Ánimo de lucro: las bombas cuestan vidas en Irak.
Ánimo de lucro: las bombas cuestan vidas en Irak.

Los soldados estadounidenses en Irak se encuentran cada vez más en
primera línea. Eso no significa necesariamente que los insurgentes estén
ganando nuevos simpatizantes ideológicos o religiosos. Más bien,
podrían estar sumando adeptos gracias a un incentivo muy poderoso: el ánimo
de lucro. Los ataques contra las patrullas militares estadounidenses y las
fuerzas de seguridad iraquíes funcionan ahora como un mercado saneado
y a pleno rendimiento, y los aspirantes a suicidas ofrecen sus servicios a
quien quiera pagarlos. "Lo esencial para esta gente no es la religión
ni el fanatismo, sino quién les va a ayudar a llegar a final de mes",
asegura el teniente coronel Ross Brown, del Tercer Regimiento de Caballería
de EE UU.

Internet se ha convertido en una agencia publicitaria para los reducidos y
eficaces equipos de fabricantes de bombas para la insurgencia que operan en
Irak. Éstos, que trabajan generalmente en grupos de seis a diez personas,
emplean cámaras estratégicamente situadas para captar los ángulos
más dramáticos de cada operación. Después editan
vídeos digitales, les añaden un fondo de música religiosa
y los cuelgan en páginas yihadistas. Una vez que los ven en plena faena,
las diferentes organizaciones insurgentes contratan a estos individuos, pagando
entre trescientos y mil euros por ataque.

La rapidez con la que los rebeldes iraquíes han logrado transformar
la Red en un mercado informal, pero muy efectivo, ha confundido al Ejército
de EE UU. "Alguien puede tardar cinco años en comprender cómo
construir una bomba nueva, pero, una vez que lleva a cabo ese proceso, puede
conectarse a Internet y compartir esa información con gran rapidez",
dice el teniente coronel Shawn Weed. Algunos grupos insurgentes envían
por correo electrónico archivos de vídeo que contienen, por ejemplo,
clases para convertir piezas de artillería y tanques de propano en bombas
que estallan al borde de la carretera. "Están aprendiendo y la
complejidad de los métodos con los que intentan matarnos aumenta por
minutos", dice Ross. Las fuerzas estadounidenses descubrieron hace poco
un floreciente mercado de vídeos con ataques de francotiradores contra
sus soldados. "Si puedes ganar 5.000 euros por grabar a un francotirador
en acción y las posibilidades de que te cojan son mínimas, es
un incentivo importante", asegura Weed. Podría ser la prueba más
clara de que la bancarrota de la economía iraquí cuesta vidas
estadounidenses.

El bazar de las bombas

Ánimo de lucro: las bombas cuestan vidas en Irak.
Ánimo de lucro: las bombas cuestan vidas en Irak.

Los soldados estadounidenses en Irak se encuentran cada vez más en
primera línea. Eso no significa necesariamente que los insurgentes estén
ganando nuevos simpatizantes ideológicos o religiosos. Más bien,
podrían estar sumando adeptos gracias a un incentivo muy poderoso: el ánimo
de lucro. Los ataques contra las patrullas militares estadounidenses y las
fuerzas de seguridad iraquíes funcionan ahora como un mercado saneado
y a pleno rendimiento, y los aspirantes a suicidas ofrecen sus servicios a
quien quiera pagarlos. "Lo esencial para esta gente no es la religión
ni el fanatismo, sino quién les va a ayudar a llegar a final de mes",
asegura el teniente coronel Ross Brown, del Tercer Regimiento de Caballería
de EE UU.

Internet se ha convertido en una agencia publicitaria para los reducidos y
eficaces equipos de fabricantes de bombas para la insurgencia que operan en
Irak. Éstos, que trabajan generalmente en grupos de seis a diez personas,
emplean cámaras estratégicamente situadas para captar los ángulos
más dramáticos de cada operación. Después editan
vídeos digitales, les añaden un fondo de música religiosa
y los cuelgan en páginas yihadistas. Una vez que los ven en plena faena,
las diferentes organizaciones insurgentes contratan a estos individuos, pagando
entre trescientos y mil euros por ataque.

La rapidez con la que los rebeldes iraquíes han logrado transformar
la Red en un mercado informal, pero muy efectivo, ha confundido al Ejército
de EE UU. "Alguien puede tardar cinco años en comprender cómo
construir una bomba nueva, pero, una vez que lleva a cabo ese proceso, puede
conectarse a Internet y compartir esa información con gran rapidez",
dice el teniente coronel Shawn Weed. Algunos grupos insurgentes envían
por correo electrónico archivos de vídeo que contienen, por ejemplo,
clases para convertir piezas de artillería y tanques de propano en bombas
que estallan al borde de la carretera. "Están aprendiendo y la
complejidad de los métodos con los que intentan matarnos aumenta por
minutos", dice Ross. Las fuerzas estadounidenses descubrieron hace poco
un floreciente mercado de vídeos con ataques de francotiradores contra
sus soldados. "Si puedes ganar 5.000 euros por grabar a un francotirador
en acción y las posibilidades de que te cojan son mínimas, es
un incentivo importante", asegura Weed. Podría ser la prueba más
clara de que la bancarrota de la economía iraquí cuesta vidas
estadounidenses. —Greg Grant

Greg Grant es redactor de la publicación estadounidense
Defense News