Por qué las grandes armas no van a detener el terrorismo, Obama está haciendo lo debido respecto a Irán y el armamento nuclear es una cosa del siglo pasado.

 
 
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  Todavía no: El final de a las armas nucleares es posible, aunque a largo plazo, dice Hans Blix.

Hans Blix es famoso, sobre todo, por su papel como jefe de la delegación de la ONU que inspeccionó las armas de Irak en 2003, cuando contradijo las afirmaciones del Gobierno de George W. Bush de que Sadam Husein estaba acumulando armas de destrucción masiva. Antes de aquella controversia, Blix tenía ya a sus espaldas una larga e importante carrera como diplomático y ministro de Exteriores de Suecia, y de 1981 a 1997 fue director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). En 2000 salió de su retiro a instancias del entonces secretario general de la ONU Kofi Annan, para dirigir la Comisión de Vigilancia, Verificación e Inspección de Naciones Unidas. Desde su mandato como inspector de armamentos, Blix ha presidido la Comisión Internacional para las Armas de Destrucción Masiva, que trabaja para reducir la amenaza de las armas biológicas, químicas y nucleares.

Tras el discurso del presidente estadounidense, Barack Obama, el 5 de abril en Praga, en el que hizo un llamamiento a conseguir un mundo sin armas nucleares, FP y Johan Bergenäs, del Monterey Institute of International Studies, pidieron a Blix que expusiera sus opiniones sobre el futuro de la proliferación nuclear. Bergenäs preguntó a Blix sobre algunos de los aspectos de seguridad más importantes de la actualidad, entre ellos el dilema nuclear iraní y el desarme atómico.

Foreign Policy: Usted está pidiendo desde hace muchos años la reanimación del movimiento por el desarme nuclear. ¿Ha comenzado ese despertar?

Hans Blix: El discurso del presidente Obama en Praga puede abrir una nueva era en las relaciones políticas y de seguridad en el ámbito internacional. El mundo llevaba años deslizándose hacia una paz cada vez más fría, la fe en las soluciones militares y la acumulación de armas. Ahora quizá veamos un avance hacia la sensatez, la conciliación en vez del enfrentamiento y los esfuerzos para ir hacia un mundo sin armamento atómico.

Las armas nucleares están empezando a ser artilugios teóricos muy caros. El mundo no las necesita para luchar contra el terrorismo. Y también es difícil imaginar cómo puede utilizar el mundo unos portaaviones para combatir a los terroristas; los helicópteros y los aviones no tripulados serían más útiles. No obstante, se tardará tiempo todavía en eliminar las armas nucleares. Mientras tanto, su existencia puede tener cierto efecto disuasorio.

Durante la guerra fría, la animosidad política impulsó las carreras armamentísticas. Ahora parece que cuantas más armas se adquieren y se desarrollan -en la guerra espacial y en el campo nuclear-, más se desata la animosidad política. La reducción del desarrollo y la adquisición de armas producirían una sensación mayor de seguridad.

FP: ¿Cree que algún régimen iraní renunciará a su programa de enriquecimiento, o cualquier solución para esa crisis debe incluir un programa de enriquecimiento local?

HB: Aunque no creo que haya pruebas concluyentes de que Teherán planea desarrollar armas nucleares, existen motivos para sospecharlo. Tal vez la meta fundamental del programa -que quizá haya variado- sean las armas, pero también parece posible que su única razón sea demostrar que tienen la capacidad para llevar a cabo el enriquecimiento. Y el mero hecho de que tengan capacidad de enriquecimiento puede tener cierto efecto disuasorio. Al mismo tiempo, esa posibilidad también puede aumentar las tensiones y, por consiguiente, sería deseable que quede en suspenso durante un periodo de tiempo prolongado. No creo que Irán renuncie al enriquecimiento de forma definitiva.

En mi opinión, la estrategia de Occidente respecto a este país ha adolecido de varios elementos imprudentes. La exigencia de que suspendieran el enriquecimiento antes de que los Estados occidentales concedieran a Irán la dignidad de las negociaciones ha sido humillante y contraproducente. Para que Teherán aceptara unas condiciones previas tendría que haber estado desesperadamente dispuesto a entablar negociaciones directas. Pero no lo estaba. Era más bien Occidente el que quería negociar con Irán. Como era de esperar, el país persa ha respondido con evasivas y ha seguido adelante con su programa. Quizá no sea necesario tanto como hacer un ofrecimiento de amistad, pero demostrar respeto hacia Irán podría facilitar la posibilidad de un acuerdo más que mostrar desprecio o condescendencia.

En el breve tiempo que ha tenido el gobierno [de Obama] para abordar la cuestión iraní, creo que ha actuado con prudencia, evitando las amenazas y demostrando que reconoce y respeta al Estado islámico como la realidad que es.

FP: Si no hubiera más que dos opciones, ¿cómo valoraría la alternativa entre atacar Irán o dejar que sea nuclear?

