El Ejército de Israel depliega los aviones no tripulados por todas sus fronteras y por los espacios aéreos de Líbano, Siria o los Altos del Golán. ¿Hacia dónde va esta guerra de espionaje?

 

Soldados israelíes preparándose para lanzar un 'drone' Skylark. Uriel Sinai/Getty Images
Soldados israelíes preparándose para lanzar un ‘drone’ Skylark. Uriel Sinai/Getty Images

 

Israel es uno de los países punteros en el desarrollo y la fabricación de aviones no tripulados de múltiple uso que hoy ejecutan misiones antes realizadas por la aviación tradicional. Una de ellas es la labor de inteligencia que efectúan sobrevolando el espacio aéreo de sus enemigos regionales, como el ocupado en Líbano por la guerrilla libanesa chií Hezbolá, aliada de Irán y del régimen sirio de Bachar el Asad.

En los últimos 8 años, Israel ha logrado convertirse en el mayor centro de fabricación de vehículos aéreos no tripulados del mundo. Un informe recientemente elaborado por la consultora Frost & Sullivan estima sus exportaciones de esta clase de aparatos en más de 3.500 millones de euros.

Los bombardeos efectuados recientemente por las Fuerzas Aéreas de Israel contra un centro de investigación militar y un cargamento de misiles tierra-tierra en Siria, país con el que se encuentra técnicamente en guerra, tuvo como precedente inmediato el derribo de uno de sus aviones no tripulados en ese territorio. Este dato ya hacía presagiar que Israel estaba recopilando inteligencia sobre posibles objetivos en el país vecino haciendo uso de un amplio elenco de drones de diferentes tipos, algunos de los cuales ha comenzado ya a exportar a países aliados.

Por ejemplo, el Ejército británico emplea aviones no tripulados del tipo Hermes, desarrollados por la empresa israelí Elbit Systems. Por su parte, las fuerzas armadas alemanas, francesas, españolas y holandesas utilizan drones del tipo Herón, producidos por las Israel Aircraft Industries (IAI).

Aviones no tripulados en la frontera con Siria y Líbano

Entre el arsenal de aviones no tripulados israelí destacan los Skylarks, aparatos desmontables que gracias a su pequeño tamaño y su estructura articulada, pueden ser transportados dentro de una mochila. Con un radio de alcance de hasta 15 kilómetros y una autonomía de vuelo de algo más de 2 horas (gracias a unas baterías especiales de litio), los Skylarks son trasladados por unidades de hasta 8 soldados que patrullan a pie zonas como la frontera con Líbano y los Altos del Golán. Desde allí los lanzan al vuelo pudiendo alcanzar una altitud de 4000 pies.

Dada la orografía del terreno para su despegue los Skylarks necesitan de una gran goma elástica, lo que requiere de un espacio libre mínimo de 50 metros que permita al aparato coger la suficiente velocidad y altura antes de comenzar a rotar su hélice. Una segunda mochila aloja un radar de seguimiento, que recibe en tiempo real la imagen captada por la aeronave y que a su vez transmite a un ordenador portátil en el que previamente se ha instalado toda la cartografía del terreno. Para el uso de este terminal se requiere un entrenamiento específico en lectura de mapas y orientación.

Igualmente, los soldados que forman parte de las unidades de Skylark necesitan un año de entrenamiento para aprender a transportar los 40 kilos que pesa cada uno de los macutos contenedores de las distintas partes del avión desmontable. Ejercicio para el que los mandos exigen una fortaleza física concreta, en cuanto que los soldados de la unidad pueden permanecer varios días desplazándose durante horas por terrenos escabrosos o desérticos con las mochilas a cuestas.

Guerra de espionaje

La guerra de espionaje entre Israel y el eje chií Hezbolá-Siria-Irán quedó patente pocos días antes de los últimos bombardeos en las inmediaciones de Damasco. Al derribo de un drone israelí en territorio sirio, le siguió la destrucción por parte de las Fuerzas Aéreas de Israel de un avión no tripulado procedente de Líbano. Aunque la guerrilla chií negó estar detrás de dicha operación, el Gobierno israelí afirmó que se trató de un drone de fabricación iraní.

Para ello se atiene al precedente de octubre de 2012, en que un aparato operado por Hezbolá en el Líbano logró infiltrarse desde la costa mediterránea en el espacio aéreo de Israel, siendo horas después descubierto y abatido mientras sobrevolaba el desierto del Neguev. Un incidente que ruborizó al establishment militar israelí poniendo en evidencia una brecha abierta en su avanzado sistema defensivo.

No obstante, el secretario general del partido-milicia Hezbolá, el jeque Hassan Nasralá, negó públicamente tener relación alguna con el avión y aseguró que fue operado por los propios israelíes para provocar un incidente regional que a su vez pudiera contribuir a detonar una nueva guerra. El objetivo, según sus afirmaciones, saldar cuentas pendientes por la campaña inconclusa de agosto de 2006.

Consciente de la gran importancia que presentan los aviones no tripulados dentro de los arsenales modernos, Irán, el gran aliado regional de la milicia libanesa chií, parece haber dedicado una unidad específica de su Guardia Revolucionaria (también conocida como Pasdarán) al desarrollo de este tipo de aparatos. Una de las fuentes de investigación y desarrollo podría haber sido el drone estadounidense del tipo Sentinel RQ-170 –modelo normalmente utilizado por la CIA– que supuestamente logró interceptar sobre el espacio aéreo iraní y desviar a su terreno en diciembre de 2011. Más reciente, en diciembre de 2012, fuentes de la Guardia Revolucionaria aseguraron haberse servido de otro avión no tripulado, un ScanEagle de la Armada estadounidense, para extraer la información que contenía y poder así reproducir su tecnología. Esta apropiación nunca fue confirmada por el Pentágono, como tampoco lo fue la difundida desde Irán el pasado mes de febrero cuando los Pasdarán aseguraron haber interceptado otro ScanEagle durante el transcurso de las maniobras militares “Gran Profeta-8”.

Pero aunque Irán y Hezbolá hayan comenzado a dotarse de este tipo de aparatos no tripulados, la superioridad israelí en este campo sigue siendo patente. Por el momento, tanto la Guardia Revolucionaria iraní como la milicia libanesa cuentan unicamente con aviones no tripulados relativamente sencillos y con solo capacidades de reconocimiento y fotografía aérea, mientras que Israel dispone ya de drones artillados –como el Hermes desarrollado por la empresa Elbit- que resultan letales en escenarios de guerrilla urbana, como pudo comprobarse durante la operación “Pilar Defensivo”, en noviembre de 2012.

Entonces estos drones artillados ejercieron un papel fundamental en la vigilancia e identificación de objetivos, facilitando a la Fuerza Aérea israelí realizar asesinatos selectivos contra miembros de Hamás y otras milicias de la Franja, provocando la que ha sido la segunda confrontación más importante después de la guerra que tuvo lugar entre diciembre de 2008 y enero de 2009.

 

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