El revolucionario servicio de microblogging es fantástico para compartir enlaces y comunicarse con los amigos. Pero no tan eficaz a la hora de fomentar la democracia y derrocar dictaduras.

“Los regímenes autoritarios harían bien en temer a Twitter”

Para nada. No se puede tener miedo a algo que no existe, y Twitter tiene escasa o nula implantación en la mayoría de los Estados autoritarios. Por lo general, ya disponen de sus propios servicios de microblogging o el acceso a Internet es demasiado lento y caro como para que el uso de Twitter se extienda. Además, cualquiera que utilice esta herramienta probablemente hable inglés, tenga contactos en el extranjero y viaje más que el resto de la población, en otras palabras: se trate de un caso perdido, en lo que respecta al régimen.

AFP/Getty Images

Combinado con el correo electrónico, las redes sociales y los blogs, Twitter puede de verdad contribuir a propagar información sobre movilizaciones convocadas a través de la Red y protestas inminentes. Las manifestaciones ocurridas tras las polémicas elecciones en Moldavia a principios de año constituyen un ejemplo perfecto de cómo una docena de adictos a Twitter utilizaron este servicio para difundir noticias sobre sus convocatorias. Su campaña (que no sólo usó Twitter, sino también Facebook y LiveJournal) acabó atrayendo a miles de personas y desembocó en fuertes protestas. Los Twitterati moldavos tuvieron escasa influencia sobre lo que ocurría en las calles, pero su labor fue decisiva a la hora de lograr, gracias al alcance mundial y viral de esta nueva herramienta on line, que la prensa internacional siguiese hablando de las protestas.

En cualquier caso, en países con regímenes autoritarios el uso de Twitter conlleva importantes inconvenientes, ya que deja un gran rastro en Internet que puede ser utilizado para perseguir a los disidentes con facilidad. De hecho, a medida que se popularice, probablemente los gobiernos autoritarios lo explotarán como fuente abierta de información sobre la oposición, una tarea sencilla para cualquiera con una conexión a Internet. Así que Twitter podría permitir que las autoridades identifiquen la disidencia en un fase incipiente, detectando no sólo a los activistas individuales, sino a redes enteras. Una agenda de contactos on line podría permitir realizar una auténtica campaña represiva.

 

“Ha sido la mejor fuente de información sobre las protestas en Irán tras las elecciones”

Según se mire. Twitter constituyó una gran fuente de información durante las protestas, para quién supiese cómo utilizarlo. Si te hubieses pasado los seis meses anteriores estudiando detenidamente lo que se cocía en el Twitter iraní, ahora sabrías de quién fiarte y a quién ignorar. Desgraciadamente, el 99,9% de los lectores de todo el mundo que recurrieron a él durante la revuelta no tenían ni idea sobre lo que estaban mirando.

La mayoría usaron determinadas palabras clave (como “iranelection”) para leer todo lo que la gente colgaba sobre lo que ocurría en Teherán. Pasados unos días, los canales de “iranelection” ymoussavi” contenían tanto ruido que se convirtieron en destinos atractivos para el spam y los vendedores. (Está claro que muchos emisores de basura on line funcionan mediante algún tipo de piloto automático, porque “iranelection” sigue apareciendo como uno de los temas de moda en Twitter, a pesar de que no parece que muchos usuarios sigan hablando sobre los comicios).

Para empeorar las cosas, los partidarios del presidente Mahmud Ahmadineyad empezaron a difundir información falsa.  Algunos fueron rápidamente denunciados en sitios como Twitspam.org, pero el daño ya estaba hecho.

Evidentemente, no todo el mundo entró a ciegas en el Twitter iraní. Quizá la mejor manera de leer a los twiteros del país persa fuese de segunda mano a través de las páginas de blogueros reconocidos como The Atlantic de Andrew Sullivan y The Huffington Post de Nico Pitney. Ambos realizaron un trabajo admirable transmitiendo las informaciones que merecían la pena y apartando la basura. Aún así, las protestas en la República Islámica pusieron de relieve algunos de los peligros de basarse en Twitter para dar noticias de última hora sobre el extranjero.

