A Thousand Splendid Suns 

(Mil espléndidos soles)

370 págs., Bloomsbury Publishing,
Londres, Reino Unido,
2007 (en inglés)

 

Khaled Hosseini ha cumplido su sueño americano. Nacido en Kabul en 1965, emigrado en 1976 y establecido en California en 1980, se graduó en Medicina en la Universidad de San Diego. Durante los tediosos turnos como médico residente en el hospital Cedars Sinaí, en Los Ángeles, escribió su primera novela rememorando el Afganistán de su infancia. Cometas en el cielo fue un éxito arrollador, que ha vendido más de ocho millones de ejemplares en todo el mundo.

En su segunda novela, A Thousand Splendid Suns, Hosseini vuelve al infierno perdido de su niñez. Se detiene a explicar la compleja realidad afgana, la historia de dos ciudades, Herat y Kabul, y sobre todo la vida de dos mujeres, Mariam y Laila, esclavas de una sociedad machista, malogradas por sus padres, por sus maridos, por sus hijos…

Hosseini no intenta desmontar los prejuicios occidentales sobre el país, los pone incluso de relieve con un estilo simple, que va ganando según avanza la novela. Por sus páginas pasan los últimos treinta
años de la historia de Afganistán, casi los mismos que dura el exilio de Hosseini: desde el golpe de Estado que derrocó a la monarquía en 1973 a la instauración del régimen comunista. Desde la invasión soviética, derrotada en 1989, a la guerra civil desatada por el vacío de poder y la victoria de los talibanes, la milicia que toma Kabul en 1996 e instaura la ley islámica para restablecer el orden. Éste es el telón de fondo sobre el que Hosseini ha pretendido escribir “una historia de devoción, de sacrificio, de coraje y esperanza”, que figura ya en la lista de libros más vendidos de The New York Times y de la librería on line Amazon, además de haber recibido críticas favorables en medios como The Economist o The Christian Science Monitor.

El lector se asoma primero a la vida de Mariam, hija de madre soltera, paria de Herat. “Tenía cinco años cuando escuchó por primera vez la palabra harami [en el sentido de bastarda]…”. Así arranca la novela, que se adentra poco a poco en la educación sentimental de la niña: “Las mujeres como nosotras debemos aceptar los golpes de la vida, las miradas de los hombres, el desdén de la sociedad”, dice su madre.

Mariam, la hija ilegítima, es entregada en matrimonio a un perfecto desconocido, Rachid; un hombre que le obliga a llevar burka mucho antes de que lo impusieran los muyahidines; un zapatero brutal que se enorgullece de “no perder el control de su mujer”. Vive aterrorizada por sus cambios de humor, tratada como una bestia mientras la guerra llega a las calles de Kabul. Miles de personas pierden sus familias, se quedan sin hogar, huyen despavoridas. En pleno éxodo, Rachid da refugio a una desplazada; la hermosa Laila, una adolescente de clase media, bien educada y firme defensora de sus opiniones que ha perdido primero a sus padres y después a su novio, Tariq, desaparecido en la frontera con Pakistán. Rachid no tarda en pedirle que se case con él. Laila acepta a su nuevo marido para dar un padre a la niña que lleva en sus entrañas, otra harami, hija del amado Tariq.

No se revela ningún secreto al decir que, a partir de ese momento, Mariam pasa a un segundo plano. Rachid sólo tiene ojos para Laila. Y no sólo él sino también Hosseini, que se recrea en la perdición de esta niña venida a menos. Hasta que Mariam vuelve a aparecer, a través de los ojos de Laila: “La miré a la cara y, por primera vez, no vi la cara de una rival, sino el sufrimiento, la humillación infinita (…). La única esperanza que les queda a las mujeres es el afecto y la solidaridad de otras mujeres”, cavila.

Es entonces cuando de verdad comienza la novela, que discurre hacia un final sorprendente. A Thousand Splendid Suns –título tomado de Kabul, un poema persa del siglo XVII– describe la relación entre estas dos mujeres que tejen una profunda amistad, marcada por el amor a Aziza –la hija de Tariq– y el odio a Rachid.

Bodas desgraciadas, familias infelices, niños ilegítimos… El libro parece caer por momentos en lo melodramático, pero la realidad es así. “Hay miles de casos como éste, cada burka oculta una historia que contar”, según Khaled Hosseini, que ahora trabaja también como enviado especial de ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados.

En Afganistán, “ese extraordinario desierto donde el mundo se juega su seguridad en los primeros años del siglo XXI”, en palabras de Tony Blair, sólo el 5% de las mujeres sabe leer. El 54% de las niñas menores de 18 años está casada.

La ONU constata que, años después del derrocamiento de los talibanes, “las luchas entre facciones, las rivalidades tribales, los robos a mano armada, las violaciones, los secuestros siguen siendo la principal preocupación (…). Las mujeres son acosadas por la policía, obligadas a pasar exámenes ginecológicos para demostrar su virginidad”.

Ahora por fin están autorizadas a trabajar y pueden incluso conducir, al menos en las grandes ciudades, “pero su escasa educación ha tenido grandes repercusiones en sus oportunidades de empleo”, relata el último informe del Consejo Económico y Social del alto organismo internacional. “Continúan recibiéndose datos sobre matrimonios tempranos y forzosos, violencia en el hogar, rapto y venta de niñas, acoso e intimidación a las mujeres (…). Desde el final de la última guerra se han producido unos 200.000 desplazados dentro del país, de los cuales casi la mitad son mujeres o niñas”.