Samuel Huntington sólo acertó en parte: la gran brecha cultural entre Occidente y el mundo musulmán no es la democracia, sino el sexo. Tanto los musulmanes como los occidentales desean la democracia, pero están en las antípodas en sus actitudes ante el divorcio, el aborto, la igualdad de género y los derechos de los homosexuales, según recientes estudios. No es un buen augurio para la democracia en Oriente Medio.

La Administración Bush presentó una serie de justificaciones para la invasión de Irak: hordas de iraquíes agradecidos vitoreando a sus liberadores, los supuestos lazos entre Sadam Husein y los atentados del 11-S, la búsqueda infructuosa de las armas de destrucción masiva y, finalmente, el intento de reconstruir Irak como un brillante faro de libertad y derechos humanos que desencadenaría revoluciones democráticas en toda la región.

Las sucesivas debacles de los últimos meses en Irak han cambiado de forma gradual la opinión pública de EE UU, entre ellas el creciente número de bajas estadounidenses en Nayaf y Kerbala; los muertos iraquíes, que podrían ser 5.000 o más; la incertidumbre sobre la efectividad de los planes para devolver la soberanía; los fallos de seguridad para proteger la vida de varios de los líderes del Consejo de Gobierno iraquí y las acusaciones contra Ahmed Chalabi, y, por último, pero no menos importante, las imágenes de torturas y abusos en la prisión de Abu Ghraib.

Quizá lo más dañino han sido esas fotos y vídeos de las tropas estadounidenses torturando a iraquíes indefensos. Socavan la afirmación de la Administración Bush de que la guerra en Irak valió la pena, pese a que no se encontraran armas de destrucción masiva, porque ayudó a liberar al pueblo iraquí y a establecer una nueva era en materia de derechos humanos. Desvanecidos estos sueños, la esperanza es que al menos los estadounidenses hayan transferido la soberanía a una especie de coalición que pueda mantener al país unido hasta la celebración de elecciones. ¿Significa esto que los comicios que deberían celebrarse en enero de 2005 serán inevitablemente fallidos, que la autocracia volverá de otra guisa y que las enormes esperanzas de un establecimiento de la democracia y los derechos humanos a largo plazo en Oriente Medio también están condenados al fracaso? ¿No será que el mundo musulmán marcha al ritmo de otro tambor?

Aunque Bush afirme con optimismo que "no hay choque de civilizaciones", cuando se trata de "los derechos y necesidades básicas de hombres y mujeres", otros no están tan seguros. Hoy, después del 11-S y con la crisis de Irak, resuena más que nunca la controvertida tesis formulada por Samuel Huntington en 1993, según la cual la nueva causa de conflictos es la brecha cultural entre "el cristianismo occidental" y "el cristianismo ortodoxo y el islam". En la misma línea que Huntington, el representante demócrata de Connecticut, Christopher Shays, después de horas de declaraciones en el Capitolio sobre las relaciones entre EE UU y el islam, se preguntaba molesto: "¿Por qué la democracia no echa raíces en Oriente Medio? ¿Qué pasa allí, en la cultura o en la gente, que hace que nadie trabaje por ella?".

Huntington respondería que el mundo musulmán carece de los valores fundamentales que gestaron la democracia representativa en Occidente: la separación del poder religioso y el político; el imperio de la ley y el pluralismo social; las instituciones parlamentarias del gobierno representativo, y la protección de los derechos individuales y libertades civiles como amortiguador entre los ciudadanos y el poder del Estado. Esta tesis es muy verosímil dado el fracaso de la democracia electoral en Oriente Medio y el norte de África. Según las últimas estadísticas de Freedom House, casi dos tercios de los 192 países del mundo son democracias electorales, mientras que sólo lo son una cuarta parte de los 47 países de mayoría musulmana, y entre ellos no está ninguno de los principales países de habla árabe.

