Jose Cabeza/AFP/Getty Images
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Venezuela y la Unión Europea son los perdedores del acercamiento entre la isla y Estados Unidos. ¿Por qué?

Tras el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos ya nada será como antes. Servirá a los fines de ambos gobiernos: La Habana espera obtener beneficios económicos y Washington abre una nueva etapa de relaciones con América Latina. Los dos principales perdedores de esta gran jugada son Venezuela, que puede perder su principal aliado ideológico en un momento de enfrentamiento con EE UU, y la Unión Europea que se ha quedado fuera de juego, a pesar de que después de tantos años, Washington ha seguido la política europea de compromiso.

El principal ganador será Cuba. Desde la revolución, los cambios estratégicos en la política exterior de la isla han garantizado la sobrevivencia del régimen castrista. A diferencia del gradualismo económico y político interno, la política exterior se ha caracterizado por su extremo pragmatismo y su flexibilidad ante las diversas coyunturas internacionales. El cambio de las alianzas externas de Cuba ha sido un factor decisivo para garantizar la continuidad del proyecto político revolucionario y post-revolucionario. Esta realpolitik a la cubana forjó durante la guerra fría la lucrativa alianza económica con la URSS con la que intercambió petróleo y azúcar, un esquema que se repitió tras la caída del Muro de Berlín con Venezuela, su principal socio económico que suministra crudo y recibe recursos humanos de la isla.

Consciente del alto riesgo que supone el negocio con un Estado frágil como Venezuela, máxime cuando la revolución bolivariana podría tener los días contados después de la muerte de Chávez y la caída del precio internacional del petróleo, el Gobierno cubano se ha buscado un nuevo aliado más poderoso para garantizarla sobrevivencia económica y política: Estados Unidos, el enemigo histórico que justificó durante décadas el cierre de filas y la lógica autoritaria de la fortaleza sitiada. Seis años después de su mutuo anuncio de restablecer relaciones diplomáticas, Raúl Castro y Barack Obama han enterrado décadas de aislamiento y enfrentamiento.

Sin duda, es un paso histórico que cambiará las relaciones para siempre. Probablemente, el precio político que tendrá que pagar Cuba sea más alto que el de las alianzas anteriores con la URSS y Venezuela con los que compartía una ideología común. Abandonar el discurso legitimador del enemigo exterior obliga a avanzar en el plano de las reformas internas. De hecho, este fue el primer paso que dio el Gobierno de Raúl Castro desde que asumió el poder en 2006. Fue un proceso gradual, a cuentagotas, pero el resultado es una isla diferente, más abierta al mundo y con más libertades económicas e incluso nuevos espacios políticos –todo ello sin cambiar la naturaleza autoritaria del régimen castrista.

El acuerdo entre Obama y Castro podría considerarse casi una traición desde la perspectiva del presidente venezolano que calificó el acercamiento bilateral como “una victoria de Fidel (no de Raúl) y del pueblo cubano”. Probablemente sea el principio del fin de una frágil alianza entre dos países con ...