Nombre: Fernando Miranda España
El clima y la salud mental, en el centro

Pasar la antorcha del protagonismo de una generación a otra es un acto que siempre trae consigo una cierta reflexión. La generación anterior observará todo lo que hizo durante sus años de máxima actividad y podrá ver la extensión de sus esfuerzos y su trabajo; pero si quiere ver sus efectos, tendrá que girar la cabeza a la nueva generación, pues ellos serán los que se enfrentarán a los errores o se beneficiaran de los aciertos.

La actual Unión Europea ha hecho mucho en favor de las nuevas generaciones. Ya sea a través de programas como el Erasmus, o simplemente, por aquellas características inherentes a la existencia del proyecto europeo; el impacto de la UE en la juventud y en las nuevas generaciones es incalculable. Y, sin embargo, el futuro presenta muchos retos, de entre los cuales son muy relevantes la crisis climática y la creciente preocupación alrededor de la salud mental.

La crisis climática, sin quitarle importancia a las otras, es sin duda la preocupación estrella. Año tras año, seguimos siendo avisados de los peligros que supone, y de cómo el desafío medioambiental es una bomba de relojería que va a afectar sobre todo a las nuevas generaciones. Y, la realidad, es que ya hemos podido empezar a entrever sus efectos: este año hemos vivido el verano más caliente y seco, desde que se tienen registros, en Europa. La amenaza de que se produzcan más veranos como este, los cuales han llevado al límite las reservas de agua de muchos embalses, así como inviernos más duros o la subida del nivel del mar, son sombras que constantemente acechan la conciencia de muchos jóvenes. Es por este último punto que también hay que considerar la salud mental como la otra gran prioridad de la UE.

La juventud actual ha pasado por muchos eventos de gran calibre, y casi todos con repercusiones mayormente negativas. Desde el 11-S, pasando por la crisis del 2008, las tensiones bélicas de Corea del Norte y EE UU, la posibilidad de que no haya pensiones públicas, la crisis climática, la pandemia de la Covid-19, la guerra ruso-ucraniana y la nueva crisis en la que nos encontramos ahora mismo. Por ello, no es de extrañar que muchos jóvenes no sean capaces de pensar en un futuro más allá que el final del año. Pero no sólo podemos centrarnos en estos eventos. La salud mental de nuestros jóvenes, entre los que me he incluyo, también se ha visto fuertemente tocada por las redes sociales y la popularización de Internet y las nuevas tecnologías. La constante ventana que estas nos otorgan para observar una versión modificada y decorada de la vida de los demás, ha provocado una oleada de depresión, no solo en los más jóvenes, sino también en adultos.

En definitiva, el clima y la salud mental son los principales desafíos que la UE debería priorizar. No solo para asegurar a la juventud un mañana medioambientalmente sostenible, sino para que tengan un futuro en el que quieran vivir, ofreciéndoles ayuda para hacer frente a esta epidemia de depresión y ansiedad en la que muchos se encuentran.