Esta evidencia circunstancial no prueba, sin embargo, que Huntington tenga razón, pues explica muy poco sobre las creencias subyacentes de los pueblos musulmanes. De hecho, hasta hoy había escasa evidencia empírica de que los valores de las sociedades occidentales y musulmanas fueran muy divergentes. Los resultados acumulados de las dos últimas ediciones de la Encuesta Mundial de Valores (EMV), realizadas en 1995-1996 y 2000-2002, sí aportan pruebas interesantes. La EMV investiga el cambio sociocultural y político por medio de cuestionarios que exploran los valores y creencias en más de setenta países, y abarca más del 80% de la población mundial.

La comparación de los resultados que arrojan las encuestas sobre las sociedades musulmanas y las no musulmanas confirma la primera parte de la tesis del autor: la cultura sí importa, ¡y mucho! Las tradiciones religiosas históricas han dejado una impronta duradera en los valores contemporáneos. Sin embargo, Huntington se equivoca al asumir que el choque principal entre Occidente y el islam radica en los valores políticos. A estas alturas de la historia, las sociedades de todo el mundo –las musulmanas y las judeo-cristianas– consideran la democracia como la mejor forma de gobierno. En cambio, el verdadero abismo entre Occidente y el islam, olvidado por completo por Huntington, es la igualdad de género y la liberación sexual. En otras palabras, los valores que separan las dos culturas tienen más que ver con el eros que con el demos. Mientras las jóvenes generaciones de Occidente son cada vez más liberales en estos temas, las naciones musulmanas siguen siendo las sociedades más tradicionales del mundo.

 

La brecha cultural

Aprobación de los valores políticos y sociales en las sociedades occidentales y musulmanas.

Gráfico que se basa en las respuestas a varias cuestiones políticas y sociales en la Encuesta Mundial de Valores: los porcentajes indican el grado en que los encuestados estaban de acuerdo o en desacuerdo con las siguientes afirmaciones o preguntas:

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El gráfico  anterior se basa en las respuestas a varias cuestiones políticas y sociales en la Encuesta Mundial de Valores: los porcentajes indican el grado en que los encuestados estaban de acuerdo o en desacuerdo con las siguientes afirmaciones o preguntas: PAPEL DE LA DEMOCRACIA

  • Las democracias son indecisas y causan demasiados conflictos. (Muy
    en desacuerdo).
  • Las democracias no saben mantener el orden. (Muy en desacuerdo).

 

IDEALES DEMOCRÁTICOS

  • La democracia puede tener problemas, pero es mejor que cualquier
    otra forma de gobierno. (Muy de acuerdo).
  • Aprueba tener un sistema político democrático. (Muy
    de acuerdo).

 

LÍDERES FUERTES

  • Aprueba que sean los expertos, y no el Gobierno, quienes tomen las
    decisiones según lo que ellos piensen que es lo mejor para el
    país. (Muy en desacuerdo).
  • Aprueba tener un líder fuerte que no tenga que molestarse
    con un Congreso y con elecciones. (Muy en desacuerdo).

 

LÍDERES RELIGIOSOS

  • Los políticos que no creen en Dios no son aptos para un cargo
    público. (Muy en desacuerdo).
  • Sería mejor (para este país) si más personas
    con fuertes convicciones religiosas estuvieran en cargos públicos.
    (Muy en desacuerdo).

 

IGUALDAD DE GÉNERO

  • En general, los hombres son mejores líderes políticos
    que las mujeres. (Muy en desacuerdo).
  • Cuando escasean los trabajos, los hombres deben tener más
    derecho a un puesto de trabajo que las mujeres. (Muy en desacuerdo).
  • La educación universitaria es más importante para un
    chico que para una chica. (Muy en desacuerdo).
  • Una mujer tiene que tener hijos para realizarse. (Muy en desacuerdo).
  • Si una mujer quiere tener un hijo como madre soltera y no desea una
    relación estable con un hombre, ¿está de acuerdo?
    (Muy de acuerdo).

 

DIVORCIO

  • El divorcio puede justificarse siempre / nunca / a veces. (Alto nivel
    de tolerancia hacia el divorcio).

 

ABORTO

  • El aborto puede justificarse siempre / nunca / a veces. (Alto nivel
    de tolerancia hacia el aborto).

