La imitación que hace Edward Luttwak de Slim Pickens en Teléfono Rojo: volamos hacia Moscú deja mucho que desear (‘Elogio de los bombardeos’, abril/mayo de 2010). Su insinuación de que Hezbolá y Hamás han sido sometidos por miedo se ve desmentida por las informaciones sobre sus recientes intentos de rearme.

Pero la situación de Afganistán es de lo más pertinente al caso. Las encuestas de ABC News, BBC y la cadena alemana ARD TV han documentado el corrosivo efecto que sobre las actitudes del público afgano tienen los bombardeos aéreos por error. A medida que se incrementaban los bombardeos en Afganistán, el apoyo a la misión estadounidense en ese país se desplomaba. En enero de 2009, un 77% de los afganos calificaba estos ataques de “inaceptables” y afirmaba que el riesgo para los civiles superaba al valor de los ataques en la lucha contra los insurgentes.

 “¿Y qué?”, podría decir Luttwak. No son los desafortunados que están sobre el terreno quienes tienen que dictar la estrategia militar. Pero como afirma el general McChrystal: “Debemos evitar la trampa de obtener victorias tácticas –sufriendo derrotas estratégicas– causando bajas civiles o excesivos daños”.

La opinión de que las tropas estadounidenses y la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad) fueron eficaces a la hora de proporcionar seguridad en Afganistán cayó en nuestras encuestas desde un 67% en 2006 a un 42% el pasado enero. El nivel de apoyo a estas fuerzas cayó desde un 67% a un 37%.

Las cosas han cambiado durante el pasado año. El esfuerzo de McChrystal por evitar las bajas civiles ha logrado algún progreso; Naciones Unidas informó de un descenso del 28% en 2009 en el número de bajas atribuibles a fuerzas de la OTAN y de EE UU. Al mismo tiempo, las opiniones de los afganos sobre la marcha de su país han mejorado notablemente.
Hay muchas piezas en el puzle de Afganistán, y aún nos esperan retos amenazadores. Pero nuestros datos dejan claro que el encanto de la idea de Luttwak de “matar a los enemigos desde el cielo” no puede sostenerse sin calcular los costes que se generan cuando las bombas se equivocan.


  • Gary Langer
    Director de Encuestas ABC News
    Nueva York, EE UU


 

Edward Luttwak responde:

Cuando algo se convierte en un axioma indudable algunos no cambian de opinión ni a la vista de las pruebas. Para Gary Langer, el bombardeo aéreo siempre falla, y toda evidencia en contra debe ser rechazada. Enfrentado al hecho de que Hezbolá, antes constantemente agresiva, no ha lanzado un solo cohete contra Israel desde la operación de represalia a gran escala de 2006, Langer deja constancia de “sus intentos de rearme”.

Ni siquiera intenta explicar la declaración del líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, que admitió que no se habría arriesgado a sufrir un bombardeo si hubiera sabido lo devastador que sería. En cuanto a Hamás, la disminución de sus ataques habla por sí misma.

Pero Afganistán es lo que importa ahora. Langer parece admirar al general McChrystal y su estrategia, que necesita decenas de miles de soldados, y millones de dólares para ganarse la simpatía de los afganos mediante la “construcción del Estado”.

Así, EE UU está invirtiendo su riqueza en oscuros ayuntamientos afganos mientras China se dedica al espacio. Yo me decanto por una forma mucho más barata de evitar la victoria talibán: armar a los tayikos, uzbekos y hazaras que se oponen a ellos, y bombardear a los talibanes cuando se reúnan para combatir. La política de Langer exige que EE UU dé nueva forma a la cultura afgana. Yo prefiero dejar que ellos tengan su propia historia y hacer que EE UU intervenga sólo desde el aire, y cuando deba hacerlo.