llamada “Rosatellum bis”), que exige un mínimo de un 3% de los votos para partidos individuales y pide tan solo un 10% para las formaciones que se presentan coaligadas, y sabiendo que hay otros en su misma situación (Piu Europa, Azione, Cambiamento), todo será cuestión de saber negociar con los líderes de estas pequeñas formaciones la inclusión de los suyos en las listas. Y es que al exprimer ministro le resulta completamente indiferente lo que piensen los votantes de la actual coalición de gobierno: sabe que no lo quieren (realmente, no le han querido nunca) y que, en cambio, más a la derecha está mucho mejor visto. Así que las críticas de Cinco Estrellas y PD (con sus aparatos mediáticos incluidos) que ha recibido en las últimas semanas, no son un inconveniente para el aún joven senador toscano, sino más bien un acicate.

De ahí que Renzi hará todo lo posible por liquidar a Conte, a quien no perdona ni haberle excluido de la administración de los fondos europeos ni el haber buscado un grupo parlamentario alternativo con el fin de desembarazarse de él, culminando así un creciente desencuentro que ha llegado hasta la dimisión de Conte y la formación de un nuevo gobierno. Y todo esto lo sabe muy bien Sergio Mattarella, presidente de la República y el hombre que debe tomar la decisión final sobre el que será el tercer Ejecutivo de la legislatura en curso.