Cuando se empezó a organizar la Cumbre Internacional sobre Democracia,
Terrorismo y Seguridad, mucha gente dijo que era una idea absurda. El terrorismo,
aseguraban, es la cuestión política más controvertida,
con mucho, de nuestra época. Después de toda la división
de la comunidad internacional, convocar una gran conferencia internacional
sobre este tema, y justo un año después de los atentados del
11-M, no sólo era inútil sino peligroso. Los expertos -continuaba
el argumento- se encontrarían sumidos en discusiones interminables
sobre la definición de terrorismo, y los líderes políticos
servirían un refrito de las enconadas disputas que surgieron durante
la crisis de Irak. Por si fuera poco, las conclusiones que se alcanzaran no
tendrían absolutamente ningún sentido o incluso podrían
acabar con la reputación no partidista del Club de Madrid: "Paul
Wolfowitz y Noam Chomsky no tienen nada en común", afirmaban.
Con estos antecedentes, la cumbre parecía un proyecto destinado al
fracaso. Sin embargo, nosotros pensábamos que el tema era demasiado
importante para abandonarlo. Es más, en contra de nuestros asesores,
la organización decidió invitar al grupo de participantes más
variado que cabe imaginar. Entre ellos, había eruditos y policías,
embajadores y científicos, activistas de los derechos humanos y militares;
en uno de los grupos de trabajo incluso estaba un médico de Bagdad cuya
oposición sin rodeos a la dictadura, antes de la guerra, le había
convertido en blanco de los servicios secretos de Sadam Hussein. El propósito
de reunir unos puntos de vista tan dispares era reflejar la complejidad del
debate contemporáneo, pero también averiguar si nuestros asesores
tenían razón al decir que no existe un punto de encuentro a la
hora de discutir sobre terrorismo.
Para sorpresa general, los debates entre los miembros de los grupos de trabajo,
además de ser constructivos y ajustados, se concretaron en una agenda
específica. Por ejemplo, los analistas de la policía y los servicios
de inteligencia subrayaron que, a pesar de que el intercambio de información
funciona mejor de lo que todo el mundo supone, los países pequeños
afrontan muchos problemas porque no pueden permitirse la tecnología
y los materiales necesarios para poner en marcha esa forma de cooperación: "No
es cuestión de voluntad política, sino, sencillamente, de dinero
y capacidad", explicaba uno de los expertos de las fuerzas del orden.
Y el desarrollo de esas capacidades -la necesidad de apoyar a los países
más débiles en sus esfuerzos para construir una infraestructura
sólida que les permita combatir el terrorismo- se convirtió en
uno de los lemas fundamentales de muchos grupos de trabajo. Por eso, en la
Agenda de Madrid (que puede encontrarse en www.safe-democracy.org), se ha incluido
un nuevo y exhaustivo plan para facilitar el apoyo y la ayuda internacional
en la lucha contra el terrorismo.
También se alcanzó el consenso sobre la necesidad de abordar
los "factores de ...
Terrorismo y Seguridad, mucha gente dijo que era una idea absurda. El terrorismo,
aseguraban, es la cuestión política más controvertida,
con mucho, de nuestra época. Después de toda la división
de la comunidad internacional, convocar una gran conferencia internacional
sobre este tema, y justo un año después de los atentados del
11-M, no sólo era inútil sino peligroso. Los expertos -continuaba
el argumento- se encontrarían sumidos en discusiones interminables
sobre la definición de terrorismo, y los líderes políticos
servirían un refrito de las enconadas disputas que surgieron durante
la crisis de Irak. Por si fuera poco, las conclusiones que se alcanzaran no
tendrían absolutamente ningún sentido o incluso podrían
acabar con la reputación no partidista del Club de Madrid: "Paul
Wolfowitz y Noam Chomsky no tienen nada en común", afirmaban.
Con estos antecedentes, la cumbre parecía un proyecto destinado al
fracaso. Sin embargo, nosotros pensábamos que el tema era demasiado
importante para abandonarlo. Es más, en contra de nuestros asesores,
la organización decidió invitar al grupo de participantes más
variado que cabe imaginar. Entre ellos, había eruditos y policías,
embajadores y científicos, activistas de los derechos humanos y militares;
en uno de los grupos de trabajo incluso estaba un médico de Bagdad cuya
oposición sin rodeos a la dictadura, antes de la guerra, le había
convertido en blanco de los servicios secretos de Sadam Hussein. El propósito
de reunir unos puntos de vista tan dispares era reflejar la complejidad del
debate contemporáneo, pero también averiguar si nuestros asesores
tenían razón al decir que no existe un punto de encuentro a la
hora de discutir sobre terrorismo.
![]() | ![]() Estrella de la cumbre: el secretario general de la ONU, Kofi Annan, en la cumbre de Madrid. |
![]() |
Para sorpresa general, los debates entre los miembros de los grupos de trabajo,
además de ser constructivos y ajustados, se concretaron en una agenda
específica. Por ejemplo, los analistas de la policía y los servicios
de inteligencia subrayaron que, a pesar de que el intercambio de información
funciona mejor de lo que todo el mundo supone, los países pequeños
afrontan muchos problemas porque no pueden permitirse la tecnología
y los materiales necesarios para poner en marcha esa forma de cooperación: "No
es cuestión de voluntad política, sino, sencillamente, de dinero
y capacidad", explicaba uno de los expertos de las fuerzas del orden.
Y el desarrollo de esas capacidades -la necesidad de apoyar a los países
más débiles en sus esfuerzos para construir una infraestructura
sólida que les permita combatir el terrorismo- se convirtió en
uno de los lemas fundamentales de muchos grupos de trabajo. Por eso, en la
Agenda de Madrid (que puede encontrarse en www.safe-democracy.org), se ha incluido
un nuevo y exhaustivo plan para facilitar el apoyo y la ayuda internacional
en la lucha contra el terrorismo.
También se alcanzó el consenso sobre la necesidad de abordar
los "factores de ...
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