¿Surgirá un nuevo conflicto por el gas entre Moscú y Kiev en 2010? No puede descartarse, teniendo en cuenta lo contaminadas que están las relaciones energéticas entre ambos países por las luchas de poder en el espacio postsoviético. Por el momento, Ucrania está centrada en sus próximas elecciones presidenciales, paga sus facturas a un Gazprom debilitado por la crisis y todo parece en calma.

 

SERGEI SUPINSKY/AFP/Getty Images

Gasoducto para tres: Mientras que países productores, de tránsito e importadores de gas buscan alternativas, no tendrán otro remedio que entenderse.

La Guerra Fría no afectó a los suministros de energía de la Unión Soviética a Europa, pero las exportaciones de hidrocarburos procedentes de aquel espacio y su futura evolución están contaminadas hoy por conflictivas afirmaciones de intereses y relaciones de poder entre Rusia (poseedora de las reservas de gas más grandes del mundo y segundo exportador de petróleo tras Arabia Saudí) y sus vecinos.

“Dos como mínimo y, a ser posible, tres” es el lema que parece animar tanto a países productores, -en referencia a las rutas de exportación-, como a países de tránsito y consumidores, en relación a las fuentes de abastecimiento. Rusia que depende de  la red de gasoductos de Ucrania para exportar el 80% de su gas a Europa, quiere reducir esta dependencia y apuesta por el gasoducto la Corriente del Sur (con Turquía e Italia) como alternativa a su vecino eslavo y por la Corriente del Norte (gasoducto directo a la costa de Alemania por el fondo del Báltico) como posibilidad adicional; Ucrania busca una alternativa a Rusia en planes como la Corriente blanca (desde Azerbaiyán por Georgia y Rumania) y la UE, en Nabucco (gasoducto desde el Este de Turquía a Austria para combustible del Caspio y Oriente Medio). También Asia Central trata de diversificar exportaciones. Turkmenistán, el principal productor de gas de la región, por China, Irán y eventualmente por el Caspio, vía Nabucco, sobre todo después de que en abril se interrumpiera el suministro a Gazprom. Este monopolio controlado por el Estado ruso, ha querido conseguir una rebaja del volumen y el precio del gas que había pactado para 2009 en condiciones que por primera vez fueron muy favorables para Turkmenistán.

En materia de energía, los países postsoviéticos razonan con un doble rasero. Para los propios recursos, rige la diversificación, y para los ajenos, el acaparamiento y monopolio. En Rusia, el primer ministro Vladímir Putin, ha utilizado la energía como arma política, lo que supuso una ruptura con el estilo de pactos cuasifamiliares con las élites postsoviéticas practicado por los fundadores de Gazprom, entre ellos el ex primer ministro Víctor Chernomyrdin. El sometimiento del sector energético al Kremlin culminó con el encarcelamiento del magnate Mijaíl Jodorkovski en octubre de 2003 y la absorción de los activos más rentables de su imperio, Yukos, por la petrolera estatal Rosneft. Gazprom arrinconó sus planes de reforma gestados en época de Boris Yeltsin y se convirtió en monopolio exportador por ley en 2006. Para conservar el monopolio de tránsito de los hidrocarburos de Asia Central por su territorio, Rusia se ha negado a ratificar el Tratado de la Carta Energética, que firmó en 1994.

La crisis económica ha limitado temporalmente la eficacia del arma energética rusa. El consumo interno de gas en este país se ha reducido y también las exportaciones a la UE, donde el gas ruso ha disminuido su peso específico en el consumo. Gazprom esperaba un descenso del 15% en la producción y del 25% en las exportaciones en 2009, según el diario Vremia Novostei.

En noviembre de 2009, los jefes de Gobierno ruso y ucraniano llegaron a un acuerdo por el cual Rusia se abstenía de poner multas a Ucrania por la compra en 2009 de un volumen de gas inferior al contratado y Gazprom aceptó reducir el volumen de exportación de gas a su vecino para 2010 de los 50.000 millones de metros cúbicos previstos a 33.750 millones de metros cúbicos. El acuerdo rebajó tensiones y redujo los riesgos de una nueva crisis energética. Sin embargo, la situación de Naftogaz Ukraina, la empresa energética ucraniana, es muy precaria ya que es utilizada por los dirigentes ucranios con fines políticos y sociales, lo que significa que se ve obligada a vender el gas en el mercado interno a precios ruinosos para la compañía. Analistas europeos no descartan que, en 2010, pueda surgir entre Rusia y Ucrania una crisis como la de enero de 2009, que afectó en diversa medida a los suministros de gas a 18 países europeos. Ahora bien, si eso ocurre, será ya después de las elecciones presidenciales del 17 de enero en Ucrania. Moscú no solo no quiere dar pasos que ayuden al actual presidente ucraniano, Víctor Yúshenko, a mejorar su imagen y a presentarse como una víctima de Rusia, sino que tampoco tiene motivo para conflicto.

Para los políticos ucranianos es una tentación culpar a Moscú de males locales como la incompetencia y la corrupción

Pese a su precaria situación económica, Naftogaz, la compañía estatal de gas de Ucrania, ha ido pagando sus facturas a Gazprom, hasta enero de 2010 incluido. Rusia podría multarla por no comprar todo el gas contratado según la fórmula take or pay, pero otros clientes europeos se encuentran en situaciones similares es te país exsoviético. El mismo Gazprom experimenta un problema semejante en relación a sus contratos con Turkmenistán, al que recurría y dictaba condiciones cuando la producción rusa era insuficiente para cumplir sus contratos de exportación a Europa, en época de gran demanda y altos precios en este continente.

Siendo Gazprom un instrumento del Kremlin, Moscú podría ser generoso con Kiev a cambio de concesiones en otros ámbitos, como las condiciones de permanencia de la flota rusa del Mar Negro o en la participación en la modernización y control de la red de transporte energético de Ucrania, algo que Moscú ha tratado de lograr con distintos esquemas, incluido un consorcio trilateral con Alemania aprobado por Leonid Kuchma y Gehard Schröder.

La guerra del gas de enero de 2009 hizo perder miles de millones de dólares a Gazprom y deterioró la imagen de Rusia y Ucrania. Ambos países invitaron a la UE  a mediar en el conflicto. Moscú quería que Bruselas llamara al orden a Kiev para que éste se limitara a cumplir su función de tránsito, y, en un alarde esquizofrénico, incluso llegó a invocar como argumento la Carta Energética que Kiev sí ha ratificado, a diferencia de Moscú. Ucrania, por su parte, deseaba que Europa la protegiera de Rusia, acogiéndola en un espacio común, primero energético y económico, y posteriormente político. En 2005, Kiev firmó con la UE un memorando para la progresiva integración del mercado de energía local con el de la Unión Europea, pero los planes de ahorro energético y modernización de infraestructuras avanzan trabajosamente y para los políticos ucranianos es una tentación culpar a Moscú de males locales como la incompetencia y la corrupción. Con todo, los políticos ucranianos coinciden ampliamente en que los europeos no tienen derecho a inhibirse ante los problemas energéticos entre Rusia y Ucrania, porque son también los de todos, por lo menos mientras no haya alternativas.

 

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