Ficción, cortos, documentales… y un videoclip para sumergirse en las realidades de los pueblos originarios en América Latina. Aunque estas comunidades sufren una marcada discriminación, también han alcanzado un mayor empoderamiento y activismo frente a múltiples desafíos, al que ahora se añade la Covid-19. El boom del cine indígena, que cada vez logra más visibilidad, es un claro ejemplo de ese deseo por contar y protagonizar sus propias historias.

 

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Decendiente de los Yaganes, uno de los pueblos indígenas del sur de Chile. PABLO COZZAGLIO/AFP via Getty Images

El botón de Nácar

Patricio Guzmán, 2015

Un poético documental que aborda el destino de los pueblos indígenas nómadas que navegaban en canoas los canales de la Patagonia austral. Estas gentes habitaban ya el sur de Chile hace 10.000 años, pero la llegada de colonos, buscadores de oro y misioneros católicos en el siglo XIX supuso la desaparición de su forma de vida. Hoy, por ejemplo, solo quedan 20 personas descendientes del pueblo kawésqar, en cuya lengua, casi extinta, no existen las palabras "dios" ni "policía".

El documental se vale de un par de botones para conectar dos episodios dolorosos de la Historia chilena. La cinta narra la aventura de Jimmy Bottom, un indígena que a cambio de un botón de nácar fue llevado a Inglaterra en plena Revolución Industrial. Allí vivió un tiempo para regresar más tarde a sus tierras ancestrales convertido en "un exiliado en su propio mundo". La historia de Bottom como símbolo del destierro y la destrucción de estas poblaciones a manos de los colonizadores de Tierra de Fuego. Algunos de los supervivientes fueron enviados a la isla de Dawson, convertida en un campo de concentración donde se retenía y evangelizaba a la fuerza. El segundo botón está vinculado a otro episodio traumático, la dictadura militar. La historia se repite: esa misma isla se convirtió de nuevo en cárcel en el siglo XX tras el golpe de Estado de Augusto Pinochet. Y es que el segundo botón de la narración, en esta ocasión, yace en las aguas del mar y pertenece a una de las víctimas de los llamado vuelos de la muerte.

La impunidad en los casos de violación de derechos humanos cometidos hoy y en el pasado continúan siendo la norma en América Latina, según Amnistía Internacional. Las poblaciones indígenas son muy vulnerables a estos abusos, ya que los líderes de estas comunidades figuran entre las personas con mayor riesgo de sufrir violencia y hostigamiento, subraya la ONG. El botón de nácar juega con dos paralelismos históricos para hablar de siglos de violencia e impunidad.

 

En espera 
Gabriela Calvache, 2011

Con solo 15 minutos de imágenes, y poquísimo diálogo, la cineasta ecuatoriana Gabriela Calvache, nacida en los Andes, lanza a través del personaje de una niña indígena un mensaje contundente sobre cómo las brechas socioeconómicas, territoriales y étnicas en Ecuador castigan a los menores más vulnerables, negándoles su derecho a la educación.

Hoy alrededor de 360.000 niños y niñas de menos de 18 años trabajan en el país andino, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos. A pesar de que la incidencia del trabajo infantil ha descendido en las últimas décadas en Ecuador, aún sigue siendo una de las principales causas del abandono escolar prematuro. Las cifras de menores en estas circunstancias aumenta en las áreas rurales (cinco veces más que en las ciudades) y entre la población indígena. El trabajo infantil alcanza el 26% en el caso de menores entre los 5 y los 14 años y el 39% entre adolescentes en las comunidades indígenas, mientras que la incidencia de esta lacra en la población blanca es del 4% y 14%, respectivamente. Aunque Ecuador ha progresado en la inclusión de niños y niñas en el sistema educativo gracias a un mayor esfuerzo institucional y financiero, según Unicef, importantes desafíos permanecen, especialmente, para las poblaciones más vulnerables. Los menores indígenas viven sobre todo en el ámbito rural, aunque en los últimos tiempos está aumentando el número de los que migran a las urbes, enfrentándose a menudo a la discriminación y al desarraigo, por lo que la mejora de sus condiciones de vida y un mayor acceso a la educación pasa por planes de desarrollo para las áreas que habitan.

Los retos en educación de Ecuador van desde hacer frente al alto abandono escolar y mejorar la calidad de los aprendizajes hasta acabar con el déficit de personal e infraestructura educativa, señala la agencia de la ONU. Un corto sencillo con un potente mensaje de una cineasta que defiende que "el arte tiene que ser contestatario".

