La UE debe afianzar su influencia en los países de ASEAN para mejorar su crecimiento económico y recuperarse de la crisis financiera.

 

 

 

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Aunque la Unión Europea ha comenzado a tomar en serio a Asia, su principal foco de atención todavía se centra en las relaciones bilaterales con un puñado de países: China, India, Corea del Sur, Japón, Rusia, Afganistán y Pakistán. Los cinco primeros forman parte de las diez asociaciones estratégicas bilaterales de la UE. Mientras los esfuerzos bilaterales son importantes y llegan con retraso, Bruselas no está haciendo mucho por implicar al sudeste de Asia. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés), en concreto parece abandonada.

La UE tiene presencia en Asia mediante su participación en foros regionales pero ha sido incapaz de afianzar con firmeza sus relaciones con ésta. Se trata de un descuido, ya que ASEAN está cobrando impulso y es cada vez más importante para las dinámicas comerciales, políticas y de seguridad en la región.

La propia ASEAN cuenta con una floreciente economía de aproximadamente 1,5 billones de dólares (1 billón de euros) y una tasa estimada de crecimiento del 7,8% para 2011. También desde una perspectiva política ha tenido un efecto positivo sobre la región, visible en la existencia de menos enfrentamientos armados, la prohibición de armas nucleares y el establecimiento de un foro para el diálogo entre sus propios miembros. ASEAN ofrece un punto de encuentro geopolítico y estratégico entre el Sur y el Noreste de Asia, contribuyendo a fomentar la estabilidad. Ha conseguido llevar incluso a Corea del Norte a la mesa de negociaciones dentro del marco del foro regional ASEAN, básico para abordar temas transnacionales como la seguridad climática y los asuntos marítimos.

No obstante, el planteamiento de la UE respecto a ASEAN carece de previsión estratégica y de consistencia.

Las relaciones comerciales parecen ir por el buen camino. El comercio bilateral en bienes y servicios alcanzó 175.000 millones de euros en 2010. Bruselas es el segundo mayor socio comercial después de China y ASEAN es el tercero fuera de Europa. La Unión es el destino principal de los bienes y servicios de ASEAN y es su mayor fuente de inversión, con un stock alrededor de 125.000 millones de euros y un ingreso promedio de 9.000 millones de euros anuales durante la década pasada. Pero el potencial no explotado aún sigue siendo enorme.

Originalmente la propuesta de la UE sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC) de región a región con ASEAN en mayo de 2007, que finalizaría en 2015, habría puesto a la Unión en una posición más fuerte por ahora vis-à-vis con otras potencias mundiales con la intención de integrar sus lazos en la zona.

Se esperaba que añadiera un crecimiento del 2% al PIB de ASEAN para el año 2020 y un aumento del 2% en las exportaciones totales de la UE. Sin embargo, en mayo de 2009, por las razones tantas veces citadas, Bruselas sustituyó la vía regional con la oferta de TLC bilaterales a siete de los diez miembros de la ASEAN.

Las negociaciones para TLCs individuales exigen mucho tiempo y son complicadas, especialmente si también hay que negociar de antemano Acuerdos de Colaboración y Cooperación (ACC) individuales. Las conversaciones para un TLC de región a región que comenzaron en 2007, podrían perfectamente haberse concluido a estas alturas y las discrepancias entre los Estados miembros podrían haber sido suavizadas en última instancia gracias al impulso acumulado y al compromiso político, que son características de las dinámicas de los TLC. También habría incentivado a ASEAN a proseguir con una mayor integración. En lugar de esto, las conversaciones bilaterales han sufrido interrupciones y todavía proporcionan pocos beneficios a la UE.

Un TLC de la UE con la zona podría haber ofrecido una oportunidad positiva para implicar a Myanmar, integrarla dentro de la región y llevar al país la opción de un cambio político gracias a un aumento del comercio y la mejora del nivel de vida. Puede que el fomento de la participación no sea la panacea, pero la política de ostracismo no ha funcionado.

