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8. David Petraeus
por aceptar un descenso de rango para salvar una guerra.
General Jefe de las fuerzas de EE UU en Afganistán

George W. Bush y Barack Obama tienen sus diferencias, pero ambos recurrieron al mismo hombre cuando necesitaron salvar una guerra: el general David Petraeus, quien literalmente escribió el manual sobre cómo luchar contra la insurgencia. Ahora, el mundo aguarda conteniendo el aliento a ver si la estrategia de Petraeus de poner en marcha una seguridad a cargo de civiles -que permitió que Estados Unidos lograra poner un fin relativamente ordenado a las operaciones de combate en Irak- puede funcionar en Afganistán.

Petraeus ya ha utilizado su nuevo cargo y su increíble prestigio -se ha ganado la confianza de los estadounidenses como ningún otro general desde Dwight D. Eisenhower- para ejercer influencia en Washington y en Kabul. Después de aceptar que lo degradaran del Mando Central a un cargo de menor categoría en Afganistán cuando Obama se deshizo del general Stanley McChrystal, Petraeus se apresuró a dictar nuevas normas sobre el uso de la fuerza por parte de los soldados estadounidenses y, al parecer, convenció a un pastor de Florida para que no quemase ejemplares del Corán con el argumento de que iba a poner en peligro la vida de los soldados estadounidenses. En una repetición de su éxito al cooptar a insurgentes suníes en Irak, ha conseguido convencer al presidente afgano, Hamid Karzai, para que acepte la creación de milicias afganas locales preparadas para luchar contra los talibanes.

Ahora bien, una persona a la que no ha convencido del todo es el presidente estadounidense; al general sólo le ha faltado tatuarse en la frente el escepticismo que le produce el plazo de Obama para la retirada, julio de 2011. Y da fe de la inmensa credibilidad de Petraeus el hecho de que no está nada claro qué punto de vista saldría ganador en la batalla por la opinión pública.