El declive de Italia en la era Berlusconi.

 

Ahi serva Italia, di dolore ostello, nave sanza nocchiero in gran tempesta, non donna di province, ma bordello!

Citar a Dante es, debo admitirlo, el último recurso del canalla o al menos del escriba perezoso. Pero esta cita, del Infierno, es demasiado apropiada para resistirse a usarla. En una traducción aproximada dice: “¡Ay sierva Italia, del dolor albergue, barco sin timonel en gran tempestad, no reina de provincias, sino burdel!”. Se trata también del título de un libro de Paolo Sylos Labini publicado póstumamente en 2006; Sylos Labini no era únicamente uno de los economistas más distinguidos de Italia, sino además un hombre de absoluta integridad que de manera constante y muy abierta se negaba a ceder ante el Poder (incluso ante el “poder” con “p” minúscula). Su última obra describía, analizaba y criticaba a la Italia de hace cinco años. “¿Por qué hemos caído tan bajo?”, preguntaba. “Exhorto a mis compatriotas a que realicen un decidido examen crítico de nuestra conciencia cívica si queremos salir del abismo”. Su llamamiento era más o menos la defensa de un economista de la economía de mercado y de sus reglas que defiende a la comunidad contra el poder económico y político sin restricciones. Los enormes conflictos de intereses del primer ministro italiano y multimillonario Silvio Berlusconi han puesto en ridículo estas reglas.

MAURICIO LIMA/AFP/Getty Images

La Italia de hoy ha sido azotada incluso por más tormentas internas, además de la obvias tormentas económicas internacionales; desde entonces, las residencias del primer ministro se han convertido en burdeles -y no sólo metafóricamente. Y, sobre todo, el barco del Estado está cerca de navegar sin timón. De modo que no soy la única persona en Italia que cita a Dante estos días.

Se ha producido la ausencia de un liderazgo claro desde finales de julio, pero durante la última quincena la falta de dirección ha alcanzado el paroxismo. Durante la mayor parte de agosto, Berlusconi amenazó con convocar elecciones con el fin de meter en cintura a Gianfranco Fini -el rebelde ex aliado que rompió con Il Cavaliere en julio para formar su propio partido- y a sus seguidores. Después, cuando las encuestas mostraron que el único ganador real de unas elecciones anticipadas sería Umberto Bossi y la Liga Norte, que aboga por la autonomía del norte del país, -y, lo que es aún peor, que había muchas probabilidades de que Berlusconi no consiguiera mayoría en el Senado- comenzó a dar marcha atrás. Estos últimos días sus declaraciones públicas aluden de nuevo a “tres años más con el fin de llevar a cabo las Grandes Reformas”. El objetivo inmediato es aprobar una moción que respalde un plan de cinco puntos que atañe a la economía, el sur, el federalismo fiscal, la justicia y la seguridad. El asunto más controvertido es “la justicia”, que para Berlusconi se traduce en concederse a sí mismo inmunidad ante los procesos judiciales (“con el propósito de continuar con la labor de gobernar”, afirma). La transferencia de la capacidad de gasto es fundamental para la Liga Norte, pero a otros en el centroderecha les preocupa que partes más pobres del país pierdan apoyos.

Berlusconi presume constantemente de que su política exterior, dirigida personalmente por él, es la envidia de Europa, pero la realidad es diferente y tan contraproducente como gran parte de su política nacional. La semana pasada usó su presencia en el Global Policy Forum, organizado por el Kremlin en Yaroslavl (Rusia), para asestar un golpe a Fini (sin mencionarle), afirmando que algunos habían creado “pequeños negocios políticos” (aziendine) en Italia; después se quejó por enésima vez de que “los jueces comunistas” le impiden gobernar a él y a su gente; y finalmente, para coronar su efusiva bienvenida al dictador libio Muammar el Gaddafi hace dos semanas, llegó la  sorprendente afirmación de que su anfitrión, el primer ministro Vladímir Putin, y el presidente Dmitri Medvédev eran “un regalo de Dios para la democracia” (una pena que The Economist se le adelantara con una viñeta que mostraba el verdadero amor de Putin por la democracia y la prensa). Aún más embarazosa fue la noticia de que una de las lanchas guardacostas libias donadas por Roma había ametrallado un barco pesquero italiano.

Mientras tanto, las desgracias domésticas de Berlusconi se multiplican. El director de uno de sus propios periódicos, Vittorio Feltri en Il Giornale, criticó al primer ministro esta semana por su indecisión y falta de liderazgo. Peor aún, sus índices de aprobación personal están en el 37% (una bajada del 4,9% desde junio), con su partido, Pueblo de la Libertad, por debajo del 30% (en descenso desde el 33,2% de junio y el 37,4% de las elecciones de 2008), según una encuesta de Demos de principios de septiembre. Sabremos si la propuesta de los “tres años más” tiene alguna posibilidad de prosperar a finales de mes, cuando la Cámara de Diputados, la cámara baja del parlamento italiano, debata el plan de cinco puntos de Il Cavaliere y lo someta a votación. Mientras tanto, Berlusconi parece haber salido de compras dispuesto a gastar lo que haga falta con la esperanza de captar independientes para compensar la pérdida de los desertores que se han marchado con Fini -necesita 19 para asegurarse la mayoría.