 

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Niñas mayas en Guatemala. Insights/Universal Images Group via Getty Images

Ixcanul

Jayro Bustamante, 2015

Película de una gran belleza estética, rodada casi en su totalidad en la lengua maya cachiquel. Cuenta la historia de María, una indígena guatemalteca de 17 años que vive junto a su familia en la falda de un volcán. Esta ópera prima habla de abuso de poder, discriminación y machismo. También de un tema tan espinoso como es el robo de recién nacidos, un drama que está muy lejos de ser ficción. Durante el conflicto civil entre el Estado guatemalteco y grupos guerrilleros miles de niños, muchos de ellos pertenecientes a familias indígenas, fueron secuestrados y dados en adopción en el extranjero a cambio de importantes sumas de dinero, alimentando así un lucrativo negocio. Aunque esta práctica delictiva está mucho más perseguida hoy y existe una mayor regulación, aún siguen existiendo redes criminales de adopciones ilegales cuyas principales víctimas suelen ser adolescentes, jóvenes e indígenas.

El film aborda también la vulnerabilidad de estas comunidades frente al abuso de poder por parte de personajes con autoridad. Ante un contexto de discriminación y machismo, María y sus padres no tienen recursos para defenderse y la barrera lingüística les priva incluso de voz para demandar sus derechos. Uno de los grandes desafíos de Guatemala es que gran parte de los indígenas, algo más del 40% de la población total del país, solo hablan su lengua materna maya y no el idioma oficial, el español. Esto tiene un impacto negativo de gran calado en su acceso a la salud o a la justicia, debido a la ausencia de personal que hable el idioma indígena de la zona y de la falta de sistemas de interpretación.

Ixcanul es la historia de una mujer intentado escapar a su destino, soñando con otro mundo (y otra vida) más allá del volcán, en Estados Unidos.

 

Katary (Levántate)

Awki Esteban Lema, 2017

Un corto documental sobre "el legado cultural y el compromiso ancestral", en palabras de su joven autor, un estudiante venezolano de la Escuela de Medios Audiovisuales de la Universidad de los Andes. La cinta aborda a través de la figura de sus abuelos, miembros de la comunidad kichwa otavalo, originaria de Ecuador pero asentados en Mérida (Venezuela), una cuestión fundamental: la identidad indígena y su legado a las nuevas generaciones.

¿Cuáles son los desafíos de la juventud indígena en ese complejo terreno entre las tradiciones y un mundo que cambia un ritmo vertiginoso? ¿Cómo expresar su identidad? ¿Sentirse orgullosos o avergonzados? Preguntas complicadas en un contexto latinoamericano donde se producen dos fenómenos al mismo tiempo. Por un lado, continúa existiendo una discriminación generalizada hacia la población indígena en la región. Además, los jóvenes son especialmente vulnerables a las crisis de identidad, sobre todo aquellos que emigran hacia las ciudades, donde la alienación cultural y los problemas de autoestima por la ruptura con los roles tradicionales suele ser más intensos, según CEPAL. Sin embargo, al mismo tiempo, también ha surgido una fuerte ola de reivindicación, activismo y orgullo indígena en las últimas décadas. Movimientos que han logrado mayores niveles de liderazgo político, socioeconómico y medioambiental.

A pesar de que las poblaciones indígenas en América Latina avanzaron en gran medida en cuanto a la reducción de pobreza, avances sociales y el acceso a servicios básicos durante la primera década del siglo XX, estas comunidades no se beneficiaron tanto como el resto de los latinoamericanos, según el Banco Mundial. En el caso de Venezuela, donde el 2,5% de la población es indígena y hay más de 50 grupos, estas comunidades están experimentando de "una manera diferenciada y con mayor profundidad" el desafío a los derechos humanos y la crisis humanitaria que asola el país, alerta Amnistía Internacional.

Las generaciones jóvenes se encuentran frente a la responsabilidad de que sus comunidades no se queden atrás en la implantación de la Agenda 2030, al mismo tiempo que juegan un papel vital en la preservación del conocimiento tradicional y la identidad. El corto Katary invita a reflexionar sobre estos dilemas en menos de 20 minutos de metraje llenos de ternura.

 

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Hombre indígenas del Amazononia colombiana protegidos con máscaras por la pandemia del coronavirus. TATIANA DE NEVO/AFP via Getty Images

El abrazo de la serpiente

Ciro Guerra, 2015

Una película hipnótica situada en la Amazonia en el siglo XX e inspirada en los diarios de viaje del etnólogo alemán Theodor Koch Grünberg y el biólogo estadounidense Richard Evans Schultes. Una cinta que se sumerge en los terribles estragos del colonialismo, hambriento de caucho. Fue el primer film colombiano nominado a los Óscar y su historia sigue vigente: los pueblos y el bioma amazónicos continúan acechados por varios frentes en el siglo XXI.

