En 1995, un tribunal de Texas condenó a Chris Lamprecht a 70 meses de
cárcel por blanqueo de dinero. Como Lamprecht era un conocido pirata
informático, el juez también le prohibió utilizar "Internet
o cualquier otra red informática" tras su puesta en libertad.
Lamprecht se convertía en el primer estadounidense al que se le prohibía
judicialmente el uso de Internet.

Los expertos no saben con certeza cuántas personas más han sido
expulsadas de la Red desde el caso Lamprecht, pero es probable que la cifra
esté aumentando, dado que los tribunales estadounidenses y de otros
países están juzgando un número cada vez mayor de delitos
informáticos. El año pasado, tribunales de Australia, Gran Bretaña,
Canadá y EE UU prohibieron el uso de Internet a varias personas. "A
mayor número de casos, mayor número de prohibiciones",
afirma Jennifer Granick, una abogada que ha defendido a varios hackers y que
es directora ejecutiva del Centro de Internet y Sociedad en la Universidad
de Stanford.

Los tribunales suelen imponer las prohibiciones informáticas o de uso
de Internet durante la libertad vigilada, periodo durante el cual el condenado
se encuentra bajo la vigilancia del tribunal. Si parece difícil hacer
que se cumplan estas órdenes judiciales, es porque realmente lo es. "Yo
lo demostré", afirma Lamprecht, "porque incumplí la
prohibición que se me impuso casi todos los días durante un año".
El problema, según Granick, es que "la mayoría de los jueces
no tienen muchos conocimientos tecnológicos". Y, al parecer, los
agentes encargados de la libertad vigilada de su defendido, tampoco. "En
una ocasión", recuerda Lamprecht, "un funcionario incluso
me hizo una inspección por sorpresa. Vino a mi apartamento y estuvo
examinando mi ordenador para ver si tenía conectado algún cable
de teléfono o algún módem. No encontró nada. Yo
estaba conectado a Internet… pero sin cable".

Granick y otros abogados han cuestionado la prohibición del uso de
Internet esgrimiendo como argumento la libertad de expresión y otros
derechos constitucionales. Hasta el momento, no han conseguido nada. Pero Granick
no está demasiado preocupada: "Cuando los jueces se den cuenta
de que los ordenadores no son una novedad, sino un aparato cotidiano como el
teléfono, se impondrán muchas menos restricciones a su uso".

PÁGINAS DE INTERNET QUE MARCAN TENDENCIAS

En 1995, un tribunal de Texas condenó a Chris Lamprecht a 70 meses de
cárcel por blanqueo de dinero. Como Lamprecht era un conocido pirata
informático, el juez también le prohibió utilizar "Internet
o cualquier otra red informática" tras su puesta en libertad.
Lamprecht se convertía en el primer estadounidense al que se le prohibía
judicialmente el uso de Internet.

Los expertos no saben con certeza cuántas personas más han sido
expulsadas de la Red desde el caso Lamprecht, pero es probable que la cifra
esté aumentando, dado que los tribunales estadounidenses y de otros
países están juzgando un número cada vez mayor de delitos
informáticos. El año pasado, tribunales de Australia, Gran Bretaña,
Canadá y EE UU prohibieron el uso de Internet a varias personas. "A
mayor número de casos, mayor número de prohibiciones",
afirma Jennifer Granick, una abogada que ha defendido a varios hackers y que
es directora ejecutiva del Centro de Internet y Sociedad en la Universidad
de Stanford.

Los tribunales suelen imponer las prohibiciones informáticas o de uso
de Internet durante la libertad vigilada, periodo durante el cual el condenado
se encuentra bajo la vigilancia del tribunal. Si parece difícil hacer
que se cumplan estas órdenes judiciales, es porque realmente lo es. "Yo
lo demostré", afirma Lamprecht, "porque incumplí la
prohibición que se me impuso casi todos los días durante un año".
El problema, según Granick, es que "la mayoría de los jueces
no tienen muchos conocimientos tecnológicos". Y, al parecer, los
agentes encargados de la libertad vigilada de su defendido, tampoco. "En
una ocasión", recuerda Lamprecht, "un funcionario incluso
me hizo una inspección por sorpresa. Vino a mi apartamento y estuvo
examinando mi ordenador para ver si tenía conectado algún cable
de teléfono o algún módem. No encontró nada. Yo
estaba conectado a Internet… pero sin cable".

Granick y otros abogados han cuestionado la prohibición del uso de
Internet esgrimiendo como argumento la libertad de expresión y otros
derechos constitucionales. Hasta el momento, no han conseguido nada. Pero Granick
no está demasiado preocupada: "Cuando los jueces se den cuenta
de que los ordenadores no son una novedad, sino un aparato cotidiano como el
teléfono, se impondrán muchas menos restricciones a su uso". –Michael
C. Boyer

Michael C. Boyer es editor adjunto
en la edición estadounidense de FP.