Tras un resultado electoral sorpresa, un enfrentamiento entre Alvarados decidirá quién es el nuevo presidente de Costa Rica el próximo 1 de abril.

Costa-Rica
Un cartel de campaña del candidato Carlos Alvarado, San José, Costa Rica. Ezequiel Becerra/AFP/Getty Images

El sorprendente resultado de la votación del domingo 4 de febrero en Costa Rica puso de relieve el continuado declive del sistema de partidos del país, que tantas alabanzas suscitaba en el pasado. Fabricio Alvarado, un candidato evangélico independiente que se presentaba por la plataforma del conservador Partido de Restauración Nacional (PRN), fue el contendiente más apoyado, con un 24,9% de los votos. Le siguió Carlos Alvarado (sin ningún parentesco con Fabricio), el candidato de centro-izquierda al frente de la plataforma del Partido de Acción Ciudadana (PAC), actualmente en el poder, que consiguió un 21,6%. Dado que el candidato vencedor no consiguió reunir más del 40% de los votos, está previsto que se celebre una segunda vuelta que enfrentará a los dos Alvarados el 1 de abril.

Aunque las encuestas inicialmente situaban en cabeza a Antonio Álvarez, del socialdemócrata Partido de Liberación Nacional (PLN), y Juan Diego Castro, un antiguo miembro del PLN que se pasó al conservador Partido de Integración Nacional (PIN), el ascenso de Fabricio Alvarado resultó inesperadamente provocado por el pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que ordenaba a Costa Rica un cambio en su legislación para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. Los conservadores del país se unieron en torno a su candidatura, a la vez que este prometía proteger los “valores familiares”.

Las elecciones fueron un importante golpe para Álvarez y su PLN, que apenas recibió el respaldo de un 8,6% de los votantes. El PLN, junto al Partido de Unidad Social Cristiana (PUSC), formó parte en el pasado del sistema bipartidista que dominó la política tica de 1986 a 2002. Aunque el PLN ha experimentado su buena dosis de derrotas electorales, nunca antes había fracasado en el intento de pasar a la segunda ronda de votación, marcando el peor resultado del partido desde que Costa Rica emprendiera la transición a la democracia a comienzos de los 50.

Las recientes elecciones han puesto de manifiesto el descontento de los costarricenses con la política tradicional, así como el estado de la democracia en el país. El 4 de febrero, como parece ser ahora la norma, más de un tercio de los ticos (el 34,4%) decidió quedarse en casa en lugar de ir a votar. Como resultado, el país se enfrenta a una situación sin precedentes: dado que los votantes le han dado la espalda a los partidos tradicionales, ahora tienen que elegir entre dos recién llegados a la política.

Antes de convertirse en el candidato favorito para los comicios de este año, Fabricio Alvarado, de 43 años, era un predicador evangélico que se hizo popular cantando canciones cristianas. En 2014, fue elegido diputado por la provincia de San José, que alberga la capital de Costa Rica y es la región más poblada del país. ...