Ampliar el horizonte de su catalejo le daría a la Unión una visión mucho más clara de su futuro

Mientras la UE sopesa sus opciones bilaterales, el laberinto de TLCs de Asia (lo que se suele denominar el bowl de noodles) sigue creciendo rápidamente y cuanta actualmente con 238 tratados en marcha. Los más importantes, de ASEAN con China, India, Japón, Corea del Sur y Australia-Nueva Zelanda, serán enormes factores de multiplicación del comercio una vez que estén funcionando a toda máquina. Los Estados miembros clave de ASEAN, como Singapur, Malaisia, Tailandia, Indonesia y Filipinas también cuentan con ambiciosos acuerdos bilaterales con importantes actores externos. Además, los altos estándares regulatorios de la UE, con los que muchos países de ASEAN pueden no ser capaces de cumplir, suponen una ventaja para otras naciones como China, Corea y Japón que están dispuestas a ser más flexibles en sus negociaciones con ésta.

La presencia política de la UE en la región es insignificante y se ha dado una escasez de visitas políticas de alto nivel por parte de la UE a países de la ASEAN, con la excepción del Comisario de Comercio, Karel de Gucht. El presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso hizo su última visita en 2007 y ni la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton, ni el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, han visitado el sudeste de Asia. Lo mismo sucede con otros políticos europeos. Es ya difícil para los asiáticos entender a los Veintisiete como una entidad sui generis.

El papel político de la UE continúa siendo débil. Durante los enfrentamientos fronterizos entre tailandeses y camboyanos a comienzos de 2011, por ejemplo, su respuesta se limitó a un vago comunicado de prensa por parte de la oficina de Catherine Ashton a pesar de las repetidas peticiones para una mediación europea del primer ministro de Camboya, Hun Sen. La Unión dejó pasar una oportunidad perfecta para convencer a sus socios asiáticos de que ha madurado para convertirse en un creíble actor político en la esfera internacional. Bruselas debe seguir construyendo sobre sus valores positivos de buena voluntad y neutralidad.

La importancia que la UE da a los Diálogos sobre Derechos Humanos, sus contactos con Comisiones Nacionales de Derechos Humanos y las sanciones en un pequeño número de casos, le priva de su atractivo político. Las cuestiones de derechos humanos son consideradas de forma aislada, sin una vinculación a otras iniciativas políticas en materia de seguridad, desarrollo, cambio climático y asistencia ante catástrofes. Durante muchos años de esfuerzos, los Veintisiete sólo han obtenido unos resultados limitados en su contribución a la mejora de la protección de los derechos humanos sobre el terreno.

La UE se enfrenta a una dura competencia con EEUU por ASEAN. Los flujos estadounidenses de comercio e inversión con la ASEAN no están muy por detrás de los de la UE, y lo que a EEUU le falta en comercio, lo compensa con su presencia en materia de seguridad con múltiples bases militares distribuidas por Asia y Pacífico. Adicionalmente, el grueso de los líderes estadounidense, incluyendo al propio presidente Barack Obama, ha visitado a los Estados miembros de ASEAN. En contraste, la UE no tiene bases militares o navales en la región y las misiones de su Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) están aglutinadas en África y en el propio vecindario de la Unión. Actualmente no hay ninguna en los alrededores de la región de ASEAN. En el transcurso de más de diez años sólo se ha embarcado conjuntamente con ASEAN en el caso de la diminuta misión de Aceh. En una zona en la que las cuestiones marítimas están situadas en primera línea de la agenda política y de seguridad de Asia y Pacífico —centradas en el disputado Mar del Sur de China y el pequeño Estrecho de Malaca—, es Washington  quien proporciona el paraguas de seguridad global a los miembros de ASEAN contra los agresivos intereses de China. Esto a pesar de las demandas de ASEAN para que la UE medie.

Una estrategia dinámica UE-ASEAN es indispensable para asegurar que Bruselas no se queda atrás en su contribución al desarrollo en la zona Asia-Pacífico. Los intereses económicos de la Unión en Asia pueden reforzarse con una mayor presencia política. Ofrecer su papel como mediador le permitiría ejercer una mayor influencia política. La libertad de navegación en Asia y, particularmente, en el sudeste de la región es un factor que entra con firmeza también dentro de los intereses de la UE, con su creciente número de TLCs con países asiáticos. Por último, a pesar de los inconvenientes económicos en Europa, los Veintisiete no deben olvidar que su futuro crecimiento está en realidad vinculado a los mercados internacionales y en especial a Asia. Ampliar el horizonte de su catalejo le daría a la Unión una visión mucho más clara de su futuro. Cuanto más rápidamente pueda la UE aprovechar las oportunidades a su disposición con los países de ASEAN, mayores probabilidades tendrá de afianzarse en la región y comenzar a recuperarse de la crisis financiera.

 

 

 

 

 

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