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El Ejército paquistaní muestra cierto relajo en los criterios de aseo y forma física, sobre todo en el caso de los oficiales. Las mañanas son para rezar y dormir; los almuerzos son buffets; y las tardes se dedican a beber litros y litros de té. O sea, no queda mucho tiempo para hacer ejercicio. ¿Y los bigotes? Cuanto más espesos, mejor. ¿Barbas? Cuanto más largas, mejor. ¿Quiere eso decir que las fuerzas de seguridad paquistaníes están formadas por fundamentalistas islámicos a los que se les hace la boca agua ante la oportunidad de lanzar unas cuantas armas nucleares? Sí y no.

Un dato previo: casi todos los soldados paquistaníes consideran que India es su enemigo mortal y nada les gustaría más que incinerar a su vecino. Lo aprenden en los libros de texto. Y normalmente enmarcan el conflicto con India como un conflicto entre el islam y el hinduismo. De ello han hablado ya suficientemente otros autores que han escrito sobre Pakistán.

Pero debemos comprender que la actitud antiIndia no equivale a talibanismo, a encerrar a las mujeres y apalear a los delincuentes y todo eso. Piensen en el actual jefe de Estado mayor del Ejército, el general Ashfaq Kayani, que no lleva barba, según dicen disfruta de vez en cuando de un whisky y una partida de bridge, fuma sin parar con una larga boquilla de plástico y es buen amigo de los estadounidenses. En otras palabras, no parece probable que vaya a declararse “comandante de los fieles” en un futuro próximo.

¿Y qué pasa con el ISI? Oímos hablar mucho de este organismo de Inteligencia Interservicios, que está lleno de simpatizantes de Al Qaeda, patrocina el terrorismo regional y constituye en la vanguardia del islamismo en Pakistán. ¿No es islamista?

Compliquemos aún más las cosas antes de ocuparnos de ese punto. El ISI es el brazo de inteligencia militar. Pero el Ejército tiene su propio brazo de inteligencia, con el confuso nombre de Inteligencia Militar (IM). Y el ministerio del Interior tiene el suyo propio: la Sección Especial. Y así sucesivamente. Hay más secciones de inteligencia en Pakistán que variedades de dal, la legumbre. Y cuando los paquistaníes corrientes sospechan que están involucradas en algo siniestro, se limitan a hablar de “las agencias”. Así no hace falta especificar cuál de ellas es responsable porque nadie tiene ni idea de quién está detrás de cada cosa, la verdad.

¿Son los miembros del ISI más islamistas que los de cualquiera de esas otras secciones? No veo por qué. Este organismo saca a sus miembros de las filas del Ejército regular (además de algunos civiles), ese mismo Ejército que está bajo el mando de anglófilos educados en Sandhurst y aficionados al whisky Johnnie Walker etiqueta negra. Lo que diferencia al ISI no es tanto su personal como su agenda, que, en un momento dado, puede incluir llevar dinero a los insurgentes talibanes en Afganistán o entrenar a combatientes de Lashkar e Taiba para que lleven a cabo la yihad contra India en Cachemira. Se considera que esos programas benefician los intereses nacionales de Pakistán, no las preferencias religiosas de sus generales.

Entiéndanme. No veo con ninguna simpatía a las agencias y, desde luego, no quiero que parezca que las justifico. Me expulsaron del país en una ocasión y otra vez me persiguieron con noticias en la prensa local de que me habían secuestrado. No tengo ningún afecto al ISI, el MI, la Sección Especial ni ninguno de sus siniestros afiliados. Pero no son todos iguales. Acuérdense de ello en su próxima conversación sobre Pakistán. Debemos saber de qué hablamos cuando hablemos de este país.