Una mujer palestina beduina recogen sus pertenencias después de que hayan sido destruidas por el Ejército israelí en Al Maleh, en el sur de Tubas, Cisjordania, en la zona bajo control de Israel. ( Jaafar Ashtiyeh/AFP/GettyImages)
Una mujer palestina beduina recogen sus pertenencias después de que hayan sido destruidas por el Ejército israelí en Al Maleh, en el sur de Tubas, Cisjordania, en la zona bajo control de Israel. ( Jaafar Ashtiyeh/AFP/GettyImages)

Forzados, primero, a un proceso de sedentarización, después a la expropiación de sus tierras en numerosas ocasiones y diferentes lugares, sin reconocimiento real (sí legal) en ninguno de los lugares que habita. Esta comunidad étnica sufre una desalentadora discriminación institucional tanto en Israel como en Palestina.

Los diferentes Gobiernos israelíes y palestinos,- en el marco de la Autoridad Nacional Palestina (ANP)-, mantienen numerosos puntos de fricción desde que Isaac Rabin y Yaser Arafat firmaran los Acuerdos de Oslo en 1993. Sin embargo, y a pesar de las divergencias, ambos coinciden en algo: su falta de voluntad política para resolver el caso de uno de los pueblos más desprotegidos de Oriente Medio: los beduinos.

Las protestas de la comunidad internacional por las órdenes de evacuación y demolición, transmitidas por el Ejército israelí, de las viviendas beduinas de la aldea cisjordana de Susiya, han vuelto a poner de manifiesto la discriminación institucional que sufre esta comunidad étnica tanto en Israel como en Palestina.

La idiosincrasia de los beduinos

Desde finales del siglo XIX los beduinos han experimentado un doloroso proceso de sedentarización. Un fenómeno que se ha acrecentado aún más desde que tuvo lugar la creación del Estado de Israel en 1948. Cercados por fronteras, muros y alambradas han perdido por completo su hábitat natural, es decir, las zonas tradicionales de pastoreo o trashumancia que ahora las ocupan bases militares, campos de tiro, zonas industriales, kibutzim (explotaciones agrícolas), complejos turísticos o parques naturales. Antes de esa fecha su espacio se circunscribía a la práctica totalidad del territorio (entonces el Mandato Británico de Palestina) donde solían establecerse en campamentos junto a sus rebaños de cabras, ovejas, burros y camellos y, según la época del año, practicando el cultivo de la tierra para el consumo familiar.

Los beduinos se organizan por tribus (dirah) y éstas a su vez por confederaciones (kabilas) bajo la autoridad de los jeques (sheijs). De naturaleza nómada y dedicados desde tiempos inmemoriales al pastoreo, el tráfico de caravanas y al transporte de mercancías y viajeros –en especial de los peregrinos musulmanes a la Meca– presentan un carácter indómito (indocumentados que no pagan impuestos) por lo que en su momento fueron perseguidos por los imperios turco y británico, y ahora sufren la correspondiente discriminación institucional por parte de Israel y de Palestina.

Los beduinos tienen un gran apego a sus tradiciones y costumbres. Muchos utilizan la vestimenta típica compuesta por el zoab y la kufiya en el caso de los hombres y la madraga en el de las mujeres. Son ágrafos y por generaciones han trasmitido oralmente su memoria histórica con relatos llenos de magia y expresividad que se manifiestan también en su folclore, música, danza y poesía. De gran conservadurismo profesan la fe islámica suní mezclada con supersticiones primitivas. Siempre han mantenido una feroz rivalidad con los árabes ...