La Amazonia es el hogar de 2,7 millones de indígenas, y más de 60 grupos viven muy aislados. La mayoría de las tribus no contactadas habitan en territorio que pertenece a Brasil, país que alberga la mayor extensión de selva amazónica, aunque también hay algunos de estos grupos en Perú y Bolivia. Las amenazas para estas poblaciones indígenas, siendo aquellas que están aisladas las más vulnerables, son múltiples: desde su extrema fragilidad frente a enfermedades importadas hasta la violencia derivada de la tala y minería ilegal, pasando por los efectos del cambio climático. A enfermedades como el sarampión o la gripe, ahora se añade la Covid-19, que podría exterminar a las tribus no contactadas en Brasil, el país latinoamericano más azotado por el coronavirus. También hay importantes focos de la pandemia en la Amazonía colombiana y peruana. Estos pueblos se enfrenta además al desafío de defender sus tierras de la invasión de la tala y minería, de los incendios provocados por quienes se lucran de estos negocios, así como de una políticas gubernamentales que ignoran por regla general los derechos de estas comunidades. La desprotección de la Amazonía, remilitarizada y donde se prima la comercialización, no solo se debe al malo habitual, el Brasil de Jair Bolsonaro. En la Colombia de Iván Duque la deforestación y el acaparamiento de tierras ha aumentado entre 2015 y 2108 tras la retirada de las FARC; en Perú se pierden bosques a causa de la minería ilegal de oro, y los ganaderos bolivianos arrasan la selva para satisfacer la demanda cárnica desde China. Por último, el cambio climático ya está poniendo en jaque los ecosistemas de la Amazonia, reduciendo las lluvias, mermando las especies y exponiendo a sus poblaciones a condiciones medioambientales potencialmente letales.

Pero en este escenario también hay algo positivo: desde 2008 los representantes de comunidades indígenas en todo el mundo están cambiando su papel de víctima al de agente del cambio, asumiendo un rol más activo nacional e internacionalmente en la lucha contra la degradación ecológica y otros abusos contra sus gentes. El activismo indígena, más globalizado y conectado, se muestra más combativo. Este film está dedicado "a la memoria de los pueblos cuya canción nunca conoceremos" y nos invita a reflexionar sobre la avaricia de los nuevos colonialismos.

 

La teta asustada

Claudia LLosa, 2008

La joven Fausta sufre la enfermedad de la teta asustada, fruto del miedo trasmitido a  través de la leche de su madre, víctima de la violencia sexual que se ejerció de manera sistemática por parte de grupos terroristas como Sendero Luminoso y militares peruanos durante el conflicto interno que asoló el país entre 1980 y 2000. Violencia que abarcó violaciones, esclavitud sexual, embarazos y abortos forzosos, así como una campaña de esterilización, sin consentimiento de las víctimas, llevada a cabo por el Estado peruano, que afectó a 300.000 mujeres, muchas de ellas indígenas.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú dibujó claramente el perfil de las mujeres más afectadas por estas atrocidades: la mayoría eran quechuahablantes procedentes de la zona andina (73%), analfabetas (34%), jóvenes (el 48% tenían entre 10 y 30 años, el 8% eran menores de 10 años) y el 80% de ellas vivían en zonas rurales. En la película, Fausta habla y, sobre todo, canta en lengua quechua, de tal manera que este idioma se convierte en un protagonista más del film. La música como vehículo para expresar el dolor y el duelo.

En el Perú actual, las indígenas sufren más la vulneración de sus derechos fundamentales que otras mujeres del país y se encuentran con mayores barreras a la hora de acceder a la educación y los servicios sanitarios, de gozar de independencia económica u ocupar un cargo político. También sufren más violencia: el 74,5% de las mujeres quechuahablantes fueron víctimas de violencia de género y el 11,5% de ellas ha padecido violencia sexual, según datos del Gobierno peruano. En 2018 se lanzó un Plan de Acción Conjunto (PAC) para prevenir la violencia contra las mujeres y que estable medidas concretas para las mujeres y niñas originarias víctimas de esta lacra. Recientemente, se ha publicado el último informe que da cuenta de los avances logrados hasta el momento y ofrece recomendaciones para seguir trabajando en los retos pendientes.

