Un egipcio intenta abastecerse de gas. (Khaled Desouki/AFP/Getty Images)
Un egipcio intenta abastecerse de gas. (Khaled Desouki/AFP/Getty Images)

¿Qué consecuencias puede tener el hallazgo del mayor yacimiento de gas del Mediterráneo para Israel y Egipto?

Durante siglos la riqueza de Egipto ha venido del agua. De la del Nilo, que tras desbordarse dejaba la tierra fértil, lista para el cultivo. O del Mediterráneo, que trajo y llevó comerciantes, ejércitos y conocimiento a través de sus aguas. Ahora el Mare Nostrum guarda otro caudal, uno intangible, por el que los países que baña, incluida la República árabe, han iniciado una búsqueda denodada: el gas. Y como Egipto está acostumbrado a las grandes proporciones, la reserva del codiciado combustible en las aguas profundas de su costa, cuyo hallazgo anunció a finales de agosto la multinacional italiana Eni, podría ser el mayor en la historia del Mediterráneo. Esto significaría “cubrir su demanda durante décadas”, de acuerdo con las estimaciones de la compañía. Pero podría dar al traste con los sueños de Israel y Chipre, que en los pasados años han encontrado yacimientos de hidrocarburos en sus aguas, y ansiaban convertirse en exportadores del combustible. Sobre el tablero de juego quedaría en vilo un acuerdo de importación desde Israel, con todas las implicaciones que ello conlleva en el delicado encaje político de la región.

El hallazgo por tanto es una gran noticia, al menos para los egipcios, cuyo consumo y dependencia de este combustible se ha multiplicado exponencialmente en los últimos diez años. Los cortes de electricidad son la nota común en el país del Nilo, en especial en los meses más calurosos. La escasez de energía no sólo ha provocado protestas, recortes (que han afectado sobre todo a la industria) y un incremento sustancial en las facturas de la electricidad a mediados de 2014, sino que ha hecho a Egipto pasar de ser exportador a importador de gas.

Por eso resulta esperanzador para los egipcios el anuncio del Ente Nazionale Idrocarburi S.p.A. (Eni), una multinacional italiana de gas y petróleo. El combustible de Zohr, como se conoce al proyecto, podría representar un potencial de 30.000 millones de pies cúbicos de gas natural, y, según la compañía su energía equivaldría a unos 5,5 millones de barriles de petróleo. “Este descubrimiento será capaz de transformar el escenario energético de Egipto", según el consejero delegado de Eni, Claudio Descalzi. Cubrir su demanda energética supondría que el Gobierno del ex militar Abdel Fatah al Sisi, podría invertir, a largo plazo, en otras de las necesidades del país: educación, salud, infraestructuras… Aunque por el momento el rais centra sus esfuerzos en estimular el retorno de los inversores y en pagar su deuda. Los egipcios agradecerían que lograran hacer bajar la inflación que ha disparado los precios de los bienes de primera necesidad.

La estabilidad del país ha dependido en los últimos tiempos en gran parte a la escasez de recursos energéticos. La caída del predecesor de Al Sisi (vía golpe de Estado), Mohamed Morsi, llegó unida al descontento general por los recortes de gas. El recuerdo de las horas interminables para conseguir abastecerse y de los cortes de electricidad sigue vivo en las mentes de los egipcios. Desde su llegada al poder, la reforma del sector energético ha estado en la agenda del dirigente egipcio. El nuevo hallazgo será percibido como una respuesta positiva a esas medidas de austeridad y recortes impuestos desde 2014, que empezó metiendo mano a los subsidios para electricidad de los que se beneficia más de la mitad de la población (el presidente confía en eliminarlos por completo en cinco años).

Además, la coincidencia del hallazgo de Zohr y la inauguración del mega proyecto del Canal de Suez con el anuncio de las elecciones parlamentarias previstas para octubre y noviembre de 2015, lograrán que los egipcios vayan a las urnas convencidos de la grandeza de su visionario presidente.

