
El temor a la persistente escalada de los precios, a que los bancos centrales solo puedan subir abruptamente los tipos y a que la economía se enfríe de repente ya está creando nuevos peligros.
La prudencia puede ser positiva, pero el miedo desde luego que no. Y quizás deberíamos haberlo aprendido cuando se dio casi por cierta la destrucción del euro en lo peor de la crisis soberana de la eurozona, se inflaron las cifras que iba a necesitar España en su rescate de 2012 o se consideró que la subida posterior de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal iba a poner contra las cuerdas a muchos de los países emergentes. Y para qué mencionar las previsiones sobre el derrumbamiento del valor de las viviendas, que nunca ocurrió, a causa del brote pandémico de marzo de 2020 y sus olas sucesivas.
El nuevo terror de moda es la estanflación y, muy particularmente, cuando se deja caer el término sin matizar que no nos referimos a un fenómeno idéntico al de los años 70 y principios de los 80.
Agitar el fantasma de la estanflación es algo más que amenazar con el hombre del saco. Hablamos de un fenómeno económico que muerde con los altísimos precios de los productos básicos los patrimonios de los colectivos más vulnerables de la sociedad y las clases medias, alimenta un paro persistente y se caracteriza por un crecimiento económico anémico. Todo a la vez. Dicho de otra forma, la sociedad sufre, al mismo tiempo, el empobrecimiento, el paro y la desesperación, en este último caso por un PIB que avanza a paso de tortuga.
No matizar, además, que no nos encontramos, ni mucho menos, en una situación similar a la de mediados de los 70 o principios de los 80, roza el sensacionalismo o el marketing ventajista. Recordemos que algunas entidades financieras ya están comercializando productos contra la estanflación, entre los que destacan aquellos estrechamente relacionados con las materias primas (y su mercado de derivados), las divisas de países con subidas moderadas del IPC, los activos de los emergentes o las participaciones en fondos muy expuestos al ladrillo. El mercado del miedo a la estanflación se cuenta ya por miles de millones de dólares.
No estamos en los 70
Lo mejor para apreciar las dimensiones de la exageración es tener en cuenta lo que sucedió con la estanflación que se desató hace más de cuatro décadas en Estados Unidos, que es donde nació el término para describir lo que estaban viviendo en ese momento.
Para empezar, el embargo petrolero árabe por el apoyo occidental a Israel en la guerra del Yom Kippur duplicó el precio del barril de crudo en unos cinco meses, desde julio de 1973 hasta enero de 1974. Solo aquella primera embestida ya alimentó una inflación de casi el 9% en 1973 y, aunque ese mismo año la economía creció un 5,6%, solo lo hizo ...
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