No se crean la exageración sobre el declive de Estados Unidos y el amanecer de una nueva era asiática. Pasarán muchas décadas antes de que China, India y el resto de la región cojan las riendas del mundo, si es que lo consiguen alguna vez.

 

“El poder está deslizándose de Occidente a Oriente”










En realidad, no. Si uno se somete a una dieta de libros como The New Asian Hemisphere: The Irresistible Shift of Global Power to the East o When China Rules the World, es fácil pensar que el futuro es de Asia. Como dice un destacado heraldo del ascenso de la región: “Estamos entrando en una nueva era de la historia mundial: el fin del dominio occidental y la llegada del siglo asiático”.

Es indudable que el crecimiento rápido y sostenido desde la Segunda Guerra Mundial ha impulsado la producción económica y la capacidad militar de la región, pero es muy exagerado decir que Asia va a convertirse en la principal potencia del mundo. Como mucho, su ascenso favorecerá la existencia de un mundo multipolar en lugar de unipolar.

Aún les falta mucho para estrechar su distancia económica y militar con Occidente. La región genera aproximadamente el 30% de la producción económica mundial, pero, debido a su enorme población, su PIB per cápita es de sólo 5.800 dólares, frente a los 48.000 dólares de Estados Unidos. Los países asiáticos están poniendo al día sus ejércitos, pero su gasto militar combinado en 2008 no fue más que un tercio del de EE UU. Incluso con los actuales índices disparados de crecimiento, el asiático de a pie tardará 77 años en alcanzar la renta del estadounidense medio. El chino tardará 47 años; el indio, 123. Y el presupuesto militar combinado de Asia no igualará al de EE UU hasta dentro de 72 años.

En todo caso, no tiene sentido hablar de Asia como una sola entidad de poder, ni ahora ni en el futuro. Es mucho más probable que el rápido ascenso de un actor regional sea recibido con alarma por sus vecinos más próximos. La historia asiática está llena de ejemplos de rivalidades. China y Japón han luchado muchas veces por Corea; la URSS se alió con India y Vietnam para controlar a China, mientras que esta última apoyó a Pakistán para hacer de contrapeso a India. El ascenso reciente de Pekín ya ha hecho que se aproximen Tokio y Delhi. Si Asia se está convirtiendo en el centro mundial de gravedad geopolítica, es un centro de lo más turbio.

Quienes opinan que todo lo que Asia ha ido avanzando  desembocará de forma inevitable en su dominio geopolítico deberían examinar otro ingrediente crucial de la influencia: las ideas. La pax americana fue posible no sólo gracias al abrumador poder económico y militar de Estados Unidos, sino también a una serie de ideas visionarias: libre comercio, liberalismo wilsoniano e instituciones ...