
Un nuevo contexto que abre desafíos para La Habana y Washington. Cuando se tantea la apertura numerosas incógnitas acaecen, ¿por qué ahora? ¿Qué implicaciones tiene para EE UU, Cuba y el mundo?
"Bob, tengo que hablar contigo sobre Cuba". Así captó un micrófono las palabras del presidente Joseph Biden dirigidas al senador cubano-estadounidense Bob Menéndez, minutos antes del discurso del mandatario de EE UU sobre el Estado de la Unión en el Capitolio en Washington el pasado 7 de febrero. La petición de Biden no es casual ni irrelevante: Menéndez preside el influyente Comité de Relaciones Exteriores del Senado y es un firme opositor a cualquier política de acercamiento por parte de la Casa Blanca con el gobierno cubano.
La petición de Biden a Menéndez refleja el interés del presidente estadounidense por imprimir un 'giro copernicano' en lo que respecta la óptica de relaciones de Washington con la isla caribeña. Más allá de abordar aspectos de interés común como la inmigración ilegal y la seguridad, lo que le pidió al senador probablemente se enfoque en algo más concreto: la posibilidad de iniciar los contactos pertinentes para propiciar un diálogo político con el gobierno de Miguel Díaz-Canel en Cuba.
'Tanteando' la apertura: ¿por qué ahora?
Surgen así algunas interrogantes: ¿cuál es el interés del gobierno de Biden por iniciar este diálogo con Cuba, un contexto repleto de incertidumbres tomando también en cuenta el resultado de experiencias anteriores?; ¿es posible descifrar una voluntad firme de "deshielo" entre Washington y La Habana?; ¿cuál es la posición del gobierno cubano al respecto?; ¿se puede afirmar que esta vez sí es posible el diálogo, superando más de seis décadas de confrontación política, diplomática y económica?; ¿o más bien estamos ante una nueva fase de "tanteo" diplomático?
Con una nueva Administración del Partido Demócrata en la Casa Blanca, la iniciativa de Biden recrea aquella impulsada por el ex presidente Barack Obama (2009-2017) y que llevó a su histórica visita a la isla caribeña en marzo de 2016. De esta forma, el presidente actual buscaría "enterrar" definitivamente la política reaccionaria de "cero diálogo" con el gobierno cubano instaurada por su antecesor, el republicano Donald Trump, apostando ahora por el pragmatismo.
Pero también debemos observar con atención el momento que vive Cuba. Si bien el gobierno de Díaz-Canel ha logrado medianamente neutralizar las protestas espontáneas por la democracia y los derechos humanos acaecidas en julio de 2021, el país sigue inmerso en una crisis económica estructural. No sólo derivada del embargo estadounidense y de las dificultades de abastecimiento energético por parte de Venezuela, sino también de la corrupción interna, el peso inerte de una burocracia 'institucionalizada' y la represión y falta de apertura política que está llevando a fuertes cuestionamientos sobre la legitimidad del régimen socialista y la simbiosis de poder establecida entre el Partido Comunista de Cuba (PCC), el gobierno "tecnócrata" de Díaz-Canel ...
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