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Los comités ejecutivos del sindicato de estudiantes de la Universidad de Hong Kong asisten a una rueda de prensa. Los dirigentes del Sindicato de Estudiantes de la Universidad dimitieron en masa después de que funcionarios del Gobierno equipararan el duelo por un hombre que acuchilló a un policía con el terrorismo. (Anthony Kwan/Getty Images)

La visión que China tiene de los derechos humanos prioriza lo económico sobre lo político. Rechazada por unos y apoyada por otros.

En un mundo donde la globalización pierde fuelle y el desacoplamiento tecnológico avanza a pasos agigantados, el choque ideológico incendia a los grandes rivales, con la acusación de Estados Unidos de que China comete “genocidio” contra la minoría musulmana uigur y viola las libertades de Hong Kong y Tíbet. En su defensa, Pekín culpa a Washington de “intervenciones militares que conducen a graves desastres humanitarios y medidas coercitivas unilaterales” contra otros países.

Asida a la proeza histórica de haber sacado de la pobreza a 800 millones de personas en cuatro décadas, China argumenta que fue el Occidente colonial y rico el que elaboró la Declaración Universal de los Derechos Humanos y no tuvo en cuenta que “lo primero es el derecho a la supervivencia y el desarrollo”.  Pekín tacha de quimera el principio occidental de que las personas nacen iguales. “La desigualdad es incluso anterior al nacimiento porque el embrión se nutre mejor de una madre rica que de una hambrienta”, afirma.

La disputa sobre los derechos humanos se dirime en el seno mismo de Naciones Unidas, cuya Asamblea General los proclamó en 1948, cuando China se encontraba en plena guerra civil. El pasado junio, Canadá, en representación de 44 países, expresó en la 47ª sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (CDH) su “grave preocupación por la represión de las minorías religiosas y étnicas” de la provincia de Xinjiang (noroeste de China) y por el deterioro de las libertades en Hong Kong y Tíbet. En respuesta, Bielorrusia emitió una declaración en nombre de 65 países que destacaba “el respeto a la soberanía, la independencia y la integridad territorial” y el apoyo a la “no injerencia en los asuntos internos de China bajo el pretexto de los derechos humanos”. Delegaciones de diversos países en el CDH revelaron presiones tanto de China como de EE UU para sumarse a las distintas posiciones.

Primer contribuyente a las misiones de paz de Naciones Unidas, a las que ha enviado más de 40.000 militares, y segundo, tras EE UU, al presupuesto de la organización mundial, China busca convertirse en líder del mundo en desarrollo contra la “hegemonía occidental” y promueve desde dentro de la ONU la preeminencia de los derechos económicos sobre los políticos. Promociona, sobre todo entre los países en vías de desarrollo, una visión propia de los derechos humanos, en la que tienen cabida la pena de muerte, la censura, el monitoreo cibernético, la no independencia del sistema judicial y la falta de derechos de los trabajadores, amén de ordenanzas demográficas como la del ...