“La ONU no sabe cuántas personas disponen de agua de calidad porque no lo mide”, afirma la relatora especial de Naciones Unidas por el derecho humano al agua y al saneamiento en esta entrevista para esglobal.
Catarina de Alburquerque en Lisboa, 2013. Jairo Marcos
Catarina de Alburquerque vive con prisa un tiempo que gestiona de forma generosa. La relatora especial de Naciones Unidas por el derecho humano al agua y al saneamiento, una voz tan respetada como incómoda por sus críticas, denuncia que “los Estados raramente reconocen de forma voluntaria que la gente tiene derechos”. Aprovechó que Lisboa era la anfitriona del VIII Congreso Ibérico sobre Gestión y Planificación del Agua para subrayar los retos pendientes y las limitaciones de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Con la maleta lista para viajar a Brasil, el destino de su segunda misión anual, alarga la conversación más allá de lo permitido por su agenda, no sin antes dejar claro el punto final: “El acceso al agua es una cuestión de poder”.
Esglobal. Cinco años después de su llegada a Naciones Unidas, ¿son más los logros cosechados o los retos pendientes?
Catarina de Alburquerque. Vivo con frustración permanente porque hay muchas cosas por hacer. Pero si miramos a 2008, la situación ha cambiado mucho. Cuando fui nombrada, el derecho humano al agua y al saneamiento todavía no había sido reconocido y no se hablaba casi de saneamiento en términos de derechos humanos. Los países que me hicieron la vida un poco complicada ya se sumaron al consenso y las organizaciones de la ONU que no tenían muy claros los términos de reconocimiento del derecho hoy lo apoyan firmemente.
Esglobal. ¿Qué aplicación práctica tienen sus informes?
C.A. Depende. Es difícil saber qué son casos de éxito. Por ejemplo, en Eslovenia vi una gran exclusión de los gitanos y, después de mi misión y de hacer críticas al Gobierno, empezaron a mirarles como seres humanos: es bueno que lo hagan ahora, pero malo que hasta entonces no lo hiciesen. En California también reconocieron el derecho humano al agua y al saneamiento tras mi misión. Pero mi tasa de éxito no es absoluta. La crisis del agua no afecta a todos y todas de la misma forma.
Esglobal. ¿Puede una empresa privada garantizar el derecho humano al agua?
C.A. Desde el punto de vista de la empresa, la tentación es obtener ganancias. Pero quien tiene la obligación de la implementación del derecho es el Estado, que debe ser el garante y adoptar un marco regulador que determine cuáles son las reglas que se imponen a las empresas privadas: tarifas, mecanismos para garantizar que sea asequible para los más pobres, etcétera. Hay precondiciones que tienen que existir antes de abrir la puerta al sector privado, entre ellas, el derecho de participación y de información en todo el proceso de privatización.
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