“Twitter es una excelente herramienta organizativa”

Puede ser. Si tu objetivo es conseguir que 500 personas hagan el baile de Thriller en la Grand Central Station de Nueva York, Twitter, con su afición por todo lo viral, es lo que buscabas. Incluso es posible que la policía neoyorquina (que, por cierto, también usa esta herramienta digital) te deje salirte con la tuya.  Pero si lo que quieres es derrocar a un gobierno autoritario de Oriente Medio, es mejor que te lo pienses dos veces. Quizá la policía secreta local no sean tan aficionados a la tecnología como los agentes de Nueva York, pero lo más seguro es que también lo estén leyendo. Harías mejor en organizar tu revolución con herramientas más seguras, como correo electrónico encriptado o incluso mensajes instantáneos, recurriendo a  Twitter sólo para publicitar las protestas que ya se están produciendo.

Lo ocurrido en Moldavia es un caso intermedio: una convocatoria por la Red que, de manera bastante inesperada, se convirtió en una minirevolución. Los sucesos de Irán eran parte de una campaña organizada por el bando de Musaví, y como tal, probablemente fue planeada fuera de Internet por un grupo de lugartenientes suyos, que propagaron la información de la manera que aprendieron en la revolución de 1979. Los panfletos, posters e incluso los faxes pueden seguir siendo instrumentos organizativos muy eficaces, precisamente porque no dependen de Internet -un medio que, como bien descubrieron los iraníes durante las protestas, puede sufrir una lentitud y una censura igualmente insoportables. Twitter resultó útil como medio publicitario, pero casi no desempeñó ningún papel a la hora de promover o coordinar las protestas.

 

“Está sustituyendo a los blogs”

No mucho. Desde luego Twitter está apoderándose de muchos nichos antes reservados a los blogs: como simplemente compartir enlaces, por ejemplo. También parece estar en mejor posición para hacer de foro de debate sobre noticias de última hora –en investigar diversas bitácoras se tarda una eternidad, comparado con el flujo continuo de información de Twitter. Pero los blogs siguen teniendo muchas probabilidades de sobrevivir.  En 140 caracteres no cabe mucho; los blogs podrían convertirse en el espacio para escribir de forma más extensa y analítica; un destino irónico para un medio al que en un tiempo se tachó de breve y superficial.

Por otra parte, los medios de comunicación clásicos siguen desconfiando de Twitter. Hicieron falta unos cinco años para convencer a la mayoría de los periódicos de que los blogs eran un medio aceptable de dar noticias, y muchos aún no se han puesto al día. Quizá Twitter tarde menos tiempo en calar, pero tampoco se espera que lo haga de la noche a la mañana.

En los países en desarrollo la situación es diferente, especialmente aquellos en los que las bitácoras aún no han arraigado o en los que predominan plataformas estrafalarias que definen qué es un “blog” y cómo se escribe. A los rusos les encanta LiveJournal, a los brasileños Orkut y a los chinos QQ; estos sitios les ofrecen una plataforma que no sólo es un blog, sino también una red social, un centro intercambio de mensajes instantáneos y muchas otras distracciones. Así que, aunque Twitter les resulta atractivo, su vida digital transcurre en otras plataformas.

Por otra parte, la proliferación de Internet móvil en África puede hacer que millones de nuevos usuarios se salten la fase de los blogs y acaben directamente en Twitter: al fin y al cabo, es complicado escribir un artículo de opinión de 800 palabras usando el teclado de un móvil.

 

"No tiene un modelo de negocio y podría naufragar pronto"

No hay de qué preocuparse. Twitter es muy adictivo, y normalmente la gente está dispuesta a pagar por mantener sus adicciones. En segundo lugar, es un excelente instrumento de recolección de información para la empresas de noticias, los vendedores e incluso para la CIA. Como ocurre con cualquier buena red social, su valor aumentará a medida que se unan más miembros. Siguen haciendo falta mejores herramientas para sacar partido a todos los datos generados en Twitter, pero no es una tarea imposible. Alguien acabará por inventar un modo de abrir a todo el público (es decir, a todo el público de pago)  las reservas de información existentes en él.

