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Una percepción correcta es clave para mejorar las relaciones entre Washington y La Habana.
El presidente Barack Obama ha hecho historia en la política estadounidense hacia Cuba. Al restablecer relaciones diplomáticas con la isla, Obama empieza a alinear la diplomacia de EE UU hacia La Habana con el Derecho Internacional. El nuevo enfoque ha llegado de la mano del Papa Francisco y con los buenos oficios del Gobierno canadiense. De porrazo, Obama y Raúl Castro acordaron un intercambio de espías, que incluyó a los tres todavía prisioneros del grupo de los cinco, y a un alto oficial de inteligencia cubano que trabajó al servicio de EE UU. Con el reconocimiento de la Casa Blanca, Cuba perdonó como gesto humanitario al subcontratista Alan Gross. De ser obstáculo, Gross se transformó con su liberación en un catalizador del acercamiento entre los dos países.
Desde su candidatura presidencial en 2008, Barack Obama rechazó el camino de los políticos canijos. No fue a Miami a tirar insultos baratos contra los hermanos Castro, aprovechando los traumas del exilio cubano. El Presidente entendió desde sus años de senador que no había virtud en una hostilidad perpetua entre Cuba y EE UU. Como estableció el ex secretario de Estado Henry Kissinger al proponer negociaciones...
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