¿Está Romney en el punto de mira de la ira femenina? Vídeo: El camino hacia la Casa Blanca

Fuera de Estados Unidos puede que las elecciones de 1992 sean sobre todo recordadas por la victoria de Bill Clinton, pero ese año electoral también es recordado como "El año de la mujer". Muchas se sintieron estimuladas por el testimonio de Anita Hill sobre Clarence Thomas ante una Comisión sobre Asuntos Judiciales del Senado compuesta íntegramente por hombres. Las consecuencias se reflejaron en la adición de cuatro mujeres más al Senado, situando el total en seis, una cifra sin precedentes. Mi Estado natal de California se convirtió en el primero en ser representado en el Senado por dos mujeres -Barbara Boxer y Dianne Feinstein- y, como joven feminista y reciente graduada en ciencias políticas por UCLA, me sentí eufórica.
20 años después, y pese a los logros de Hillary Clinton y Nancy Pelosi, estamos todavía lejos de conseguir la paridad de género en el Senado (con un total de 17 mujeres entre sus 100 miembros) y la Cámara de Representantes (76 de 450 miembros). De hecho, la Inter-Parliamentary Union ha colocado a Estados Unidos en el puesto 79 del mundo este año en la clasificación de representación femenina en los órganos legislativos nacionales. Desgraciadamente, 2012 no se está desarrollando como un año en el que vayamos a cambiar significativamente estas deprimentes cifras. Serán las mujeres que emitan su voto, más que las que se presentan para ser elegidas, quienes afectarán significativamente el resultado de estas elecciones.
La llamada brecha de género, (gender gap) —la diferencia entre el porcentaje de mujeres y el porcentaje de hombres que votan por un determinado candidato— ha sido evidente en cada una de las elecciones presidenciales desde 1980, revelando que las mujeres prefieren a los demócratas por un margen de 4 a 11 puntos. Esto se ve respaldado por una marcada brecha de género en la identificación con un partido: un sondeo del Pew Research Center muestra que el 52% de las mujeres se identifican con el Partido Demócrata mientras que sólo el 43% de los hombres lo hacen. Y lo que quizá es más importante es que las mujeres acuden a votar en mayor número: 10 millones más de mujeres que de hombres votaron en 2008. Obama mantiene una ventaja en el mapa electoral en este momento y está concentrando su tiempo y recursos de campaña en los importantísimos Estados bisagra. Pero el voto femenino se extiende por todos los objetivos en cuanto a estados, raza e intereses especiales y, si quiere ganar, necesita movilizar a estas votantes y hacer que acudan a las urnas en grandes números. Por otro lado, Romney solo necesita desplazar estos números un poco en su dirección.
Comprendiendo estos cálculos electorales, y que la ira es un gran factor de motivación para lanzarse a actuar, ha sido surrealista contemplar cómo los republicanos sabotean su propia imagen ante las mujeres retrocediendo en el tiempo hasta los 60 gracias a ...
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