En conjunto, su PIB equivale casi ya al de Estados Unidos. Pero, ¿son el verdadero futuro de la economía mundial?

“Los BRICS son una categoría aparte”
Sí y no. No cabe duda de que los BRICS -Brasil, Rusia, India, China y el miembro más reciente del grupo, Suráfrica- son grandes. Son importantes. Por población, superficie y volumen económico, sus dimensiones son impresionantes y desde luego sobresalen frente a las de otros países. Juntos, constituyen el 40% de la población de todo el mundo, el 25% de la superficie terrestre y alrededor del 20% del PIB mundial. Controlan ya, aproximadamente, el 43% de las reservas mundiales de divisas extranjeras, y esa proporción no deja de aumentar.
Jim O’Neill, de Goldman Sachs, llamó la atención sobre el ascenso de las cuatro nuevas potencias originales cuando les dio el nombre de BRICS en 2001 y su crecimiento empezó a dispararse. Pero, en realidad, su éxito económico venía de muy atrás. Veinte años antes, cuando yo estaba en la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial (CFI), ya estábamos viendo la posibilidad de buscar una nueva etiqueta para esos países, que, a pesar de su enorme potencial económico, seguían agrupados con los perpetuos casos perdidos en la categoría de países subdesarrollados, atascados en el Tercer Mundo. En esa época, las bolsas de ese mundo no figuraban en los radares de la mayoría de los inversores internacionales, a pesar de que estaban empezando a crecer. Yo los llamé mercados emergentes. Ya había inversores locales muy activos en Malasia, Tailandia, Corea del Sur, Taiwán, México y otros países, a medida que las empresas nativas crecían y se volvían más competitivas en el área de las exportaciones y la regulación de los mercados se hacía más compleja. No obstante, hasta que la CFI construyó su Base de Datos de Mercados Emergentes y su índice correspondiente en 1981, no había forma de medir el comportamiento de las acciones en un grupo representativo de esos mercados, una desventaja considerable frente a otros índices internacionales, que estaban sesgados en favor de países desarrollados como Alemania, Japón y Australia. Esta nueva investigación sobre mercados y empresas ofreció a los inversores la confianza para poner en marcha fondos diversificados en los mercados emergentes tras el éxito obtenido en Estados concretos como México y Corea del Sur.
Sin embargo, los BRICS tardaron mucho más tiempo en estar listos para pasar al primer plano. Hasta principios de los 90, Rusia estaba todavía detrás del telón de acero, China estaba recuperándose de la Revolución Cultural y las protestas de la plaza de Tiananmen, India era aún una pesadilla burocrática y Brasil experimentaba brotes de hiperinflación mezcladas con un decenio de crecimiento perdido. Los cuatro países habían salido más o menos adelante fuera de la economía de mercado mundial; sus políticas económicas, muchas veces, habían sido auténticos desastres y sus bolsas de valores eran inexistentes, burocráticas o totalmente volátiles. Cada uno de ellos necesitaba ...
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