 

HOMOSEXUALIDAD

  • La homosexualidad puede justificarse siempre / nunca / a veces. (Alto
    nivel de tolerancia hacia la homosexualidad).

 

Fuente: Encuesta Mundial de Valores, resumen 1995–2001.

 

Esta diferencia de valores es producto del creciente abismo de desarrollo económico entre Occidente y el mundo musulmán. Sobre la falta de derechos de las mujeres en Oriente Medio, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) afirmó en 2002 que "ninguna sociedad puede alcanzar el deseado estado de bienestar y desarrollo humano, o competir en un mundo globalizado, si la mitad de su población sigue marginada y privada de poder". Pero este "choque sexual de las civilizaciones" va más allá del trato que dan los musulmanes a las mujeres. El compromiso con la igualdad de género y la liberación sexual es el indicador más fiable de la fortaleza del apoyo de una sociedad a la tolerancia y la igualdad. De ahí que, aunque los pueblos musulmanes anhelen la democracia, tal vez no puedan sostenerla.

 

Huntington, a prueba

Según Huntington, las "ideas de individualismo, liberalismo, constitucionalismo, derechos humanos, igualdad, libertad, Estado de Derecho, democracia, libre comercio [y] la separación de Iglesia y Estado" tienen poca resonancia fuera de Occidente. Más aún, sostiene que los esfuerzos de Occidente para fomentar estas ideas provocan una reacción violenta contra el "imperialismo de los derechos humanos".

Para verificar estas afirmaciones, clasificamos cada país encuestado en la EMV dentro de las nueve principales civilizaciones actuales, basándonos sobre todo en la herencia religiosa de cada sociedad. La encuesta incluye 22 países que representan el cristianismo occidental (cultura de Europa occidental, que también abarca EE UU y Canadá, Australia y Nueva Zelanda), 10 centroeuropeos (que comparten la herencia del cristianismo occidental, pero que también conocieron el comunismo), 11 países de mayoría musulmana (Albania, Argelia, Azerbaiyán, Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, Jordania, Marruecos, Pakistán y Turquía), 12 sociedades ortodoxas (Rusia y Grecia entre ellas), 11 países predominantemente católicos de América Latina, cuatro del Este asiático formados en el confucianismo chino, cinco subsaharianos y Japón e India.

A pesar de la tesis de Huntington del choque de civilizaciones entre Occidente y el resto del mundo, la EMV muestra que la democracia tiene una imagen muy positiva en todo el planeta. La mayoría de la población de todos los países dice que "tener un sistema político democrático" es "bueno" o "muy bueno". Estos resultados representan un cambio radical con respecto a los años 30 y 40. Entonces, los regímenes fascistas se ganaron un apoyo masivo en muchas sociedades, y los regímenes comunistas gozaron de un amplio apoyo durante muchas décadas. En el último decenio, la democracia se ha convertido casi en el único modelo político atractivo en el mundo entero, independientemente de la cultura de origen. Excepto Pakistán, la mayoría de los países musulmanes encuestados tienen un gran concepto de la democracia: en Albania, Egipto, Bangladesh, Azerbaiyán, Indonesia, Marruecos y Turquía, entre el 92% y el 99% de los encuestados apoya las instituciones democráticas, por encima de EE UU (un 89%).

Sin embargo, por alentadores que sean estos resultados, una cosa es que la gente respalde la democracia de palabra y otra que apoye sus normas básicas en la práctica o que sus líderes vayan a permitirles disfrutar de instituciones democráticas. Aunque las constituciones de Estados autoritarios como China declaran aceptar ideales democráticos como la libertad de culto, sus gobernantes lo impiden en la práctica.

La encuesta revela que, incluso teniendo en cuenta las diferencias en el desarrollo económico y político, el apoyo a las instituciones democráticas es tan fuerte entre los habitantes de sociedades musulmanas como entre los de las sociedades occidentales (u otras) (gráfico anterior). Por ejemplo, una gran mayoría de las personas que viven tanto en unos países como en los otros puntúa bien la democracia como la forma de gobierno más eficiente, y el 68% no está de acuerdo con las afirmaciones "las democracias son indecisas" y "las democracias no saben mantener el orden". Las demás regiones culturales y países –excepto el Este asiático y Japón– son mucho más críticas. Y el mismo número de encuestados a ambos lados de la brecha (61%) rechaza con firmeza el gobierno autoritario y desaprueba los "líderes fuertes" que no "se molestan en tener congresos y elecciones libres".