Pero nunca llueve a gusto de todos.

El sueño israelí se aleja

En el vecino Israel, cuyo yacimiento Leviathan albergaba hasta ahora el récord de superyacimiento (es un 40% menor que el encontrado en Egipto), la noticia ha resultado demoledora. En los últimos años, el país ha encontrado en las costas de Haifa dos enormes fuentes de hidrocarburos, Tamar y Leviathan que le permitían convertirse en exportadora de recursos en lugar de importadora. Tamar, encontrado en 2009 y explotado desde hace dos años, es el único proveedor de gas natural del mercado israelí, el 60% de la electricidad se produce con este combustible procedente de dicha planta. Hasta su explotación, los israelíes afrontaban problemas de escasez similares a los de sus vecinos egipcios, que antes eran sus principales suministradores. Conflictos que se debían, en gran parte, a la treintena de atentados contra el gaseoducto de la Península egipcia del Sinaí a través del que se abastecían, y que se han sucedido sin pausa desde la revolución de 2011.

Tras el hallazgo de Tamar y Leviathan Israel aspira a convertirse en una potencia clave de explotación y exportación de gas en la región. Haciendo uso del gasoducto del Sinaí a través del que recibía el gas egipcio, Israel planea enviar su hidrocarburo en dirección contraria a sendas plantas de licuefacción, hacia 2018. El producto abastecería a la planta de Unión Fenosa Gas (UFG) en el puerto de Damietta, al norte del país, y la de British Gas. Desde allí, el gas líquido podría ser transportado por barco a Europa. Sin embargo, Israel parece haber pasado más tiempo pensando en cómo iba a rentabilizar sus hallazgos que en ponerse manos a la obra para explotarlo. Parece que va a ser demasiado tarde.

Lo mismo ocurre con Chipre, otro de los beneficiarios de la riqueza de los yacimientos del Mediterráneo, con Afrodita, de donde pensaba sacar rendimiento muy probablemente en conjunto con Leviathan, para buscar así una exportación conjunta con Israel hacia el Mercado Europeo.

La dilación en la puesta en marcha del desarrollo de los recursos de Leviathan ha supuesto que el descubrimiento en las costas de Egipto dé la vuelta a la partida en la que ya se veían como ganadores. El anuncio de la multinacional italiana ha tenido un impacto directo en el valor de las acciones de sus compañías. Por un lado, está la preocupación de una ruptura de los acuerdos para suministrar gas natural líquido a la planta de Damietta a pesar de que aún faltarían años para que Zohr pudiera ser explotado comercialmente. Además sus recursos serían fundamentales para cubrir la elevada demanda egipcia.

El ministro de Petróleo, Sherif Ismail, ha intentado aplacar las preocupaciones de sus vecinos. “Cualquier negociación entre compañías privadas en Egipto y el Mediterráneo Oriental , y con esto, quiero decir Israel y Chipre, no parará”, explicó en una entrevista con la agencia Reuters. “Esas negociaciones y acuerdos previos siguen adelante”, señaló Ismail, quien también advirtió que la importación de gas de Israel por parte de empresas privadas requerirá la aprobación del Gobierno egipcio.

Los socios de Leviathan esperan firmar un acuerdo de 15 años para exportar gas a las instalaciones de British Gas en Egipto, mientras los de Tamar confiaban en hacerlo a Unión Fenosa Gas, participada al 50% por la española Gas Natural Fenosa y Eni. Tras su licuado el gas sería exportado a Europa por vía marítima como ya se hacía previamente con el gas egipcio. UFG tiene el 80% de Segas (Spanish Egyptian Gas Company), la sociedad que gestiona la planta de licuefacción de Damietta, mientras que el 20% restante corresponde a las estatales EGPC y EGAS.

Gas y corrupción en Egipto

La compañía hispano italiana tiene previsto la compra de 4.500 millones de metros cúbicos anuales de gas líquido a Israel durante esos 15 años, lo que supondría más de 20.000 millones de dólares (17.655 millones de euros) en ventas de gas.

