Cómo mejorar el diseño, seguimiento y evaluación de programas estatales.

Para entender cuáles son las capacidades que determinan el desempeño del Estado, resulta útil desarrollar un marco conceptual que describa el ciclo de las políticas públicas. Esto permite definir indicadores de desempeño correspondientes a cada etapa de este proceso. La política pública pasa por un ciclo de tres fases: formulación y diseño; implementación y alcance a la población objetivo; y resultados y evaluación.
La efectiva provisión de bienes y servicios públicos depende de que en cada una de estas etapas se cumplan de forma satisfactoria los procesos involucrados y no se interrumpa el círculo virtuoso de aprendizaje y mejora de los servicios. Ello depende, a su vez, de la presencia de capacidades en el interior de las organizaciones (por ejemplo, disponibilidad de información; funcionarios idóneos, motivados y con incentivos por cumplir sus tareas; un sistema eficiente de compras públicas, etcétera) y una adecuada interacción entre estas organizaciones y los usuarios de los servicios.
La etapa de diseño es intensiva en el uso de información y capacidades técnicas. En esta instancia participan las áreas de planeamiento de las agencias públicas junto con los niveles gerenciales de los diversos ministerios definiéndose las características más importantes de los programas. En esta etapa, es muy importante definir claramente cuáles son las metas y los objetivos que se quieren alcanzar. No solo es importante definir los objetivos finales, sino también precisar metas intermedias que contribuyan a alcanzarlos. Por ejemplo, en el caso de un programa de vacunación contra la gripe en niños recién nacidos en ambientes vulnerables, el objetivo de la política podría ser reducir la mortalidad infantil debida a esta enfermedad en un determinado porcentaje; mientras que una meta intermedia podría ser la vacunación de una cierta cantidad de niños en una localidad determinada.
Para alcanzar tanto objetivos como metas intermedias es importante que el programa esté basado en diagnósticos actualizados sobre las características de la población beneficiaria (por ejemplo, la cantidad de niños en condiciones de ser tratados, la incidencia de la enfermedad en la población objetivo...) y que haya consistencia entre el marco lógico de la intervención (es decir, los canales a través de los cuales la iniciativa afecta a las metas propuestas) y las principales características y componentes de la política. Es fundamental que el presupuesto sea el adecuado para los objetivos que se proponen.
Para definir los objetivos y metas, además, es necesario encontrar indicadores de resultados que midan los factores sobre los que la política o programa busca tener un impacto. Por ejemplo, en el caso de la vacunación contra la gripe en niños recién nacidos se requieren estadísticas actualizadas sobre mortalidad infantil en el área tratada.
La etapa de implementación comienza cuando los elementos del diseño de los programas son transmitidos a los funcionarios de línea que tratan directamente con los beneficiarios de los servicios (por ejemplo, directores de hospitales o enfermeros). La implementación también requiere compras de insumos (medicinas), servicios complementarios (concesión de la limpieza ...
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