Las sociedades musulmanas apoyan más que las occidentales la participación social activa de las autoridades religiosas, pero ello no es tanto una brecha entre Occidente y el islam cuanto una brecha entre Occidente y muchas otras sociedades menos laicas en el mundo entero, sobre todo en el África subsahariana y América Latina. Por ejemplo, los ciudadanos de algunos países musulmanes están muy de acuerdo con la afirmación de que "los políticos que no creen en Dios no son aptos para los cargos públicos" (88% en Egipto, 83% en Irán y 71% en Bangladesh), pero esta afirmación también tiene mucho respaldo en Filipinas (71%), Uganda (60%) y Venezuela (52%). Incluso en EE UU, cerca de dos quintos de la población cree que los ateos no son buenos para los cargos públicos. Sin embargo, es en las actitudes ante la igualdad de género y la liberación sexual donde la brecha cultural entre el islam y Occidente se hace abismal.

Con respecto a la igual dad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres –valorada con preguntas como si los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres o si la educación universitaria es más importante para los hombres que para las mujeres–, en los países occidentales la respalda un 82% de los encuestados, y en los países musulmanes un 55%. Estos últimos son también claramente menos permisivos con la homosexualidad, el aborto y el divorcio. Estos temas son parte de un conjunto más amplio de tolerancia, confianza, activismo político y énfasis en la autonomía individual, que constituyen lo que puede llamarse "los valores de la propia expresión".

La importancia de estos valores en una sociedad tiene un peso sorprendente en el surgimiento y supervivencia de las instituciones democráticas. Entre los países incluidos en la EMV, el apoyo a la igualdad de género –indicador clave de la tolerancia y la libertad personal– está estrechamente vinculado al arraigo de la democracia en esa sociedad (ver cuadro). En todas las democracias estables, la mayoría no comparte la afirmación de que "los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres". Y ninguna de las sociedades donde menos del 30% rechaza esa afirmación (como Jordania, Nigeria y Bielorrusia) es una verdadera democracia. En China, uno de los países menos democráticos del mundo, la mayoría de los encuestados está de acuerdo con que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres, aunque una corriente del partido hace mucho tiempo que apoya la igualdad de género (Mao Zedong declaró una vez que "las mujeres sostienen la mitad del cielo").

En la práctica, las mujeres chinas ocupan menos puestos de poder y sufren discriminación generalizada en sus trabajos. India es un caso fronterizo; es una democracia parlamentaria antigua con un sistema judicial independiente y control civil de las Fuerzas Armadas, y, sin embargo, el imperio de la ley es débil, se producen arrestos arbitrarios y muertes extrajudiciales. El estatus de las mujeres en India refleja esta dualidad: los derechos de las mujeres están garantizados en la Constitución, e Indira Gandhi dirigió la nación durante 15 años, pero la violencia doméstica y la prostitución forzada son frecuentes en todo el país y, según la EMV, casi el 50% de la población india cree que el Gobierno sólo debe incluir hombres.

 

Un barómetro de la tolerancia

Igualdad de género y democracia

Este gráfico representa la igualdad de género y democracia

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Nota: Este gráfico representa una muestra parcial de países de la Encuesta Mundial de Valores. (*) Suma de las puntuaciones de Freedom House, 1981-1998. () Porcentaje de quienes no comparten que "los hombres son mejores
líderes políticos que las mujeres".Fuentes: Encuesta Mundial de Valores, resumen 1995–2001; Freedom in the World: The Annual Survey of Political Rights and Civil Liberties (Freedom House, Nueva York, 1981–1998).