Si alguien puede lograr esta proeza, ése es Berlusconi. Dados sus recursos mediáticos y financieros, junto con otras formas de clientelismo político, existen pocas cosas que no pueda ofrecer. Tiene experiencia en convencer a parlamentarios de que se pasen a su bando, como muestran las recientes revelaciones sobre el llamado P3 (una supuesta camarilla secreta cuyos miembros ya se mantuvieron activos hace tres años intentando promover los intereses públicos y privados del primer ministro mediante métodos turbios. Una de las alegaciones sostiene que, a finales de 2007, en otra derrochadora salida “de compras” con fines políticos, el P3 comenzó a ofrecer dinero y favores a diestro y siniestro en un intento de derribar el gobierno izquierdista de Romano Prodi; su coalición como estaba previsto se desmoronó en enero de 2008). Sin embargo, las revelaciones de sus maniobras para echar a Prodi son en sí mismas la prueba de los cambios que ha experimentado la política italiana desde entonces. A diferencia de lo sucedido en ocasiones parecidas, en las que los políticos sometidos a procesos judiciales mantenían los labios sellados, parece que la mayoría de los acusados están cantando como si estuvieran en La Scala -y recuerdan a las ratas que huyen del barco que se hunde.

El declive relativo de Italia comenzó hace casi 20 años, cuando se vio claro que la economía no era capaz de hacer frente a los nuevos desafíos de la globalización

Es una lástima que Berlusconi esté tan preocupado por su propia supervivencia, porque su país atraviesa graves problemas. El declive relativo de Italia comenzó hace casi 20 años, cuando se vio claro que la economía no era capaz de hacer frente a los nuevos desafíos de la globalización, pero cada año las cifras de producción bajan con respecto a Europa, y por supuesto a China y las otras economías emergentes. La semana pasada, la OCDE -el think tank del mundo desarrollado- calculó que el PIB del país caería un 0,3% en el tercer cuarto (convirtiendo a Italia en el único país del G-7 con crecimiento negativo) y crecería un miserable 0,1% en el cuarto cuarto. El World Economic Forum calcula que la recuperación real no ha empezado y sitúa al país en el puesto número 48 de la competitividad global, justo por detrás de Lituania y por delante de Montenegro. El desempleo juvenil creció hasta el 29,2% en mayo, 4,7 puntos por encima del de mayo del año pasado. El ministro de desarrollo económico de Berlusconi dimitió hace cuatro meses y desde entonces no ha sido sustituido. Y, en un momento en que comienza el curso escolar, los profesores están en pie de guerra por los recortes presupuestarios, al igual que la policía. Existen multitud de problemas reales pero Italia es una nave sanza nocchiero, “un barco sin timonel”.

¿Así que Italia es una vez más “sierva”, como se lamentaba Dante hace 700 años? ¿Y es Italia un burdel en lugar de una reina de sus provincias? Un nuevo libro de un académico de la Universidad de Princeton sostiene que este país sí es en gran medida el  bordello. En La libertà dei servi, Maurizio Viroli escribe que Italia ha tenido éxito “en el experimento político de transformar, sin violencia, una república democrática en una corte que tiene en su centro un señor feudal rodeado por una plétora de cortesanos admirados y envidiados por una multitud de gente con un espíritu servil”.

En Rigoletto de Verdi, el protagonista maldice a los cortesanos con su magnífica aria “Cortigiani, vil razza dannata!”, pero hoy son los cortesanos los que tienen el control. Incluso Fedele Confalonieri, probablemente el mejor amigo de Berlusconi y su socio más cercano, le describió en 2004 como “un déspota ilustrado […] un Ceausescu bueno, pero decididamente anómalo como político democrático”. Seis años después, con un sistema electoral modificado que hace que todos los parlamentarios se sientan obligados hacia él y un nuevo y ampliado partido completamente bajo su control, la cita es incluso más apropiada.

La semana pasada, una diputada de centroderecha del grupo de Fini acusó a algunas de sus compañeras parlamentarias de haberse prostituido para llegar al Parlamento. Inmediatamente después retiró la afirmación (a pesar de que incluso un diputado del partido de Berlusconi afirmó que él no veía nada impropio si alguien lo había hecho), pero en cualquier caso Veronica Lario, la segunda esposa de Berlusconi, y el think tank de Fini FareFuturo habían hecho la misma afirmación en abril del año pasado. La verdadera cuestión, no obstante, es que el problema no está en que algunas mujeres entraran en el Parlamento a través del dormitorio; es que hombres y mujeres, periodistas y profesionales, han entregado sus mentes y principios más que sus cuerpos.

Existen buenas razones para que aquí se cite a menudo a Dante -el Estado ha descendido al Infierno.

 

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