HB: ¡Las consecuencias de un ataque contra Irán serían con toda probabilidad un Irán nuclear! Se retrasaría, pero las armas atómicas que hoy son hipotéticas serían algo seguro de aquí a unos años. En segundo lugar, un ataque seguramente tendría consecuencias horribles para el suministro de petróleo que pasa por el Golfo Pérsico; tendría repercusiones en la economía mundial.

Las armas nucleares en Irán neutralizarían la amenaza de las armas nucleares israelíes. Lo cual no me parece ningún desastre; son armas que no deberían haberse desarrollado nunca.

FP: ¿Qué papel debe tener el OIEA en la cuestión nuclear iraní?

HB: Las demandas de que Teherán acepte más inspecciones del OIEA y responda a más preguntas para demostrar sus intenciones pacíficas se hacen a sabiendas de que ni Irán ni nadie puede probar algo negativo y con la esperanza de encontrar algo que le incrimine. Aunque el país persa consiguiera presentar una imagen más o menos creíble, se diría -con razón- que el programa de enriquecimiento aumenta las tensiones, porque un día podría cambiar de opinión sobre como utilizarlo.

No digo que las inspecciones del OIEA no sirvan de nada. ¡Ni mucho menos! Cuanto más eficaces y profesionales sean, más probabilidades hay de que, si no se encuentra nada inquietante, sea porque no existe nada inquietante. Ahora bien, el OIEA no puede dar un “certificado de buena salud” completo, como no puede proporcionarlo un médico. Los bichos más pequeños pueden estar ocultos.





























           
A medida que el 11-S se desvanece, la confianza en el militarismo decae y la interdependencia aumenta a toda velocidad
           

FP: ¿Qué armas posee Estados Unidos para negociar con Rusia sobre su postura en la cuestión nuclear iraní?

HB: Moscú puede muy bien oponerse a las amenazas y acciones militares contra Irán. Pero parece lógico pensar que, si fuera posible convencer a Teherán de que suspenda su programa de enriquecimiento durante un periodo prolongado, EE UU ya no necesitaría las instalaciones de defensa antimisiles en Polonia y la República Checa. Aunque el Kremlin no las considera una amenaza directa e inminente, sí las ve como una medida hostil y provocadora.

Estados Unidos tiene muchas razones -aparte de Irán- para reconstruir unas buenas relaciones con Rusia. Y, por su parte, Moscú tiene motivos para oponerse al desarrollo de una opción de armas nucleares en Irán, en cualquier circunstancia. No creo que la resistencia de rusos y chinos a endurecer las sanciones contra la República islámica sea la razón por la que aún no se ha convencido a este país para que suspenda su programa de enriquecimiento.

FP: ¿Qué habría que hacer con vistas a la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación en 2010?

HB: Puede que sea difícil conseguir muchas cosas importantes antes de [la conferencia de] 2010. Sin embargo, se puede hacer algo. Antes de esa fecha es necesario renegociar el Tratado de reducción de armas estratégicas, y seguramente se hará. Pueden llevarse a cabo acciones unilaterales para retirar las armas nucleares del estado de alerta. Es posible retirar de Europa las armas nucleares de la OTAN y trasladar las armas nucleares tácticas rusas al corazón del país para su almacenamiento. Estados Unidos puede iniciar conversaciones bilaterales para introducir profundas reducciones de las armas nucleares estratégicas. EE UU y otros países pueden ratificar el Tratado sobre la prohibición completa de pruebas atómicas. Las negociaciones para un Tratado sobre la eliminación de material fisible deberían haber comenzado ya.

FP: Usted tenía 17 años cuando Estados Unidos arrojó las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, y vivió la guerra fría. ¿Ve diferencias entre los políticos de la guerra fría y los de la era posterior?

HB: Creo que casi todos los que vieron las imágenes que llegaban de Coventry, Stalingrado, Dresde, Guadalcanal e Hiroshima y luego vivieron 45 años de tensa guerra fría quedaron muy programados para luchar por un mundo en el que hubiera menos armas. Quienes adquirieron su conciencia política después del final de la guerra fría no tienen el recuerdo de las tensiones insoportables que existían entonces. Se manifiestan por las calles contra el calentamiento global -lo cual está muy bien-, pero necesitan abrir los ojos a la realidad de que no existe una sola “verdad incómoda”. El mundo se encuentra en una crisis económica y ambiental y, sin embargo, sigue gastando aproximadamente 1,3 billones de dólares al año en asuntos militares. Existen todavía unas 20.000 cabezas nucleares, y cada vez hay más Estados y actores no estatales que quieren nuclearizarse. Además, hasta hace poco, teníamos un gobierno estadounidense que repetía sin cesar que “todas las opciones están sobre la mesa”.

A medida que el 11-S se desvanece, la confianza en el militarismo decae y la interdependencia aumenta a toda velocidad, cada vez hay más posibilidades de avanzar hacia el desarme nuclear. Pero no será algo automático. Debemos trabajar y discutir para lograrlo. Los complejos industriales-militares siguen vivos y coleando en casi todo el mundo.

 






Hans Blix fue responsable del Organismo Internacional de la Energía Atómica entre 1981 y 1997 y fue jefe de la Comisión de Vigilancia, Verificación e Inspección de la ONU de 2000 a 2003.