maliportada
Cartel del presidente de la transición, Assimi Goita, en Bamako, tras el anuncio de las sanciones de la CEDEAO sobre Malí. (Nacer Talel/Anadolu Agency via Getty Images)

Con la actual situación en el país, son muchas las cuestiones que alimentan un futuro incierto en la región.    

En los últimos dos meses, han sucedido una serie de acontecimientos en Malí que han cambiado irreversiblemente el tablero de juego del Sahel. El año 2022 comenzaba con las sanciones de la organización regional para África Occidental, la CEDEAO, contra el país por la propuesta que realizó el ministro de Asuntos Exteriores, Abdoulaye Diop, de llevar a cabo unas elecciones en cinco años. Con un gobierno de transición tras el golpe de Estado de 2020, la CEDEAO le había impuesto como límite la celebración de las elecciones en febrero de 2022. Entre las duras sanciones que se han establecido destacan el cierre de las fronteras y del comercio no esencial, con la intención de provocar su aislamiento para que no tuvieran otro remedio que reconsiderar el calendario electoral. Esta decisión de la organización regional fue apoyada por los países occidentales, especialmente por Francia. Sin embargo, tuvieron el efecto contrario al esperado ya que las sociedades africanas se solidarizaron con la junta maliense, considerando que la CEDEAO estaba influenciada por el gobierno francés y que el pueblo maliense era libre para decidir una transición en el tiempo que ellos deseasen. La petición firmada por 60 líderes de la sociedad civil y de partidos políticos de África Occidental ejemplifica el sentimiento de simpatía hacia el pueblo. Los líderes de la oposición han expresado rápidamente su apoyo a Malí contra las sanciones, especialmente en Costa de Marfil y en Níger. La propuesta fue una de las conclusiones de los Diálogos Nacionales de la Refundación que se celebraron en el país durante el último trimestre de 2021. La junta no ha contado jamás con más apoyo, convirtiéndose su líder, Assimi Goita, en el símbolo del panafricanismo contra la injerencia occidental. La manifestación que convocó el gobierno en protesta de las sanciones de la CEDEAO ha sido considerada por los medios de comunicación como la más grande de la historia moderna de Malí, con varios miles de personas movilizadas en todo el país.

Las relaciones entre Malí y algunos países de la Unión Europea se habían deteriorado en los últimos meses. En el caso de la relación franco-maliense, la junta militar y el Elíseo habían intercambiado declaraciones hostiles, especialmente en torno a la presencia de la empresa militar privada rusa Wagner en el país. Desde que Macron anunció el fin de la Operación Barkhane en julio de 2021, que terminó siendo una reestructuración del norte al centro del país, el gobierno maliense ha buscado una alternativa a los franceses y la ha encontrado en la empresa militar que no le impone ser una democracia ni le critica en público. Aunque no es posible conocer el acuerdo firmado con la compañía rusa, los servicios de inteligencia franceses señalan que están formando a las tropas malienses y realizando operaciones antiterroristas en las regiones del centro y del norte. El deterioro de la relación entre Malí y Francia culminó con la expulsión del embajador galo, la petición de la revisión de los acuerdos de cooperación de defensa entre ambos países y, la declaración del pasado 17 de febrero, en la que finalmente Macron anunció la retirada definitiva de todas sus tropas. Con el fin de la Operación Barkhane también se ha suspendido la misión europea antiterrorista de Takuba que contaba con contingentes de distintos países europeos (Suecia, Estonia, Dinamarca, entre otros). Tras el anuncio, Malí acusó a Francia de “haber jugado un rol activo en los problemas de seguridad actuales en el país, afirmando que los resultados de su operación no han sido satisfactorios en la lucha contra el terrorismo y, por tanto, invitando a que se retiren lo antes posible del territorio maliense”. A pesar de este fin de la cooperación militar francesa, el gobierno maliense discutió con los embajadores miembros de la fuerza especial Takuba para poder realizar una cooperación bilateral en el futuro. Por otro lado, ni las misiones europeas (EUCAP, EUTM o GAR-SI), en las que España juega un papel importante con un gran número de efectivos, no se verán afectadas en el futuro inmediato por estos acontecimientos. Por otro lado, la transición maliense ha decidido establecer una serie de comités para dialogar con la CEDEAO, con la esperanza de encontrar un término medio que permita completar la transición hacia el gobierno civil lo antes posible.

malirusia
El ministro de Asuntos Exteriores de Malí, Abdoulaye Diop, y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, ofrecen una rueda de prensa conjunta tras sus conversaciones en la casa de recepción del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso en Moscú. (Russian Foreign Ministry\TASS via Getty Images)

La situación en Malí contribuyó en cierta medida al golpe de Estado en Burkina Faso. La inseguridad en el norte de Burkina Faso tiene una relación directa con la expansión terrorista del centro de Mali, siendo los mismos grupos los que cometen los atentados a ambos lados de la frontera. La ineficacia del gobierno de Burkina Faso para hacer frente a la amenaza terrorista es la razón principal que ha motivado el golpe de Estado. Para la población, cansada y frustrada por la inseguridad en todo el país, la declaración del expresidente burkinés Roch Kaboré apoyando las sanciones contra Malí y cerrando la frontera de 1.000 kilómetros con el país vecino produjo un malestar en todas las localidades del norte que viven del comercio. A pesar de que había rumores de un posible golpe de Estado inminente desde noviembre de 2021 y un intento a principios de enero, no fue hasta finales del mes pasado, cuando el coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, del Movimiento Patriótico para la Salvaguarda y Restauración, disolvió el gobierno y se proclamó líder de la junta de transición. Por ahora esta está realizando las primeras acciones para organizar las elecciones, pero es demasiado pronto para poder realizar ningún juicio de valor. Tampoco podemos conocer aún si este gobierno se acercará a Rusia y a Wagner como lo han hecho sus vecinos, Malí y Guinea.

