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AFP/Getty Images

 


El legado de Río+20


Andrea Arzaba 25/06/2012

La Cumbre de la Tierra, Río +20, ha finalizado. Los pasillos, que hace unos días estaban llenos de gente con traje corriendo detrás de los jefes de Estado, gobiernos y activistas; hoy se encuentran poco frecuentados. Es también el caso de los jóvenes, la mayoría de los que participaban en el proceso han abandonado los edificios. Ellos estaban aquí para influir en el documento final, llamado El futuro que queremos, pero se dieron cuenta de que el texto se había cerrado días antes y que, por lo tanto, éste no se iba a cambiar en la Cumbre; así que muchos decidieron partir.
He aquí, algunas observaciones y propuestas sobre el documento final:

Los países en vías de desarrollo (G77) no obtuvieron el dinero para un fondo de 30.000 millones de dólares anuales, que serían utilizarlos en proyectos de adaptación y mitigación ante su vulnerabilidad al cambio climático. Además, debido a la crisis actual de la Unión Europea y Estados Unidos, ninguno de ellos se comprometió de manera destacada a financiar proyectos que promuevan el desarrollo sostenible.
Otra proposición realizada por la UE fue la creación de una agencia mundial del medio ambiente que serviría para fortalecer el sistema actual y que podría reemplazar al PNUMA, pero se encontraron con la oposición de Brasil y EE UU. En el texto no está reflejado que ésta deba ser reconocida como una agencia de Naciones Unidas, ni que vaya a aumentar el poder del órgano ya existente.

En materia de economía verde, el documento reconoce que existen diferentes enfoques y visiones procedentes de cada país. Por lo que en función de sus circunstancias y prioridades, se recomienda a los Estados seguir un camino efectivo hacia el desarrollo sostenible. Una vez más, no hay metas ni plazos establecidos. Solo textos muy flojos.

Dentro de las propias delegaciones, las reacciones hacia el documento han sido muy diferentes. Si bien éste fue aprobado sin mayores objeciones, algunas delegaciones, como Reino Unido y Canadá, mostraron su completo apoyo al mismo, mientras que otras como la mexicana, estuvo de acuerdo en que el texto es un pequeño paso adelante, pero que estaban buscando algo más ambicioso. Por el contrario, las representaciones como Uruguay y Bolivia señalaron su rechazo y decepción no sólo al documento, sino también a todo el proceso.

Las organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil han mostrado sus quejas, en las ruedas de prensa y en los medios de comunicación. A su parecer, sólo se les consultó en el último minuto, cuando ya era muy difícil ejercer una presión lo suficientemente fuerte para que consiguiera cambios en los resultados. ONG como Oxfam, WWF y Greenpeace han ...