Además significaría la vuelta al trabajo de la planta que lleva parada más de dos años al no tener hidrocarburos que procesar a causa de la suspensión de entregas por parte del suministrador de gas natural. Las pérdidas ocasionadas por la inactividad de la planta son la razón por la que la empresa había demandado al Gobierno egipcio. De este acuerdo para recibir gas de Israel y la vuelta al trabajo de la planta dependería el fin del litigio que estaría condicionado a la renuncia de UFG a una compensación por las pérdidas ocasionadas por el parón.

El negocio gasístico no es una cuestión baladí en Egipto y tiene profundas implicaciones no sólo económicas sino políticas. El depuesto presidente Hosni Mubarak, ahora en libertad, fue imputado por el supuesto acuerdo con el ex ministro de Petróleo, Sameh Fahmi, sobre la venta de gas a Israel, por un precio un 70% inferior a su valor real en el mercado, a través de una compañía del magnate Hussein Salem. Mubarak fue condenado a 15 años por dichos cargos aunque la condena fue suspendida y en febrero se le absolvió por falta de pruebas. Este acuerdo habría ocasionado entre 2005 y 2011 más de 8.500 millones de euros de pérdidas y de él también se habrían beneficiado Jordania y España recibiendo millones de metros cúbicos de gas natural por debajo del precio de mercado, según un informe de la ONG Egyptian Initiative for Personal Rights (EIPR). En 2008, según el informe, Unión Fenosa adquiriría el gas egipcio a dos dólares por millón de BTU, cuando su precio de mercado llegaba hasta los 12,55 dólares. Ese mismo año, el empresario egipcio Hussein Salem obtenía el pasaporte español que le ha permitido eludir a la justicia de su país y refugiarse en España, donde la Audiencia Nacional no consideró relevante la coincidencia de ambos hechos y descartó su extradición a Egipto.

De acuerdo con el informe de EIPR publicado en 2013 basados en la documentación de los sumarios penales contra los imputados en el caso, los beneficios de UFG habrían superado los obtenidos por Israel. El informe señala que los acuerdos supusieron unas pérdidas de 720 millones de euros al año entre 2005 y 2010 al Gobierno egipcio, 200 millones anuales más que el derivado de sus contratos con los israelíes. Dichos acuerdos han sido considerados por los egipcios el paradigma de la corrupción reinante durante la era Mubarak.

Un incremento de precios bajo escrutinio

Es por esto que cualquier nueva operación es escrutada al milímetro y ya hay quién ha alzado la voz sobre posibles tratos de favor respecto al nuevo hallazgo. En julio, apenas un mes antes del anuncio del descubrimiento de Zohr, la compañía estatal EGAS acordó un aumento del precio que Egipto paga a Eni por el gas que les proporciona: de 2,65 dólares a entre 4 y 5,88 dólares por millón de BTU, aplicable al gas producido o a nuevos hallazgos, según publicó Middle East Eye. Algunos expertos regionales citados por la misma publicación, como Hatem Azzam, ex secretario general para la Energía del Parlamento egipcio, han manifestado su recelo ante dicho acuerdo subrayando que en cualquier país europeo se habría debatido mucho antes de incrementar “10 céntimos”. Sin embargo cree que era necesario una subida para incentivar a la empresa.

Polémicas aparte, el Gobierno egipcio prevé que el gas de Zohr fluya para suplir las necesidades de Egipto, incluyendo el porcentaje de Eni, según sugirió el titular de la cartera de Petróleo, descartando que El Cairo tenga planes de exportación para dichos recursos. La italiana tendrá una participación del 35% de las reservas del nuevo yacimiento, con el resto reclamadas por el Estado. Israel deberá buscar comprador para su gas y la balanza en sus relaciones volverá a nivelarse. Queda por ver si los egipcios percibirán algo de esta nueva riqueza que las aguas del Mediterráneo les proporcionan.