Además de los acuerdos de cooperación militar entre Rusia y Malí, el pasado octubre el segundo recibió cuatro helicópteros de combate rusos. Por un lado, en las manifestaciones de apoyo al nuevo gobierno, se veía a jóvenes ondeando banderas rusas, por el otro, estas últimas dos semanas la Operación Barkhane ha realizado dos misiones conjuntas con el gobierno de Burkina Faso con resultados satisfactorios, una de ellas en la zona de las tres fronteras, conocida como Liptako Gourma y otra en colaboración con las fuerzas armadas de Benín en la frontera sur del país.

Con el anuncio de la retirada de las tropas francesas en Malí se va a reconfigurar el tablero internacional en el Sahel, con incógnitas para el futuro de la región. Debido a que el país es el epicentro del terrorismo en la región, allí se encuentran la mayoría de las operaciones de estabilización y contraterrorismo del Sahel, incluyendo la MINUSMA, las misiones de la Unión Europea previamente mencionadas, el G5 Sahel y su fuerza conjunta y las operaciones Barkhane y su Task Force Takuba. De todas ellas, la única que realizaba acciones antiterroristas de manera ininterrumpida es la de Barkhane. Con la salida de los franceses y europeos de Takuba, habrá una serie de repercusiones en el resto de las misiones internacionales y en la lucha contra el terrorismo en la zona.

En primer lugar, algunas de las tropas de Takuba se desplazarán a la frontera de Níger para poder combatir la amenaza terrorista en Malí desde ahí. A pesar de que el presidente nigerino Mohamed Bazoum tiene una estrecha relación con Francia, recordamos el incidente de diciembre del año pasado, cuando el convoy francés de Barkhane pasó por Tera (Tillaberi, al oeste de Níger) y fue bloqueado por varios cientos de personas que protestaban en contra de la dicha operación y la inseguridad. Tres jóvenes murieron en los incidentes. Por todo ello, aunque el gobierno nigerino haya invitado a las fuerzas europeas, no ha sido una decisión popular.

En segundo lugar, la operación Barkhane daba apoyo a la seguridad del contingente para el mantenimiento de la paz de la ONU en Malí (MINUSMA), en una de las zonas más violentas del país, la región de Gao. Sin ese soporte se teme que la capacidad operacional de la MINUSMA se vea reducida o incluso que sea el objetivo de más atentados de los grupos terroristas que operan en la región, JNIM, vinculado a Al Qaeda del Magreb Islámico y el Estado Islámico del Gran Sahara, filial de Daesh en la subregión. Otros interrogantes aún sin respuesta están relacionados con la retirada de las tropas de Malí, teniendo en cuenta que no se puede hacer de un día para otro; el futuro de la organización para la cooperación en seguridad regional G5 Sahel, en la que Francia estaba muy involucrada; o incluso la posibilidad de que la operación Barkhane también establezca sus bases en el territorio de Burkina Faso.

Por último, se teme por la seguridad en general en el Sahel y concretamente en Malí. La empresa militar privada rusa no va a ser capaz de sustituir a los 5.000 soldados franceses y sus capacidades militares. La comunidad internacional es consciente de las numerosas violaciones de derechos humanos que el grupo Wagner ha cometido en otros países como en la República Centroafricana, incluyendo ejecuciones sumarias y torturas y se teme que acciones similares ocurran en el país. Sin la operación Barkhane, el Estado maliense va a tener que hacer un esfuerzo sobrehumano para poder evitar que las ciudades del norte y centro no caigan en manos de los grupos armados y los terroristas como ya sucedió con la toma de Tombuctú en 2012. La junta maliense parece confiada en que será capaz de hacer frente a la amenaza, pero haber quemado los puentes con algunos de sus socios europeos, como Alemania y Dinamarca, convierte en permanente la decisión de tener que enfrentarse sólo a la lucha antiterrorista. La semana pasada, las fuerzas armadas malienses realizaron una gran operación que involucró a su contingente aéreo que consiguió neutralizar a 57 terroristas. Esta operación ocurrió después de que el Estado Islámico del Gran Sahara acabase con la vida de 40 civiles, provocando miles de desplazados internos en la región de Gao. Este éxito ha sido utilizado como herramienta de comunicación para tranquilizar a una parte de la población maliense que teme por su seguridad una vez que los franceses hayan abandonado su territorio. Las incógnitas ahora son muchas, pero una suscita cierta preocupación: será el gobierno capaz de parar el avance terrorista y la radicalización de las poblaciones. Sólo el tiempo dirá si han podido, pero sorprendería que tras 10 años de constante expansión del terrorismo ahora consigan romper el ciclo de la violencia que comenzó hace diez años y que continúa expandiéndose hacia los países del Golfo de Guinea en la actualidad.