¿Cómo se puede encarrilar la estrategia en la guerra de Afganistán? Algunas claves para salir del país centroasiático garantizando la seguridad de la región y la de Occidente.

 

¿Qué hacemos o por qué estamos en Afganistán? Se preguntan muchos medios y ciudadanos. Ni siquiera Barack Obama parece convencer a unas opiniones públicas cada vez más escépticas acerca del porvenir de la operación internacional en el país centroasiático. Sin embargo, en un esfuerzo de claridad, sinceridad y realismo, el presidente estadounidense hizo un discurso valiente y recordó el porqué de la intervención en Afganistán describiendo a este Estado y su vecino Pakistán como “el epicentro del extremismo violento practicado por Al Qaeda e hizo hincapié en la idea de que la seguridad de EE UU y Occidente están en juego en esta zona. Obama no consiguió la tarea imposible de la cuadratura del círculo de la estrategia para Afganistán y Pakistán, pero su intervención tiene un valor indudable porque constituye un esfuerzo raro en un gobierno occidental de explicar de forma clara y directa al electorado lo que se pretende hacer en Afganistán. Un ejercicio del que muchos gobernantes deberían tomar nota en un momento en el que el apoyo popular está en lo más bajo.

Del discurso de Obama tan sólo parecen haber trascendido dos números: 30.000 y 2011. El primero referido al número de tropas adicionales que EE UU desplegará en el país centroasiático en los próximos seis meses y, el segundo, a la fecha del comienzo del repliegue progresivo de las fuerzas estadounidenses y el traspaso de la seguridad al gobierno de Hamid Karzai. Sin duda, la mención expresa de una fecha de salida es la que ha suscitado más críticas: expertos como Ahmed Rashid mantienen que los talibanes podrían aprovechar el calendario propuesto y optar por evitar el enfrentamiento durante los próximos 18 meses y volver a emerger tras la marcha de EE UU. Otros comentaristas advierten de los riesgos de una retirada programada para Pakistán, cuyas fuerzas de seguridad pueden optar por no luchar con el necesario fervor contra los talibanes afganos al enfrentarse a la perspectiva de volver a verse solos ante el enemigo afincado en su territorio.

 










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Pero el problema radica no tanto en mencionar una fecha de salida en concreto, sino en la tentación de interpretarla de forma absoluta e independiente de la evolución de la situación en el terreno. Y es en la relación causal entre la consecución de los objetivos de la misión y la fecha de retirada de las tropas dónde el discurso de Obama flaquea o adolece, según algunos, de una molesta ambigüedad: “ejecutaremos una transición de forma responsable, teniendo en consideración las condiciones en el terreno, puntualizó el Presidente estadounidense. El problema es que sin objetivos parciales y finales establecidos de modo claro y sobre todo, sin indicadores o parámetros de ...