La teta asustada es una cinta que habla de cómo la violencia sexual daña de manera irreversible a los seres humanos, afectando también a las nuevas generaciones, ya que sus efectos reverberan a través de los hijos de las víctimas de estos abusos. Un film sobre la herencia del trauma.

 

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Mural huichol en un museo de la ciudad de Zacatecas. Mahaux Charles/AGF/Universal Images Group via Getty Images

Eco de la montaña

Nicolás Echevarría, 2014

¿Sabe quién es Santos de la Torre? Posiblemente no. Algo que puede sorprender si se tiene en cuenta que una de las obras de este artista indígena mexicano, el mural Pensamiento y alma huichol, está expuesta desde hace años en el Museo del Louvre. Este documental acompaña a Santos de la Torre en su peregrinaje a Wirikuta, territorio sagrado para los huicholes, una comunidad indígena mexicana de unas 47.000 personas. A través de la figura de este artista conocemos la cosmogonía y el misticismo de un pueblo que utiliza el arte para expresar su cultura ancestral, y defiende de manera firme la conservación de sus tradiciones y tierras.

Eco de la montaña habla de arte, pero también del olvido de un artista que no fue ni siquiera invitado a la inauguración de su propio mural en París, fruto de un intercambio de obras entre Francia y México. Un caso concreto que se sitúa en un contexto de exclusión social de los pueblos indígenas mexicanos, con menos oportunidades educativas, laborales y que sufren brecha salarial: un hombre indígena gana de media unos 4.155 pesos al mes (una mujer indígena 3.840), mientras que el ingreso mensual del trabajador medio es de más de 6.000 pesos. Una realidad de injusticia que es percibida por la propia sociedad: el 75,6% de los mexicanos cree que "las personas indígenas son poco valoradas", según la encuesta nacional sobre la discriminación.

Otro tema que se aborda es cómo el territorio sagrado huichol está amenazado por la industria minera. La disputa legal para evitar que se lleven a cabo extracciones en estas áreas comenzó hace una década, y hoy continua: los huicholes están pidiendo al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que mejore las infraestructuras educativas y sanitarias en sus tierras y que ponga fin a las concesiones mineras. Aunque el líder mexicano ha proclamado que la "cuarta transformación tiene como protagonistas a los pueblos indígenas", los desafíos son grandes. Ahora además la pandemia de coronavirus ha incrementando la vulnerabilidad de unas comunidades indígenas que ya sufrían hacinamiento, inseguridad alimentaria y violencia. Sí, violencia, que no para ni en tiempos de Covid-19: la activista Paulina Gómez, defensora del territorio sagrado de los huicholes, fue asesinada a finales de este marzo. La lucha por los derechos humanos y el medio ambiente en México sale cara.

 

La tentación de Nixhix

G. Yumani, N. Ipamo, R. D. Cayaduro, M. Zelady, M. Cárdenas y F. Gutiérrez, 2015

Bolivia no puede faltar en esta lista de películas, ya que es el país latinoamericano cuya población tiene un mayor porcentaje de personas indígenas, el 48%, 36 grupos reconocidos (los quechuas, aimaras, guaraníes…). El largometraje de ficción La tentación de Nixhin, dirigido de manera colectiva, da a conocer la cosmovisión del pueblo chiquitano (3,6% de los bolivianos) y cuenta cómo el descubrimiento de una piedra cambia la vida del pueblo por completo. El valioso mineral abrirá la puerta a la explotación, rompiendo así la armonía entre los hombres y la Madre Tierra.

Un argumento que nos recuerda la actual controversia propósito del litio. El 85% de las reservas de este recurso estratégico, clave de cara a la transición energética y al boom de la movilidad eléctrica, se hallan en el Triángulo del litio: Argentina, Chile y Bolivia (este país con las mayores reservas). Con el fin diversificar su producción, el Estado boliviano lanzó una estrategia de producción e industrialización de recursos evapóricas, con el litio como elemento central, en 2008, pero las controversias abundan. En relación a la explotación de litio se han dado respuestas divergentes por parte de las comunidades indígenas que habitan los territorios con reservas, algunos a favor y otros en contra, según recientes estudios, pero la tensión entre unas leyes bolivianas protectoras de los derechos indígenas y el avance de proyectos de explotación en tierras ancestrales se ha hecho palpable. Un análisis profundo de los impactos de la explotación de este recurso para las comunidades indígenas y locales sería del todo deseable para evitar vulneración de derechos y desastres medioambientales.

