Hay muchos tipos de terroristas. En India, los nacionalistas hindúes
radicales matan a musulmanes y cristianos. Los grupos extremistas judíos
matan palestinos y combaten al Estado de Israel. Los neonazis siguen atacando
a las minorías en Estados Unidos y en Europa. En Colombia actúan
todavía criminales que se definen a sí mismos como "defensores
de los derechos de los trabajadores". Sin embargo, los terroristas que
hoy resultan más amenazadores para la seguridad internacional son los
yihadistas globales.

Este movimiento, al revés que los grupos terroristas locales, ha surgido
de lo que Olivier Roy llama "desculturación". No es la expresión
de una cultura tradicional que se siente acosada, afirma el estudioso francés,
sino un reflejo de la globalización y el desarraigo. Los jóvenes
que se sienten atraídos por la guerra santa planetaria suelen ser aquellos
que están menos interesados en mantener sus vínculos con las
normas culturales de sus padres y abuelos. Encuentran su identidad en una cultura
yihadista, nueva y radical, divorciada de sus referentes. Diversos estudios
sugieren que estos jóvenes no tienen por qué ser particularmente
religiosos: son captados a través de las redes sociales y la radicalización
tiene lugar en el seno del grupo.

La corriente yihadista mundial es esencialmente una expresión y un
síntoma de la globalización. Es su cultura, aunque bajo una forma
distópica. En otros tiempos, los radicales hubieran descrito su malestar
desde otro punto de vista ideológico, tal vez el anarquismo, el marxismo
o el nazismo. La yihad global es una cultura virtual, difundida -con frecuencia
por Internet- por unos jóvenes desorientados y alienados.

El resentimiento contra Occidente -y la cultura de la alienación- también
están presentes en el mundo árabe, como señala el experto
Fouad Ajami, quien afirma asimismo que, sin embargo, hay que perdonar a los árabes
por dudar de las intenciones de Occidente y, en particular, del poder de EE
UU.

La memoria histórica y los relatos construidos sobre el pasado pueden
dar a los terroristas algo que ver como una "causa justa", sostiene
el investigador y periodista daguestaní Nabi Abdullaev, que pone como
ejemplo la deportación de los chechenos a Kazajistán ordenada
por Stalin en 1943.

Una fuente de captación de miembros para los grupos extremistas violentos
son las cárceles europeas y estadounidenses, donde las fundaciones caritativas
saudíes financian organizaciones que promueven el islamismo radical.
Hay entidades que actúan como lo que se ha dado en llamar "organismos
de acceso" para los grupos terroristas, ya que promueven una ideología
radical, aunque no necesariamente la violencia. Con el tiempo, sus integrantes
pueden llegar a estar maduros para ser captados. Ejemplos de ello son Hizb-ut-Tahrir,
una organización islamista mundial, o Tablighi Jamaat, una asociación
cuya meta es formar mejores musulmanes mediante una "yihad espiritual":
buenas obras, meditación y proselitismo. Ambos grupos parecen surtir
de nuevos miembros a la yihad global.

Entre las posibles soluciones para este combate, la primordial sería
conseguir la complicidad del islam occidental. Los dilemas y problemas del
mundo ...