 

La percepción de la homosexualidad es otra prueba clave del compromiso de una sociedad con la igualdad. La tolerancia de grupos que caen bien nunca ha sido un problema. Pero si alguien quiere saber realmente lo tolerante que es una sociedad, debe identificar el grupo que cae peor y preguntar si debe permitirse que sus miembros tengan reuniones públicas, enseñen en las escuelas y trabajen en el gobierno. Hoy día, relativamente pocas personas expresan una hostilidad abierta hacia otras clases, razas o religiones, pero el rechazo a los homosexuales es generalizado. En respuesta a la pregunta de la EMV de si la homosexualidad es justificable, alrededor de la mitad de la población del mundo dice que "nunca". Pero, como en el caso de la igualdad de género, esta actitud es directamente proporcional al nivel de democracia de un país. Entre los Estados autoritarios o cuasi-democráticos, el rechazo a la homosexualidad está profundamente arraigado: 99% tanto en Egipto como en Bangladesh, 94% en Irán, 92% en China y 71% en India. Estos porcentajes bajan mucho entre los encuestados en las democracias estables: 32% en EE UU, 26% en Canadá, 25% en Gran Bretaña y 19% en Alemania.

Las sociedades musulmanas no son las únicas con bajos niveles de tolerancia hacia la orientación sexual y la igualdad de género. Muchos de los antiguos Estados soviéticos son tan poco tolerantes como los musulmanes. Sin embargo, en conjunto, estos últimos no sólo están por debajo de los países de Occidente sino también de todas las otras sociedades (ver gráfico de la página siguiente). Tal vez sea más significativo que, según la encuesta, la brecha entre Occidente y el islam es aún mayor entre los más jóvenes. Esta constante sugiere que las jóvenes generaciones de Occidente son cada vez más igualitarias que sus mayores, pero que los jóvenes de las sociedades musulmanas son casi tan tradicionales como sus padres y sus abuelos, lo que amplía cada vez más la brecha cultural.

 

Choque de conclusiones

"Los pueblos de las naciones islámicas quieren y merecen las mismas libertades y oportunidades que los pueblos de los otros países", dijo el presidente Bush en su discurso en la ceremonia de graduación de West Point el verano de 2002. Tiene razón. Hablar de un "choque de civilizaciones" entre Occidente y el islam causado por las diferencias en los objetivos políticos es simplificar mucho los datos. El apoyo a la democracia como objetivo es sorprendentemente amplio entre los encuestados musulmanes, incluso entre quienes viven en sociedades autoritarias. Sin embargo, Huntington acierta al decir que las diferencias culturales han adquirido una nueva importancia, y forman las fallas geológicas de las que surgirá el conflicto en el futuro. Aunque casi todo el mundo alabe la democracia de palabra, todavía no hay un consenso global en los valores de la propia expresión –como la tolerancia, la igualdad de género, la libertad de expresión y la confianza interpersonal–, cruciales para la democracia real. Hoy, estos valores divergentes son el verdadero choque entre las sociedades musulmanas y Occidente.

 

La creciente brecha generacional

Apoyo a la igualdad de género por edad y tipo de sociedad

Este gráfico representa el apoyo a la igualdad de género por edad y tipo de sociedad

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*La escala de 100 puntos de igualdad de género se basa en respuestas a las siguientes cinco afirmaciones o preguntas: "Si una mujer quiere tener un hijo como madre soltera pero no quiere tener una relación estable con un hombre, ¿lo aprueba o lo desaprueba?"; "cuando escasean los puestos de trabajo, un hombre debe tener más derecho a uno que una mujer"; "la educación universitaria es más importante para un chico que para una chica"; "¿cree usted que una mujer debe tener hijos para realizarse o no es necesario?", y "en general, los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres". Si todos los encuestados muestran altas puntuaciones en los cinco temas (lo que sería un fuerte apoyo a la igualdad de género), el resultado global es de 100, mientras que las bajas
puntuaciones en los cinco temas producen una puntuación global de cero. Fuente: Encuesta Mundial de Valores, resumen 1995–2001.

