¿Son los periodistas los que provocan o legitiman la relevancia de las crisis humanitarias?

 

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THOMAS COEX/AFP/Getty Images

 

En pleno estado de shock de la deuda en los países periféricos de Europa, hablar del brutal impacto de los desastres naturales en lugares remotos empieza a sonar como una música lejana, como algo secundario, una preocupación de otros tiempos. Hoy la crisis económica ha colapsado las noticias. La solidaridad con otros pueblos deja de ser una prioridad para una población conmocionada por la continua sucesión de recortes al ejercicio de sus propios derechos. ¿Cuánto importó el impacto del huracán Sandy a su paso por Haití cuando el desastre de la burbuja inmobiliaria ha traído decenas de miles de desahucios llevándose incluso vidas por delante?

Ante este panorama, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) en España se ha visto relegada al 0,2%. Si un tiempo atrás se reclamó cuanto menos el compromiso del 0,7% del PIB, eso ya es cosa del pasado. En 2011 España recortó los fondos de AOD en un 33%, siendo el segundo Estado miembro de la UE que más contrajo su aportación. Tan solo le superó Grecia. En 2012 el presupuesto se redujo nuevamente, esta vez un 45% sobre el de 2011. Ante tamaña reducción de fondos, no parece que la ciudadanía haya reaccionado mucho en su contra. Tampoco los mayores medios de comunicación le han dado mayor relevancia. Cabe al menos preguntarse por qué tan poca discusión sobre un asunto que generó en los 90 una de las mayores movilizaciones y que tuvo un amplio respaldo mediático.

Francisco Rey Marcos y Jesús A. Núñez Villaverde, codirectores del IECAH, mostraron en 2006 la existencia de opiniones discrepantes sobre el verdadero papel de los medios de comunicación. Cuestionaron si son éstos los que influyen en la toma de decisiones o si, por el contrario, es el poder el que los usa para sus propios fines. En esta línea, destacaron la importancia que los medios habían tomado para provocar o legitimar operaciones humanitarias, contrastándolo con la escasa atención que, generalmente, se concedía a la cooperación al desarrollo y a la información sobre las causas profundas y estructurales de las crisis.

Las imágenes del terremoto de Haití en 2010 o del tsunami de Indonesia en 2004 se nos han quedado bien grabadas en la retina. Fueron dos desastres naturales que provocaron de las mayores crisis humanitarias de la historia reciente. Sin embargo tenemos menos presente cómo está la situación en estos países pocos años después, qué logros se alcanzaron gracias a los millones de euros que se destinaron a responder a estas crisis o qué podemos hacer para preparar mejor la respuesta a futuros desastres naturales. Igualmente nos encontramos con crisis humanitarias de larga duración caídas en olvido mediático como la de Colombia, donde a causa del conflicto armado se contabilizan entre 3,3 y 5,5 millones de desplazados internos. Tan solo en 2011 se cuentan cerca de 260.000 desplazados. Por qué algunas crisis humanitarias las tenemos muy presentes y otras pasan más desapercibidas.

Entre los motivos que hacen que una crisis humanitaria se convierta en titular de noticia podemos identificar: la existencia de lazos históricos (Latinoamérica aparecerá más en la prensa española que en la francesa), la presentación de estadísticas escalofriantes (como una elevada cifra de muertos), que el desastre se pueda sintetizar con una foto (tsunamis y terremotos) y la facilidad de acceso al lugar del desastre. Otros recursos para atraer la atención de noticias es el recurrente uso de superlativos para sintetizar crisis con poca cobertura o aprovechar una fecha significativa para su difusión, como el Día Mundial del Sida. El uso de la fama, empleando a celebridades, también funciona en ocasiones a la hora de atraer a los medios, aunque se corre el riesgo de que éstos sólo sigan a la estrella sin investigar mucho acerca de la causa de la crisis. Si olvidar que los gobiernos otorgan ayuda a lugares donde tienen un interés político y estratégico, tampoco hay duda que los medios desempeñan un rol en colocar las crisis en la agenda política, a lo cual responden la comunidad internacional y los donantes.

Casos actuales de crisis humanitarias que pasan más desapercibidas en los medios y que no están contando con la implicación de la comunidad internacional que se requiere son los 130.000 desplazados en la región de Goma de la República Democrática del Congo o la inseguridad alimentaria que afecta a 18,7 millones de personas en el Sahel. Del mismo modo el paso de Sandy en octubre de este año por el Caribe produjo un agravamiento de la situación en Haití generada tras el terremoto de enero de 2010. Johan Peleman, el responsable en Haití de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), denunció que tras el paso del huracán alrededor de 1,2 millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria en el país. Pero el foco mediático centró el impacto del fenómeno en EE UU.

En el encuentro entre periodistas y profesionales de ONG españolas de mayo de 2011, “Contar con Haití para contar Haití”, se debatió sobre la cobertura informativa de la emergencia tras el terremoto. En dicho espació se consideró que, con el objetivo de ofrecer una información más plural y completa, que incluya más puntos de vista, preferentemente locales, las organizaciones pueden ser un buen apoyo de los periodistas. El conocimiento in situ de las ONG con trayectoria de trabajo en el terreno, pueden proporcionar acceso a información de primera mano, a fuentes locales, marcos de referencia e información de contexto sobre el país, incluso soporte logístico. Además, las entidades no deben buscar colocar su proyecto, su protagonismo o su intervención en los hechos, sino abrir espacios para otras voces, otras miradas, autóctonas, sobre lo que está pasando y cómo se está viviendo desde dentro.

Hay además otras áreas en las que una ONG puede aportar mucho. Por una parte, la reflexión a largo plazo y, por otra, la búsqueda y la difusión de informaciones de primera calidad en los temas de su competencia. En esta línea, Amnistía Internacional o Human Rights Watch, entre otras, intervienen como periodistas de investigación y corresponsales de guerra. Actúan a contracorriente de las prácticas usuales de gran parte del periodismo, teniendo el tiempo, los recursos y el espacio para tratar temas complejos o dejados de lado en la actualidad mediática.

Más allá de la incidencia de los medios en cada uno de los desastres naturales y conflictos armados o de la profundización en las causas que generan una mayor vulnerabilidad a los desastres de gran parte de la población mundial, las ONG tienen la capacidad de ocupar esos espacios vacíos que dejan los principales comunicadores. Las organizaciones se constituyen así como un elemento fundamental a la hora de dar a conocer un desastre, de intervenir en la prevención de los mismos y de promover la implicación de la comunidad internacional y de la ciudadanía.

Si bien, por encima de todo, debe estar el interés innato de los ciudadanos en evitar que existan crisis humanitarias. La población puede hacer uso de su libre acceso a la información a través de la Red y con ello contrastar, llegar a conclusiones más profundas y tomar decisiones. En el fondo nos encontramos con una cuestión de poner los valores por encima de las necesidades materiales y de asumir la idea de ciudadanía inclusiva. Se trata del reconocimiento de los derechos del otro, la asunción de la necesidad de que la igualdad real rija dentro y fuera de las fronteras de nuestros países, no asignando por tanto diferentes valores a las vidas, ni esperando a que suceda una catástrofe para intervenir. Solo así podremos empezar a salir de esta burbuja de la crisis, más moral que económica, que no nos deja con demasiada frecuencia ni escuchar, ni ver, ni actuar.

 

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