mujeresportada
Campaña de Suburban Women Against Trump (The S.W.A.T). (TIMOTHY A. CLARY / AFP)

¿Cuál es el poder de las mujeres en la campaña presidencial de Estados Unidos?

“Mujeres de los barrios residenciales, ¿por qué no os caigo bien?”, se lamentó Trump en un mitin en octubre. No fue tan raro que lo dijera, porque continuó con estas palabras: “He salvado vuestro maldito barrio, ¿no?” Trump está obsesionado con las audiencias de televisión y las encuestas y sabe muy bien que no puede ganar la reelección sin esas mujeres. Los comicios coinciden con el centenario del sufragio femenino, pero son dos hombres blancos y mayores los que encabezan las dos candidaturas; pese a ello, las mujeres tienen un papel crucial.

Lo más llamativo del factor de género es la diferencia que siempre ha jugado a favor de los demócratas desde 1980 y que esta vez ha pasado de 11 puntos en 2016 a un mínimo de 14 puntos en esta ocasión. La muerte de la magistrada progresista del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg y los esfuerzos de Trump para sustituirla por la muy conservadora Amy Coney Barrett han vuelto a colocar la vieja batalla por el derecho al aborto en el centro del debate nacional. Biden podría no haber sido el candidato del Partido Demócrata si no fuera por el apoyo de las mujeres negras, especialmente en Carolina del Sur. Y no hay que olvidar a Kamala Harris, la primera mujer de color en una candidatura presidencial de los dos grandes partidos. Aunque ninguna mujer vaya a ser la próxima inquilina de la Casa Blanca, estas han ejercido su poder en esta campaña como en ninguna otra.

 

mujeresbiden
Dos mujeres sostienen un cartel de Biden- Harris en Georgia. (ELIJAH NOUVELAGE/AFP

La brecha de género en la participación y en la adhesión a cada partido

Trump tiene toda la razón cuando se lamenta a propósito de las mujeres de clase media, porque votan más que los hombres. Desde 1980, la diferencia entre el número de mujeres y el número de hombres que votan no ha dejado de aumentar. A pesar de la escasa participación en 2016, la diferencia entre hombres y mujeres fue la máxima hasta entonces, de un 4,1%: acudieron el 63,3% de las mujeres con derecho a voto y el 59,2% de los hombres. Es decir, votaron 9,9 millones más de mujeres que de hombres. Esta diferencia se debe, en gran parte, a las mujeres negras e hispanas y a las menores de 44 años.

Desde 1980, a medida que las mujeres han votado más, también se han alineado cada vez más con el Partido Demócrata. Para obtener la cifra que denominamos la brecha de género en el voto restamos el número de mujeres que han apoyado al candidato ganador del número de hombres (o viceversa). El resultado ha oscilado entre 4 y 11 puntos en los últimos 40 años. Todo parece indicar que esta vez la diferencia será de 14 puntos, pero la última encuesta de The New York Times-Siena College muestra nada menos que 16 puntos de diferencia de género entre los que apoyan a Biden y 13 en los que votan a Trump. Según la encuesta, si las elecciones se celebraran hoy, el 58% de las mujeres votaría a Biden y el 35% a Trump, mientras que el 48% de los hombres votaría al actual presidente y el 42% al candidato demócrata.

Otra forma de decirlo es que, en esa encuesta, Biden tiene entre las mujeres una ventaja de 23 puntos. Según Harry Enten, periodista de CNN, el candidato demócrata tiene una ventaja media de 25 puntos entre las mujeres en varias encuestas recientes, entre ellas una de CNN que le da un margen de 34 puntos.

Christine Matthews, presidenta de Bellwether Research, lo explica en el blog del Center for Women and Politics: “Una de las razones por las que empezó a surgir una diferencia de género en 1980 fue que el programa republicano se modificó en aspectos importantes para adaptarse a las ideas de Ronald Reagan: el partido propugnó un drástico aumento del gasto de defensa y el presupuesto militar, se alejó del apoyo a la Enmienda sobre igualdad de derechos y propuso la prohibición constitucional de cualquier tipo de aborto. Hasta entonces, los republicanos y los demócratas tenían una actitud similar sobre el tema, algo que resulta difícil de imaginar hoy”. Los estudios demuestran que, con los años, se ha abierto una diferencia de género parecida en todas las democracias avanzadas.

No obstante, en 2016, Trump ganó entre las mujeres blancas —ojo, no las mujeres en general, sino las mujeres blancas— con un 2% más que Clinton. Son datos difíciles de digerir, dada la cantidad de declaraciones sexistas que ha hecho (“Las agarro por el coño”). Resulta fácil dejarse arrastrar y hablar de distintas franjas de votantes —hispanos, negros e incluso mujeres— como si fueran monolíticas, pero es importante recordar que no lo son. Es una trampa especialmente peligrosa cuando se habla de las mujeres, que constituyen más de la mitad de la población. No son una minoría ni se puede pretender que piensan todas igual. Gran parte son republicanas y, aunque a muchas de ellas les pueda parecer detestable el comportamiento de Trump, quizá consideran que sus ideas y sus políticas coinciden más con las de ellas. En la última encuesta de Morning Consult, Biden está igualado con Trump entre las mujeres blancas, con cierta mejora además de la división básica entre partidos.

Sarah Longwell es directora ejecutiva de Republicanos por el Estado de Derecho; desde 2018 ha organizado 50 grupos de estudio entre votantes de Trump y en 2020 se ha centrado en las mujeres blancas de los estados decisivos, que dan la peor calificación posible a su mandato. En definitiva, en 2016 pensaron que su campaña era puro teatro y que sería más “presidencial” cuando tomara posesión. No fue así y están indignadas. Sorprendentemente, algunas de ellas piensan volver a votar a Trump de todas formas, porque odian a los demócratas y a los medios de comunicación todavía más que las cosas que hace él. Las que han decidido inclinarse por Biden lo han hecho, sobre todo, por la pandemia.