 

El desarrollo económico, sin embargo, genera cambios de actitud en casi todas las sociedades. En particular, la modernización trae cambios sistemáticos predecibles en el papel de los géneros. La industrialización incluye a las mujeres en la fuerza laboral remunerada y reduce drásticamente las tasas de fertilidad. Las mujeres se alfabetizan y empiezan a participar en el gobierno representativo, pero tienen aún menos poder que los hombres. La fase posindustrial mejora la igualdad entre los géneros y las mujeres consiguen puestos directivos mejor remunerados y ganan influencia política en cuerpos colegiados, tanto de elección popular como de nombramiento. Por eso, sociedades musulmanas relativamente industrializadas, como Turquía, comparten las opiniones sobre igualdad de género y liberalización sexual de otras nuevas democracias. EE UU no puede esperar que la democracia se extienda en el mundo musulmán sólo porque sus países celebren elecciones y tengan parlamentos. Tampoco es realista esperar que las nuevas democracias de Oriente Medio inspiren una ola de reformas parecidas a las revoluciones de terciopelo de la Europa del Este a finales de la guerra fría. El compromiso real con la reforma democrática deberá medirse por el deseo de aportar los recursos necesarios para apoyar el desarrollo humano en el mundo musulmán. La cultura tiene un impacto duradero en cómo evolucionan las sociedades, pero no determina necesariamente el destino de los hombres.

 

¿Algo más?
 

El politólogo estadounidense Samuel Huntington amplió su controvertido artículo de 1993 en un libro,  El choque de civilizaciones y la reconfiguración del Orden Mundial (Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1997). Entre los autores que han rebatido su tesis de que el islam es incompatible con los valores democráticos están el fallecido Edward Said, que sostenía que la tesis del choque de civilizaciones es un intento por revivir la dicotomía mundial de "buenos contra malos" que prevaleció durante la guerra fría (‘A Clash of Ignorance’, The Nation, 22 de octubre de 2001, y Orientalismo, Debolsillo, Barcelona, 2003).También le rebaten John Voll y John Esposito, que sostienen que "la herencia musulmana contiene conceptos que proporcionan los cimientos para que los musulmanes de hoy desarrollen programas auténticamente musulmanes de democracia" (‘Islam’s Democratic Essence’, Middle East Quarterly, septiembre de 1994). Marina Ottaway, Thomas Carothers, Amy Hawthorne y Daniel Brumberg critican a aquellos que creen que al derrotar el régimen iraquí se va a desatar un tsunami democrático en el mundo árabe en Democratic Mirage in the Middle East (Carnegie Endowment for International Peace, Washington, 2002).En una reciente encuesta a 4.000 árabes, James Zogby encontró que el tema "derechos civiles e individuales" obtuvo la mayor puntuación al pedir a los encuestados que ordenaran sus prioridades personales (What Arabs Think: Values, Beliefs y Concerns, Zogby International, Washington, 2002). Otra encuesta, disponible en la página web de The Pew Research Center for the People and the Press, titulada Among Wealthy Nations… U.S. Stands Alone in Its Embrace of Religion (diciembre, 2002), revela que las concepciones de los estadounidenses sobre la religión y la fe se aproximan más a las de los países en desarrollo que a las de los países desarrollados. La página web de la Encuesta Mundial de Valores (www.worldvaluessurvey.org) proporciona amplia información sobre la encuesta, incluyendo su metodología, los principales hallazgos y el texto de los cuestionarios.Para profundizar en la desigualdad de género en el mundo, recomendamos la lectura de El estado de la población mundial 2003 del Fondo de Población de Naciones Unidas, disponible en www.unfps.org, y el Informe Anual 2002-2003 de UNIFEM (Fondo de Naciones Unidas para las Mujeres). Mujeres, democracia y desarrollo en el Magreb, de la arabista española Gema Martín Muñoz (Editorial Pablo Iglesias, Madrid, 1995), analiza la situación de la mujer y el feminismo en los países magrebíes. Feminismo y modernidad en Oriente Próximo, de Lila Abu-Lughod (ed.), ofrece una perspectiva nada simplista de la relación entre modernidad y progreso (Cátedra, Madrid, 2002). En El harén político: el Profeta y las mujeres (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, Madrid, 2002) Fátima Mernissi se interna en la vida de Mahoma para defender la igualdad de la mujer en el islam. Pueden consultar también su página web www.mernissi.net