Una joven mira hacia el norte en el parque Paju, cerca de la zona desmilitarizada que divide la península coreana, diciembre de 2011. Jung Yeon-Je/AFP/Getty Images
Una joven mira hacia el Norte en el parque Paju, cerca de la Zona Desmilitarizada que divide la península coreana, diciembre de 2011. Jung Yeon-Je/AFP/Getty Images

La presidenta surcoreana, Park Geun-hye, mantiene una política de apertura hacia fuera y de cerrazón hacia dentro.

El paralelo 38 que divide la península coreana desde 1945 parece incomodar cada día más a Corea del Sur, uno de los países más boyantes del mundo y la cuarta economía de Asia. Su presidenta, Park Geun-hye, ha convertido la reunificación en uno de los pilares de su política. Con ella alimenta una popularidad que sufre los embates de una errática política interna, aderezada con hoscos intentos de controlar a los medios públicos de comunicación.

La apertura de la diplomacia surcoreana ha permitido a Park superar el fracaso de no encontrar un candidato aceptable para sustituir al primer ministro Chung Hong-won, quien presentó la dimisión por su mala gestión en el hundimiento del ferry en el que murieron 304 personas, la mayoría estudiantes, el abril pasado. Después de dos polémicos nombramientos, que se retiraron antes de someterse al voto del Parlamento, Park volvió confirmar a Chung al frente del Gobierno, a finales de junio.

La tragedia del ferry y los descarados intentos de amordazar la prensa para impedir las críticas al Gobierno por su “pobre y tardía actuación” desataron las protestas de los familiares de las víctimas, de los estudiantes y de la oposición. La popularidad de Park, hasta entonces varios puntos por encima –llegó a un 60%– de cuando ganó las elecciones en diciembre de 2012, sufrió un revés. Los ceses continuos de sus hombres de confianza, desde el jefe de los servicios secretos al consejero de Seguridad Nacional y una decena de ministros, fomentaron los ataques de la oposición sobre la incapacidad de la Presidenta para formar un equipo de trabajo.

El cargo de primer ministro es bastante irrelevante, pero los candidatos han sido desastrosos. El  primer elegido para sustituir al dimisionario Chung fue cuestionado de inmediato por los medios de comunicación debido a que se había enriquecido de forma muy rápida. El segundo, un conocido columnista conservador, se retiró después de que le airearan que en 2011 justificó en una conferencia en una iglesia presbiteriana que la brutal colonización japonesa (1910-1945) fue “voluntad de Dios”.

Hija de Park Chung-hee, el dictador que gobernó el país (1961-1979) con puño de hierro, la presidenta ha puesto en marcha su política de reunificación con la misma determinación con la que su padre se empeñó en la industrialización y modernización aceleradas de Corea del Sur. Cuando Park Chung-hee dio el golpe de Estado, la economía surcoreana era fundamentalmente agrícola y el nivel de vida de la población era mucho más bajo que el de los norcoreanos. Justo la situación inversa a la de hoy.

Según el Anuario Mundial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, el producto interior bruto per cápita de Corea del Sur alcanzó en 2011 los 31.700 dólares (por encima de España, con 30.600), ...