En tercer lugar, sigue siendo una compra atractiva para Google, Yahoo o Microsoft. El problema es que ninguno de ellos sabe cómo mantener vivo su espíritu empresarial. (Google ya acumula un impresionante historial hundiendo empresas similares por comprarlas. Basta con ver -bueno, o con no ver- a Jaiku, el malogrado competidor de Twitter durante sus primeros tiempos). Pero tampoco es un problema imposible de resolver.

Por último, en cuanto más se habla de las “revoluciones de Twitter", más se enamoran de él los diplomáticos y los políticos estadounidenses. La “diplomacia en Twitter” pronto podría sustituir a las costosas iniciativas de la controvertida Broadcasting Board of Governors (una comisión nombrada por el presidente de EE UU y aprobada por su senado, encargada de las emisiones estadounidenses en el extranjero). ¿Qué más da que sólo dispongan de 140 caracteres para manifestar la posición de Washington sobre un determinado asunto? Despojar a estos mensajes de formalismos no haría sino aumentar su atractivo, a la vez que ayudaría a captar la atención de la de otro modo dispersa mente de los nativos digitales que posiblemente nunca hayan escuchado las emisiones de Voice of America porque no saben lo que es una radio. Y a la vista de todo el dinero que se ha gastado la Casa Blanca  en financiar esa comisión, incluso si directamente comprasen Twitter parecería un simple error recurrente.

 

“Está lleno de spam, impostores y gente loca”

Por supuesto.  Pero lo mismo puede decirse de Internet en su conjunto, y no por ello dejamos de usarlo. Comparado con el correo electrónico, el spam de Twitter tampoco parece tan amenazador, y los administradores del servicio están empezando a tomar medidas contra quienes aprovechan esta herramienta para ofrecer sexo, drogas y rock and roll a usuarios desprevenidos.

Impostores sí que hay todos los que se quiera. Por ejemplo, sospecho que el curioso “Slavoj Zizek” a quien sigo en Twitter no es en realidad el filósofo esloveno. Pero esta duda permanente hace que sea más divertido. Es un universo muy curioso en donde incluso los impostores son valiosos, siempre que compartan enlaces novedosos e interesantes (¿el auténtico Zizek me habría dirigido al maravilloso sitio “Blancos que Estudian a Hegel”?). La proliferación de impostores incluso ofrece un auténtico modelo de negocio, algo que ahora mismo no tiene: cobrar a los famosos por autentificar sus cuentas y poder mostrar orgullosos el sello “He sido autentificado”. Con menos que eso se han creado empresas prósperas.

 

“Las conversaciones son superficiales y las personas serias deberían evitarlas”

¿Qué más da? Evidentemente, Twitter no es la sección de cartas del New York Review of Books. Quien busque conversaciones profundas, largas e intuitivas mejor que ni se moleste. Pero lo que atrae a tanta gente inteligente hacia Twitter es la oportunidad de seguir en tiempo real lo que otras personas inteligentes están leyendo y viendo en Internet. Lo que los vírgenes en Twitter no entienden es que, de hecho, ayuda a descubrir  todas esas conversaciones largas y sagaces que están ocurriendo en cualquier lugar. Como herramienta de descubrimiento para cualquier público no tiene rival, ya sean servicios de publicación múltiple como Delicious y RSS o blogs de agregación como Kottke y BoingBoing.

En el universo Twitter, eres lo que persigues -así que si lo encuentras aburrido, probablemente es que estas siguiendo a la gente equivocada. Averiguar cómo filtrar todo el ruido y conseguir sintonizar algo con nitidez puede ser un desafío que requiere tiempo y muchas ganas de juguetear. Pero al final merece la pena. Un Twitter gestionado con mimo puede proporcionarte información mucho más diversa e interesante que la que había antes de que existiera. Ciento cuarenta caracteres son más que suficientes para escribir un enlace o expresar una idea.

A fecha de hoy, la influencia de Twitter en la política internacional sigue siendo marginal. Es cierto que ayuda a que la atención del público se dirija hacia problemas y lugares que de otro modo pasarían desapercibidos, pero perderá ese papel en cuanto los medios de comunicación descubran una nueva amante digital. En cambio, y a pesar de lo que puedas oír decir a los quejicas más reacios, el impacto cultural de Twitter cultural es mucho más significativo. Puede que en estos momentos nos encontremos en los mismos albores de la era del Renacimiento de Twitter. Si la evitas, allá tú.