Para enredar más aún la madeja, el ex presidente Evo Morales acusó a EE UU de estar detrás "del golpe de Estado" contra su Gobierno a finales de 2019, alegando que se debe a que Bolivia estaba otorgando licitaciones a empresas alemanas y chinas para industrializar el codiciado litio. Al mismo tiempo, el mandato de Morales, que pertenece a la comunidad aimara y cuyo poder ha estado aupado en gran medida por la población indígena del país, no salió muy bien parado a ojos de los medioambientalistas: se ha criticado su plan de desarrollo al ampliar la frontera agrícola sustituyendo bosques por plantaciones agroindustriales minando los derechos de los indígenas, así como su gestión de los graves incendios forestales en la Chiquitania y la Amazonia.

La tentación de Nixhix nos recuerda que la relación entre los pueblos originarios y la naturaleza es íntima y estrecha, incluso mágica, pero por el camino están los muy reales intereses de empresas y Estados.

 

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Perosnas indígenas peruanas cerca de Cuzco. Eric Lafforgue/Art in All of Us/Corbis via Getty Images

Wiñaypacha

Óscar Catacora, 2017

De soledad y vejez en el Altiplano habla la primera película peruana filmada por completo en lengua aimara, pueblo asentado históricamente en las áreas limítrofes de Perú, Chile y Bolivia. Su joven director proviene del departamento de Puno, donde habita la mayoría de esta comunidad en Perú: casi 550.000 personas se autoidentifican como parte de este pueblo en el país. El espectador sigue el día a día de una pareja de ancianos que viven en las remotas montañas andinas. Su vida está marcada por la supervivencia frente a una naturaleza poderosa e inclemente, así como por la dolorosa ausencia de su hijo, que se marchó a la ciudad hace años y no ha vuelto.

El sentimiento de abandono lo tiñe todo: unos ancianos olvidados por su hijo, unas poblaciones abandonadas por el mundo. La película busca denunciar la pérdida de identidad de los pueblos andinos y el impacto de la globalización, en palabras del director. En la actualidad, entre un 12% y un 18% de los peruanos son indígenas y, aunque el país ha avanzado en la protección y promoción de sus derechos, según el PNUD, los retos relacionados con el reconocimiento de sus territorios, el impacto de las actividades extractivas y el cambio climático o la garantía de participación indígena en la gobernanza y la toma de decisiones permanecen. ¿Y cómo están afectando las fuerzas de la globalización a estos pueblos? La pérdida gradual de lenguas y dialectos es una de las consecuencias: una de cada cinco personas indígenas ha perdido su lengua nativa en las últimas décadas en América Latina y el Caribe. La literatura crítica sobre los efectos de la globalización señala además que las actividades de las grandes corporaciones generan el desplazamiento forzoso de población indígenas de sus tierras, abusos contra los derechos humanos, incremento de las desigualdades, modificaciones culturales y degradación medioambiental.

Wiñaypacha, que significa "eternidad", pone también sobre la mesa la cuestión de la vejez, algo de interés en una América Latina que se hace mayor a pasos agigantados: la población con más de 60 años pasará del 11% actual al 25% en 35 años, casi la mitad de tiempo que necesitó Europa para experimentar el mismo fenómeno. El envejecimiento no tiene connotaciones negativas para los pueblos indígenas, puede incluso suponer un aumento en el estatus y el rol, ya que la construcción social de la vejez es diferente a nuestras sociedades. Sin embargo, los menores índices de bienestar socioeconómico y la indefensión social que padecen estas comunidades, unidas a la fragilidad de hacerse mayor, implica una problemática suma de vulnerabilidades.

 

Y un videoclip:

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Marina Carrizo, 2015

Un precioso videoclip animado, elaborado con vellón y otros materiales naturales, para acompañar la popular canción del folclore argentino "Doña Ubenza". La voz la pone la coplera Mariana Carrizo, originaria de los Valles Calchaquíes, en el noroeste de Argentina. En el país el 2,4% de la población es indígena. Aunque estas comunidades tienen recogidos sus derechos en la Constitución, en la realidad sufren discriminación e invisibilidad. En concreto, los mapuches, una de las comunidades indígenas más numerosas de Argentina (unas 200.000 personas) y la más grande en Chile (un millón y medio), es un pueblo que mantiene fuertes tensiones con ambos Estados. Un conflicto complejo, y aún sin resolver, con múltiples aristas: derechos sobre la tierra, reivindicaciones de autonomía política y cultural, industrias extractivas, criminalización y violencia.

El cántico de este videoclip lleno de color está dedicado a la identidad y la cultura de los pueblos originarios y, en palabras de Carrizo, es también un intento de revalorizar a sus mujeres.