China lucha por encontrar supervivientes bajo los escombros de la peor catástrofe natural que ha sufrido en las últimas tres décadas, y en Myanmar (antigua Birmania) la cifra de víctimas del ciclón sigue aumentando. FP conversa con el experto en catástrofes Art Lerner-Lam sobre los lugares más castigados por los desastres y sobre la posibilidad de que se produzca un terremoto con un millón de víctimas.

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Grietas: Los países pueden tener un plan de respuesta frente a desastres naturales, pero ponerlo de verdad en práctica es otra historia.

Foreign Policy: ¿Qué puede contarnos acerca de las características sísmicas de la zona del centro de China donde ha ocurrido el terremoto? ¿Era previsible?

Art Lerner-Lam: El centro y el oeste de China son zonas muy activas sísmicamente. Están en el área de colisión de la placa india y la placa euroasiática, por lo que hay muchos temblores. En este sistema de fallas ya se habían producido seísmos con anterioridad, y la región estaba catalogada como zona de peligro. Así que el hecho de que haya un terremoto, en sí mismo, no es sorprendente. Lo llamativo es la fuerza que ha tenido. Fue potentísimo, 7.9. En una región de estas características, montañosa y densamente poblada, algo así puede causar enormes daños. El hecho de que se produjese muy cerca de la superficie también ha contribuido a aumentar su capacidad de destrucción.

FP: ¿Las operaciones de rescate que China ha realizado hasta el momento han sido eficaces?

ALL: Tienen un sistema de respuesta muy sofisticado, incluso para los estándares internacionales.  Se apoyan mucho en su Ejército, y cuentan con la asistencia de un gran contingente de ingenieros y científicos civiles. El problema no es el sistema, sino las peculiaridades de este suceso concreto. Ha ocurrido en una zona montañosa; hay problemas meteorológicos y de corte de carreteras que van a agravar las dificultades. Si no dispone de ganchos, grúas, helicópteros y provisiones en el mismo lugar del terremoto, hay que llevar todo hasta allí. Y no es nada fácil, si la zona del epicentro está aislada. En China los obstáculos son logísticos, más que institucionales.

FP: En los últimos meses han ocurrido varios desastres naturales en la zona del este y el sureste asiático. ¿Esta región es más propensa que otras a sufrir estas catástrofes, y lo será cada vez más en el futuro?

ALL: La respuesta a la primera pregunta es sí. El este, el sur y el sureste asiáticos son muy propensos, presentan lo que denominamos un perfil de riesgo por peligros múltiples. Sufren tifones, ciclones, inundaciones, terremotos, corrimientos de tierras y, en el caso de Indonesia, volcanes. Por su situación geográfica están expuestos a un amplio abanico de peligros.

Que el riesgo aumente o no, depende de dos factores. Primero, ¿está aumentando la frecuencia o intensidad de los propios desastres? Y segundo, ¿la gente se está haciendo más vulnerable a causa de la densidad de población y el tipo de infraestructuras? En el primer caso hay que ser un poco prudente. No se ha detectado ningún incremento de las catástrofes naturales, como los terremotos; no hay razones para esperarlo. Se trata de procesos geológicos, así que su frecuencia debería ser más o menos constante a lo largo del tiempo. Pero con la subida del nivel del mar a causa del calentamiento global, es posible que se produzca un aumento de los ciclones.

En cualquier caso, los cambios en la periodicidad e intensidad de los desastres son irrelevantes en comparación con los cambios en la forma de urbanizar y construir. La clave de la vulnerabilidad no está en los factores geográficos, sino en los sociales, económicos y políticos: construcción de ciudades junto a la costa, edificación inadecuada, instituciones incapaces de comprender la magnitud de las catástrofes y actuar frente a ellas, como está ocurriendo en Myanmar. La mayor parte del aumento de los daños causados por desastres se debe a los cambios en los modelos de desarrollo.

FP: Aparte del este y el sureste asiático, ¿cuáles son los lugares más azotados por las catástrofes naturales?

ALL: El Caribe y Centroamérica, el lado occidental de Suramérica, los pequeños Estados insulares del Pacífico Suroccidental, ciertas zonas del África subsahariana, especialmente en lo que se refiere a la sequía, y el Mediterráneo oriental. Hemos elaborado un estudio de puntos negros para el Banco Mundial. En general, los países costeros con baja renta per cápita suelen ser más vulnerables.

FP: ¿Hay algún país que destaque por su preparación frente a posibles desastres?

ALL: Creo que los chinos lo consideran un asunto que cualquier país en desarrollo debe afrontar. La emergencia de China se debe en parte a su capacidad para prepararse y gestionar internamente grandes catástrofes. Tienen claro que desarrollar esa capacidad es una de sus máximas prioridades. Japón y Taiwan prestan gran atención a los terremotos. Invierten en sistemas de detección, de protección civil y concienciación ciudadana.

Hay otros países con una falta de preparación alarmante, pero que aún así están haciendo progresos. Rumanía, por ejemplo, acaba de implantar un sistema de alerta temprana de inundaciones en el Danubio. En África están mal. [El continente] necesita mucho apoyo internacional para luchar contra la sequía y las inundaciones. Indonesia está haciendo interesantes progresos tras el tsunami. Cuba responde muy bien frente a huracanes, mientras, al lado, Haití lo hace fatal. Así que depende. Diría que California hace todo lo imaginable, dentro de las limitaciones presupuestarias, frente al riesgo de terremotos. Estados Unidos, en su conjunto, quizá invierte poco en prepararse. Japón y China cumplen con lo que cabría esperar de ellos.

FP: ¿Qué podemos hacer para minimizar el impacto de futuras catástrofes naturales?

ALL: Lograr que a escala global se perciban de modo correcto los riesgos de los peligros naturales. No sólo los peligros, sino los riesgos. Hay que combinar el conocimiento de la distribución geográfica de los procesos que causan daños a la población con la correcta comprensión de los puntos vulnerables sociales, políticos y económicos que contribuyen a aumentar el riesgo. Desde el punto de vista de la respuesta y la recuperación, hace falta un mecanismo internacional mucho mejor para gestionar los recursos y distribuirlos en caso de catástrofe. ¿Cómo crear un fondo internacional de prevención al que los países puedan recurrir? El Banco Mundial ha dado algunos pasos en esta dirección. Pero hace falta una fuente de financiación más estable para ayudas de emergencia.

FP: ¿Qué posible catástrofe no le deja dormir tranquilo?

ALL: Todos estamos preocupados por los grandes terremotos. A mí me inquieta sobre todo Asia. Hay grandes ciudades junto a fallas, algunas llevan 500 años sin temblores y les tocará en cualquier momento. Es muy posible que este siglo veamos un terremoto con un millón de muertos. No sería ninguna sorpresa para los sismólogos.
De modo más cotidiano, me preocupan mucho los ciclones tropicales, el de Myanmar es sólo el último ejemplo. Hay una preparación deficiente, sobre todo si tenemos en cuenta que existe tecnología para detectarlos y avisar con antelación a la población. Y lo que preocupa a mis compañeros expertos en climatología es la evolución a largo plazo del clima, que nos conduce a una mayor sequía. El agua está íntimamente ligada a la producción agrícola, y ahora mismo ya tenemos una crisis mundial de alimentos. Me inquieta que se pueda producir una sequía aguda, especialmente en el África subsahariana.

 

Art Lerner-Lam es director del Centro de Investigación de Peligros y Riesgos en el Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, EE UU.

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