 

mujerestrump
Una mujer carteles a favor de Trump en Nueva York. (Stephanie Keith/Getty Images)

Los barrios residenciales y las mujeres de clase media

En 2016 Trump ganó en los barrios residenciales por una diferencia de 5 puntos; este año, según los últimos datos de Pew Research, Biden aventaja a Trump en los barrios residenciales por 12 puntos, entre los votantes blancos de esos barrios por 1 y entre las mujeres por 19. Incluso los hombres de los barrios residenciales se inclinan por Biden, con un margen de 5 puntos. Volviendo al ruego de Trump a las mujeres de clase media, lo más curioso es su visión propia de los 50 de que esas mujeres son mayoritariamente amas de casa a las que puede convencer contándoles que él ha impedido que su sueño burgués se convirtiera en una pesadilla urbana plagada de criminalidad. Sin embargo, según los datos de Morning Consult, Biden tiene 7 puntos de ventaja entre las mujeres de esos barrios, 51% frente a 44%, y una encuesta de Pew llevada a cabo en octubre revela que aventaja a Trump entre todas las mujeres de  los barrios residenciales con una diferencia de 19.

En los 60, el barrio en el que yo crecí, San Carlos, en la Península de San Francisco, era mayoritariamente blanco, y casi todas las madres de mis amigos eran amas de casa. Pero en los 80 muchas madres, incluida la mía, se incorporaron al mercado de trabajo. Los barrios residenciales de Estados Unidos han adquirido mucha más diversidad étnica y racial y, aunque las cifras han aumentado ligeramente desde el año 2000, solo el 29% de las madres son amas de casa, según datos del Pew Research Center.

“Las mujeres están hartas de sentirse impotentes y acosadas”, dijo una mujer de Iowa cuando la columnista de The Washington Post Monica Hesse preguntó en las redes sociales sobre la diferencia de género entre Trump o Biden. “En nuestra vida cotidiana tenemos que lidiar todo el tiempo con hombres que ‘lo saben todo’ y nos avasallan y estamos hartas de aguantárselo a él también”. Una mujer de California destacó: “La masculinidad nociva no es atractiva ni permite conseguir lo que las mujeres necesitan”. No es extraño que en todo el país hayan surgido grupos activistas de mujeres de clase media para hacer campaña por Biden y en contra de Trump.

 

Las mujeres y el Tribunal Supremo

Si bien no parece que hayan variado mucho los resultados de las encuestas, el fallecimiento de la magistrada del Tribunal Supremo, Ruth Bader Ginsburg, y el empeño de Trump por sustituirla por la ultraconservadora, Amy Coney Barrett, ha proporcionado un buen telón de fondo a las elecciones y ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la sanidad y sobre el derecho al aborto. Da la impresión de que ha servido para animar a las mujeres a participar. Y también ha puesto a Biden en el punto de mira, a la hora de saber si piensa expandir el tribunal o “abarrotarlo”. En el caso de Trump, solo ha reforzado el apoyo inquebrantable de los votantes blancos evangélicos, entre los que ya tiene una ventaja de 61 puntos.

 

Las mujeres negras que apoyan a Biden

Los votantes negros tradicionalmente han apoyado al candidato propuesto por el aparato del Partido Demócrata. Respaldaron a Clinton y respaldan a Biden. En parte, no solo es porque tanto Clinton en su día como Biden ahora se presenten como continuadores de la presidencia de Obama, sino también porque los votantes negros son más pragmáticos y moderados. Las mujeres negras dieron a Joe Biden el impulso que necesitaba para asegurar la nominación demócrata. Cuando parecía que su campaña no daba más de sí, obtuvo el 61% del voto negro en Carolina del Sur, sobre todo de mujeres. En gran parte lo consiguió gracias al apoyo del poderoso congresista y miembro del aparato demócrata Jim Clayburn.

 

kamala
Kamala Harris durante un mitin en Detroit, Michigan. (JEFF KOWALSKY / AFP)

Kamala Harris

Con el papel fundamental de las mujeres negras en la nominación de Biden y tras las manifestaciones de Black Lives Matter que dominaron las noticias a finales de primavera y principios de verano, la mayoría de los expertos preveían que Biden escogería como compañera de candidatura a una mujer negra. Él ya había prometido que sería una mujer, lo que parecía apropiado si se tiene en cuenta que las mujeres demócratas todavía se resienten de la inesperada derrota de Clinton en 2016.

La senadora Kamala Harris, que compitió con Biden en las primarias, pareció una de las candidatas más probables desde el principio y es la primera mujer negra en la candidatura presidencial de uno de los dos grandes partidos. Si gana Biden, Harris, de 56 años, será la primera mujer vicepresidenta de la historia de Estados Unidos, a un paso de la presidencia. La senadora de California ha aportado juventud y energía a unas elecciones dominadas por hombres blancos y de cabello amarillento.

Cien años después de que las mujeres consiguieran el derecho al voto, siguen estando lamentablemente infrarrepresentadas en la política estadounidense: aproximadamente el 75% de los senadores y los miembros de la Cámara de Representantes son hombres. Dicho esto, la furia y la frustración provocadas por Trump hizo que en 2018 se presentaran más mujeres candidatas que nunca; obtuvieron el número sin precedentes de 102 escaños en la Cámara de Representantes (de un total de 435) y 25 en el Senado. Este año se presentan todavía más candidatas y es posible que los sabios expertos vuelvan a hablar de un “año de la mujer”, pero quedan por abrir muchas grietas en el techo de cristal para que caiga.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia