No solo es la recesión lo único que debe preocuparnos. Las cosas están muy mal. ¿Pero están todo lo mal que pueden estar? He aquí 10 cosas que pueden convertir el mundo en un lugar mucho más aterrador… y que son las razones por las que Barack Obama no debería presentarse en 2012.

Javier Soriano/AFP/Getty Images
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La crisis de la deuda europea puede agravarse
Las intervenciones del Banco Central Europeo para apoyar a España e Italia pueden ser insuficientes. Los líderes de la UE seguirán evitando una auténtica reforma estructural. Los bancos europeos, que ahora se muestran reacios a conceder préstamos (igual que inmediatamente después de la quiebra de Lehman Brothers), también podrían tambalearse, lastrados por las perspectivas de impagos de deuda soberana y una desaceleración mundial. España e Italia pueden ir a peor. El resto del mundo, preocupado por sus propios problemas, podría irritarse tanto como los europeos del norte, que se sienten frustrados por tener que rescatar a sus irresponsables vecinos del sur.

Estados Unidos retrocede hacia una recesión

Estados Unidos puede entrar oficialmente en recesión. La disminución de los ingresos fiscales será una consecuencia dolorosa de la desaceleración. Los políticos se esforzarán en reducir la deuda pero les costará hacerlo a corto plazo. El problema crecerá. Las comunidades pequeñas y medianas se declararán en bancarrota. Varias ciudades grandes y tal vez uno o dos Estados importantes correrán peligro de no poder pagar sus facturas. Los recortes draconianos en la policía y los servicios sociales, unidos a la elevada cifra de desempleo y el aumento de las desigualdades, provocarán malestar social en el país. Las bolsas seguirán bajando.

Leon Neal/AFP/Getty Images
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Las tensiones aumentan

Los problemas económicos de Europa pueden empezar a agravar las tensiones sociales. Disturbios como los vistos en el Reino Unido pueden volverse más frecuentes. A medida que disminuyan los puestos de trabajo, la violencia contra los inmigrantes puede ir en aumento. El nacionalismo puede alimentarse de esas tensiones y dar pie a más actitudes como la de Dinamarca al alejarse del compromiso de la UE de abrir las fronteras entre sus Estados miembros.

Contagio mundial

Podemos entrar en una recesión mundial. Las crisis de Estados Unidos y la Unión Europea podrían alimentarse mutuamente y la frágil economía japonesa se hundiría, casi seguro, como consecuencia de ello. La escasez de crédito y la indecisión política aumentarían el pesimismo.

La inflación llega a los BRIC

Mauricio Lima/AFP/Getty Images
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Aunque podría ser que en los países emergentes como China y Brasil disminuya la preocupación por la inflación gracias a la recesión mundial y la caída de la demanda de materias primas caras, también podría ser que no. Sus divisas podrían fortalecerse a medida que se debiliten las tradicionales, por lo que las exportaciones serían más caras precisamente en el momento más inapropiado. El crecimiento a largo plazo de la demanda de materias primas podría retrasar el declive y reducir hasta cierto punto los beneficios de la caída de la demanda. Por otra parte, o además, en estos países podrían estallar las burbujas inmobiliarias y financieras si crecen las dudas de los inversores. Recuérdese que Brasil sufrió especialmente durante el reciente hundimiento del mercado.

 Otro Eyjafjallajokull

Algún acontecimiento exógeno de esos que ocurren periódicamente sin previo aviso –un atentado terrorista, un terremoto, un tsunami, un huracán o un tifón devastador, la erupción de un volcán islandés— podría hundir una gran economía y empeorar aún más la situación mundial.

Jaafar Ashtiyeh/AFP/Getty Images
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Crisis en Oriente Medio

Las tensiones en Oriente Medio pueden aumentar. La campaña de Palestina para lograr la condición de Estado puede ir seguida de grandes exhibiciones de malestar social. Un Gobierno israelí acosado por los problemas económicos y más bien artrítico a la hora de estar dispuesto a mostrarse flexible con sus vecinos, actuará con demasiada lentitud. Otros países de la región con sus propios problemas –un Egipto más contrario a Israel, Siria, Irán y otros-avivarán el fuego. Mientras tanto, los problemas de éstos colocarán a toda la región al borde de una crisis sin precedentes. Como consecuencia, a pesar de la caída de la demanda mundial y la reciente bajada de los precios del petróleo, es posible que el crudo también tienda a subir. Y entonces, Teherán anunciará que ha probado con éxito un arma nuclear.

Hay que esperar lo inesperado

Podría estallar un conflicto inesperado o inesperadamente intenso en el entorno de Rusia, en Asia Central, Turquía, África u Oriente Medio, y eso crearía más incertidumbre. Con unos dirigentes económicamente inestables y políticamente vacilantes en las principales potencias del mundo, cada vez parece más probable que aumente la inestabilidad, alimentada por oportunistas e irresponsables.

Aamir Qureshi/AFP/Getty Images
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Enfrentamiento en el subcontinente

El Gobierno de Pakistán podría caer o ser decapitado, lo cual aumentaría los temores a una influencia islamista más pronunciada y a una mayor tensión con India, cuyos mercados caen. El Gobierno indio no consigue llevar a cabo las reformas económicas necesarias. Podríamos ver agitación social en todo el subcontinente.

Dos o varios de los factores mencionados podrían convertir la recesión mundial y las consiguientes crisis de banca, derivados y bolsa en una depresión

Es evidente que muchos de los sucesos mencionados más arriba no son muy probables. Pero lo impresionante es que son muy verosímiles. Son elementos con una probabilidad entre media y baja pero de consecuencias importantes y, por tanto, los planificadores deben tenerlos en cuenta. Asimismo es fácil ver que si continúan la inacción, las medidas a medias y las decisiones equivocadas de los dirigentes, esta desalentadora deriva y otras similares serán posibles.

Lo que no debe desatar el pánico. Pero sí debe captar la atención de políticos, banqueros y electorados. El problema de los recientes errores de liderazgo es no sólo que hayan hundido la economía mundial una vez más, sino que han hecho que el futuro sea más peligroso que antes.

Lo necesario sería que, al ver la situación, el presidente Obama hiciera lo que prometió en una ocasión, que dejara al margen la ambición personal y anunciase que no se presenta a la reelección. Quizá diría que prefería librarse de las ataduras políticas y centrarse por completo en encontrar soluciones de consenso a los problemas de Estados Unidos. Tal vez haría un gesto audaz, como nombrar a Erskine Bowles y Alan Simpson coministros de Hacienda o, por lo menos, dar a los dos puestos destacados en su equipo. Que otras figuras del Partido Demócrata piensen en 2012 y más allá. Existe mucha gente capacitada para gobernar. (Quién sabe, tal vez el próximo candidato sí tenga experiencia en tratar con los mercados y con el resto del mundo.) Desde luego, existen muchos demócratas que están muy por encima del pobre despliegue actual del Partido Republicano, que será todavía más pobre con la próxima incorporación de Rick Perry. Y entonces Barack Obama, un hombre decente, inteligente, con grandes dotes, podrá construir su propio legado, el de un servidor público que pensó que su primera obligación era servir al público.

Sin embargo, esta necesidad tiene menos probabilidades de hacerse realidad que cualquiera de los demás hechos enumerados. Así que seguiré esperando la mejor alternativa posible: que el presidente y los demás jefes de Estado y de Gobierno del mundo empiecen a gobernar como si no les importase ser reelegidos o no, como si su primera prioridad fuera alejar el peligro de que sucedan desastres como los que he dicho.