Nombre: Carlos Murciano Gamborino
De la abstracta "juventud europea" a colectividades más identificables

En el debate sobre cuáles deberían ser las prioridades de la UE para los jóvenes, es importante resaltar que antes de definir propuestas es conveniente delimitar claramente la población objetivo, en este caso, tan ambigua como la juventud (europea). 

Los jóvenes sigue dominando la atención pública. A menudo lo hacen como si constituyera una masa humana homogénea. Los titulares suelen hablar de "juventud", confundiendo así una edad con una clase o colectivo, cuando no es ninguna de las dos cosas. La sociología hace bien en distinguir cuidadosamente entre grupos, estratos, clases y lo que constituye una mera categoría social. La juventud, en toda su heterogénea composición, es una categoría. En cambio, los "jóvenes inmigrantes afrodescendientes", los "jóvenes urbanos de clase media", los "adolescentes valencianos", los "jóvenes desempleados de los barrios parisinos", etcétera, son colectividades más identificables. Además, son lo suficientemente diferentes como para merecer una atención específica y diferenciada en cada caso. Sin embargo, los jóvenes son naturalmente objeto de numerosos comentarios y preocupaciones por parte de la población adulta.

Partamos del supuesto ampliamente aceptado de que la "juventud" se encuentra en una situación crítica o problemática (situación laboral, incertidumbre climática…). Cabe entonces preguntarse de qué naturaleza es esta crisis. ¿Es una reacción de la sociedad adulta (atemporal) a la fuerza vital renovadora de cada nueva generación que intenta hacerse un hueco en la sociedad? En otras palabras, ¿podemos responder a ella con los argumentos clásicos? O, más bien, ¿se han producido cambios en los procesos de socialización de las nuevas generaciones que problematizan la incorporación de los jóvenes a la sociedad adulta? ¿O es que la sociedad en su conjunto está experimentando cambios que afectan a las relaciones sociales y que los jóvenes sufren con mayor intensidad por estar experimentando su pleno desarrollo? Creo que la correcta formulación de estas preguntas ayudaría a encontrar las respuestas necesarias, respuestas que dependerán del enfoque que tomemos (paternalista, represor, reflexivo, etcétera). 

Es universalmente aceptado que ninguna sociedad que aprecie alcanzar un nivel mínimo de bienestar y cohesión social para ofrecer felicidad a su población es compatible con altos niveles de conflictividad entre su población joven. La "juventud conflictiva", si es excesiva y voluminosa, es vista como un grave mal social, tanto para su propia condición como para el resto de la sociedad, percibiéndola como una amenaza o un elemento de desestabilización. Por eso es importante una correcta formulación de la pregunta que problematice la realidad social y que no lleve por error, por ejemplo, a una represión de una juventud díscola

No podemos entonces llevar a cabo propuestas para la “juventud europea”, en abstracto, pues lo surgido de estas tendría una función (manifiesta o no) de ocultar las categorías sociales realmente conflictivas en la juventud.