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Desde que China compró, sin mucho secreto, varios portaaviones soviéticos viejos durante los 90 los ambiciosos planes navales de Pekín han sido objeto de ferviente especulación por parte de los analistas militares. En marzo, el ministro chino de Defensa Liang Guanglie ofreció la mayor confirmación hasta la fecha de que el gigante asiático prevé emprender un gran programa de construcción de portaaviones, al decir a su homólogo japonés: “Tenemos que desarrollar un portaaviones”. El Pentágono cree que la Marina del Ejército de Liberación Popular (MELP) podría tener bastantes buques en funcionamiento en menos de diez años, y que los costes de construcción se elevarán a miles de millones de dólares. China, que tiene escasa experiencia de aviación naval, necesitaría entrenar a sus marineros y pilotos a toda velocidad para cumplir ese calendario, y eso significa encontrar una nave que ya funcione para prepararse en ella.

Lo malo es que sólo hay cuatro países que sigan teniendo buques capaces de lanzar aviones convencionales. Estados Unidos tiene poco interés en ayudar al Ejército chino; Francia lo tiene prohibido como consecuencia de un embargo de la Unión Europea; y Rusia, en los últimos tiempos, mira con más cautela la cooperación militar con su poderoso vecino del sur. Lo cual deja a Brasil, que se ha mostrado dispuesto a dejar que los oficiales de la MELP se entrenen a bordo de su buque de 52 años, el São Paulo (que compró a Francia en el 2000). El ministro brasileño de Defensa, Nelson Jobim, dio a conocer el programa en una entrevista con una página web brasileña del sector en mayo. Aunque se desconocen los términos exactos del acuerdo, se piensa que los chinos quizá estén financiando la rehabilitación del viejo São Paulo a cambio del programa de entrenamiento. Una web naval china insinuó asimismo que tal vez China esté ayudando a Brasil a construir submarinos nucleares, y el propio Jobim dijo que confiaba en que el programa condujese a la cooperación militar en otras áreas.

EE UU es desde hace mucho tiempo la potencia naval dominante en el este de Asia, pero los buques chinos se atreven cada vez más a seguir a los estadounidenses, enfrentarse a ellos y lanzar desafíos legales contra lo que Pekín considera intromisiones ilegales en aguas chinas. Ahora que China e India están acumulando enormes recursos militares -los indios están planeando transformar un portaaviones ruso para su propio uso-, la supremacía naval estadounidense puede disminuir.

En público, la Marina estadounidense mantiene que un portaaviones chino no afectaría al equilibrio de poder militar en la región, pero el último informe anual del Pentágono sobre la capacidad militar de China advierte de que la campaña de modernización del país podría “aumentar las posibilidades de coacción militar de Pekín”.