La criminalización de gran parte de la sociedad egipcia pone fin a la revolución en el país árabe.
Estudiantes egipcios que apoyan a los Hermanos Musulmanes huyen del gas lacrimógeno lanzado por la policía después de que se produjeran enfrentamientos en la Universidad de El Cairo, marzo de 2014. Getty Images/AFP
Egipto celebra en tres semanas las segundas elecciones presidenciales en dos años con sólo dos candidatos: Abdel Fatah al Sisi, ex general y ex ministro de Defensa, rostro visible del golpe de Estado contra Mohamed Morsi, y Hamdeen Sabahi, un nasserista que ya fue tercero en las elecciones en las que el candidato de los Hermanos Musulmanes salió vencedor, pero que tiene poco que hacer frente al salvador de Egipto Sisi.
La campaña de ambos, que arrancó oficialmente el pasado sábado, planea pivotar en la lucha contra el terrorismo. Así lo hizo saber en su primera entrevista pública el ex general. Los proscritos Hermanos Musulmanes son el objetivo pero, a estas alturas, es como echar gasolina al fuego. La sociedad egipcia está ya más fracturada que nunca, y con las recientes encarcelaciones de activistas y las condenas a muerte en masa se ha criminalizado a una parte importante de la sociedad.
Hasta aquí ha llegado el país en la tumultuosa transición iniciada el 11 de febrero de 2011, cuando Hosni Mubarak fue depuesto como jefe de Estado, tras una revolución popular llevada acabo en apenas dos semanas. En estos poco más de tres años las pugnas por el poder han sido enconadas, con los Hermanos Musulmanes y los militares manteniendo una lucha de sables y coranes que no podía acabar bien. Sobre todo para los primeros, como bien ha demostrado la historia que estos días se repite a sí misma, inexorable. Alguien debía morir pero, no fueron los unos ni los otros. Ha muerto la revolución.
En las últimas semanas han sucedido dos hechos graves que confirman el deceso: la ilegalización del movimiento 6 de abril y una nueva condena a muerte en masa (683 reos) de miembros de los Hermanos Musulmanes. Los unos ya han manifestado que son un ideal, no una empresa con razón social. Y no se puede ilegalizar un ideal. Los otros, muy probablemente boicotearán las elecciones y su criminalización no hará sino acrecentar el ansia de revancha de muchos, que no verán más salida que la de seguir apagando el fuego con gasolina.
Ilegalización del Movimiento 6 de abril
El primero de los indicativos de que la revolución ha pasado a mejor vida es precisamente la ilegalización de uno de sus motores. Un juez ha prohibido las actividades del Movimiento 6 de abril, uno de los grupos de activistas más fuertes del país y una pieza clave de la revolución del 25 de enero de 2011. Los jóvenes del 6 de abril estuvieron en la vanguardia durante las protestas, pero fueron además el germen del alzamiento.
Una de sus fundadoras, Asmaa Mahfuz, grabó entonces ...
Artículo para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual 3,70€/mes
Asiste a eventos en exclusiva
Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal